10.SECRETOS VAMPÍRICOS

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  Estaban el uno al lado del otro ya en la azotea. En silencio. Ambos con la mirada fija en las brillantes estrellas de esa noche clara y fresca.

Gerard tosía a menudo, aunque el otro chico decidió no darle importancia.

Al fin, Frank rompió el hielo con otra de sus muchas preguntas sobre la vida del vampiro:

  —Si los vampiros existís, siendo personajes fantásticos, ¿entonces también existen los fantasmas, los hombres lobo y cosas así?

Gerard ahogó una pequeña risa. Luego contestó seriamente:

  —No somos personajes fantásticos, ni ficticios, Frank. Yo soy real. Puedes verme y tocarme —el mismo Gerard se estremeció ante las últimas palabras que habían salido de su boca. El contacto físico con Frank le producía una agradable sensación—. Según tengo entendido, los humanos tenéis muchas creencias e invenciones muy peculiares. De hecho, habláis en muchas novelas y películas sobre nosotros otorgándonos falsas costumbres que no tenemos.

  —¿Y cómo nace un vampiro? Es decir... ¿Desde cuándo eres un vampiro? Tampoco envejecéis, ¿verdad?

Gerard cerró los ojos a causa de un repentino y punzante dolor de cabeza. Recordaba algo, pero no sabía si debía contárselo a un humano. Sorprendentemente, le dolía hablar de aquello. Aguardó unos segundos reuniendo las fuerzas necesarias aunque carentes para contar algo como ese hecho. Mirando atrás, se arrepentía tanto.

  —Hay dos maneras de originar un vampiro. Una es... —Gerard hizo otra pausa. Decidió corregir sus palabras, evitando ser tan directo—. Yo no siempre fui un vampiro, Frank.

  —Pero... No entiendo... Me dijiste que eras dos años mayor que yo, así que tienes diecisiete, ¿no? ¿Hay vampiros de todas las edades? —Frank volvió a disparar una serie de preguntas que no servían de nada a Gerard a parte de ponerle más nervioso y complicar la situación.

  —Frank... Escúchame —dijo firmemente—. Como todo vampiro, yo una vez estuve vivo como tú, Frank. Tenía una vida.

  —¿Los vampiros sois muertos?

  —Sí. Pero no todos los muertos se convierten en vampiros —ante la cara de confusión de Frank, Gerard no tuvo más remedio que contárselo todo—. Me suicidé, Frank.

De repente, el mundo de Frank se volvió tan oscuro como el pelo del ser que tenía delante. Gerard estaba muerto. Había poseído un regalo único y lleno de posibilidades, la vida. Si ese chico había sido tan genial en vida como lo estaba siendo con él... Comprensivo, tranquilo, con una gran imaginación... Incluso parecía preocuparse por él, aunque los vampiros no pudiesen sentir. ¿Cómo era posible que una persona tan bonita por dentro y por fuera quisiera quitarse la vida?

Frank no formuló esa pregunta. Tan solo se limitó a observar los ojos brillantes y de ese color indefinido del vampiro.

De todos modos, pareció que Gerard le había leído la mente:

  —Yo tenía una vida, Frank. Cuando nos convertimos en vampiros, no recordamos nada de nuestra vida pasada. Solo recordamos nuestro nombre, la causa de nuestra muerte y, por alguna razón, algunos de los sueños que tuvimos en vida, aun no poder soñar más siendo vampires. Creo recordar que tenía un hermano menor pero... —Gerard tuvo que detenerse para toser de nuevo y sujetar su frente con las manos a causa del dolor de cabeza que le producía intentar que volviera su memoria—. El caso es que yo sufría de depresión. Además, en el colegio se reían de mí por la música que escuchaba y por estar gordo aunque luego empecé a adelgazar. Era el típico chico raro que nunca decía nada, que se pasaba el día dibujando y apartado de los demás, cuando estos no me insultaban. Todo era una mierda. Aguanté hasta que pude. Yo sería cuatro años mayor que tú, si aun siguiera con vida, Frank —otra pausa para buscar las siguientes palabras para proseguir. Lo estaba explicando todo de la misma desordenada forma en que lo estaban sus recuerdos—. Una de las maneras de originar, más bien convertirse, en un vampiro, es suicidarse una noche de luna llena. Y eso fue lo que hice. Vivía en un quinto piso y, hace dos años, una noche hace en la que sentí que ya no podía más, me lancé por la ventana hacia lo que en ese entonces para mí parecía la única salida de ese infierno llamado vida, la muerte.

La mente de Frank pasó de un estado de shock a trabajar a mil por hora. Una noche de luna llena... El quinto piso... La caída al vacío como el último camino que recorrer en vida. Todo se parecía demasiado a el sueño que había tenido unas noches atrás. ¿Había visto la muerte de Gerard en sueños? De todas formas, no quiso decirle nada sobre su sueño al vampiro.

Gerard se había suicidado cuando Frank tenía trece años...

Todas esas revelaciones recibidas de golpe eran demasiado como para que su cerebro pudiera procesarlas al ritmo adecuado.

Pero, contradictoriamente, su mente ansiaba aun más información.

  —Pero si los vampiros vivís para siempre, al final no quedarán humanos, ¿no?

  —Vivimos como mucho un siglo. Como decía antes, los humanos os habéis inventado mil cosas sobre nosotres pero también hay otras que son ciertas como que no nos vemos reflejados en los espejos, o que se nos puede matar clavándonos una estaca en el pecho o que la luz del sol nos quema, aun no llegarnos a matar... Además, como te dije, por norma un vampiro no puede morder un humano dos veces, aunque hay casos excepcionales. Tampoco podemos mataros por sacaros un poco de sangre.

  Frank iba a preguntar cual era la otra manera de que un humano se convirtiera en vampiro y si estaba bien, pues cada vez tosía más y se veía más apagado pero, en ese instante, algo le alarmó.

Desde la azotea había buenas vistas de su casa, y pudo ver que se encendía la luz de la habitación de sus padres. Temió que por alguna razón alguien entrara en su habitación y descubriera que no estaba en la cama.

Por suerte, el vampiro reaccionó rápidamente y, en poco más de un segundo, se lo llevó volando hasta la terraza de su habitación y, lo metió en la cama cogiéndolo como una princesa. Ambos hubieran dado importancia a ese último detalle si no hubiera sido por el sobresalto.

Desde su cama, Frank pudo ver como, una velocidad vampírica, Gerard cerraba la puerta de la terraza y atravesaba el cristal para fundirse con las sombras de la noche a modo de escondite.

  Efectivamente, la madre de Frank entró en su habitación. Había ido a por un vaso de agua y quería asegurarse de que su angelito estuviera durmiendo bien antes de volver a la cama.

Una vez la mujer hubió vuelto y apagado las luces de su habitación, Frank se incorporó para ver la ventana.

  Lo último que vio antes de que el sueño le venciera fue a un atractivo Gerard diciéndole "adiós" con la mano para luego irse volando.

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Espero que estéis pasando un buen día/buena noche, les que estéis leyendo este fanfic, porque sois geniales. Os lo digo desde mi alma, y, aunque no quiero hacerme pesada (algo inevitable): gracias.

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VAMPIRES WILL NEVER HURT YOU (Spanish)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora