16.LOS VAMPIROS NUNCA TE HARÁN DAÑO

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  —¿Sabes? —volvió a romper el hielo Frank al cabo de un rato—. Hace una semanas tuve un sueño muy extraño en el que aparecías tú. En el que formábamos una banda de rock —sonrió para luego mostrar una expresión más seria—. Estaba tu hermano, también. Se llamaba Mikey, ¿verdad?

Gerard asintió casi inconscientemente, pues la atención de su mente ya no residía en las palabras de Frank.

De repente se dio cuenta. Descubrió por qué el rostro de Frank le había sido siempre tan familiar. Uno de los sueños que había tenido en vida y que recordaba era precisamente ese mismo que se le acababa de describir.

No se lo quiso decir al otro chico. Pero, definitivamente, eso demostraba había una intensa conexión entre la mente de Frank y la suya.

  Antes de dormirse en los brazos del vampiro, Frank hizo una última pregunta:

  —Tú ya me has mordido y se supone que un vampiro no puede atacar a un mismo humano más de una vez, aunque tu caso fuera excepcional. Pero eso no significa que no me pueda morder otro vampiro, ¿verdad?

  —No te preocupes, Frankie. Nunca dejaré que te hagan daño.

  Una vez el chico se hubo dormido en sus brazos, el vampiro admiró su rostro atentamente como si de una obra de arte se tratara.

  Frank era su hogar. Era su única verdadera familia. No soportaba la realidad de que ambos pertanecieran a mundos tan distintos.

En esos momentos se arrepentía tanto de haberse suicidado. Quién sabe, puede que hubiera conocido a ese maravilloso chico en vida, si hubiera seguido. Él le hubiera hecho ver que valía la pena continuar, con él hubiera aprendido a quererse un poco más, tal y como lo había vivido recientemente en su vida vampírica.

Además, Frank iba a crecer, y él no. El chico envejecería y la diferencia de edad sería cada vez mayor.

¡Demonios! ¿Por qué lo había hecho? Desgraciadamente, eso ya no tenía arreglo. No era posible volver atrás en el tiempo. Pero sin embargo...

  Gerard necesitaba a Frank. Lo necesitaba a su lado eternamente, en su mundo. Sin envejecer, viviendo juntos en su propio hogar. Un hogar para los dos, nadie más. Porque Frank sería su hogar. Y él sería el hogar de Frank.

  El vampiro no pensó siquiera en que alguien pudiera echarle de menos ni se planteó dejar elección alguna a ese chico tan especial. Puede que fuera consciente del egoísmo notablemente presente en su decisión, pero el dolor y la rabia le consumían y anulaban cualquier trocito de sentido de la razón de su mente.

Era obvio que ningune vampire iba a hacerle daño. No si pertenecía a su mundo. No si era uno de elles.

  Gerard alzó la vista a la luna y siguió un rayo de su luz que alumbraba la suave piel del chico que dormía tan plácidamente.

Besó tiernamente su sien antes de inclinarse hacia su cuello y probar su dulce sangre por tercera y última vez.

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Espero que hayáis disfrutado leer este fanfic tanto como yo he difrutado escribirlo. No os imaginais lo mucho que aprecio que haya gente que lea lo que escribo y comente su honesta opinión, es genial.

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VAMPIRES WILL NEVER HURT YOU (Spanish)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora