5 de Octubre, 1991

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— ¿Ya llegaron? —preguntó la pequeña mirando a su madre con cierta alegría infantil en sus ojos.

—Aún no, pero te diré cuando lo hagan, no te impacientes tanto —le dijo su madre, pero era completamente imposible que la pequeña Sophie estuviese calmada en un momento como aquel. Por fin tendría a una amiga con la cual jugar cuando Theo se molestase. Él odiaba jugar a los disfraces, y a tomar el té, por lo que tener una amiga sería acabar con sus problemas de juego.

Los Schlesinger se encontraban en el hospital esa tarde, la espera había acabado y por fin tendrían entre ellos a la pequeña Phoebe. Theo estaba emocionado por tener una hermanita y Sophie le repetía día y noche que sería ella quien jugaría con la pequeña bebé; al menos entre chicas podrían entenderse mejor, pero Theo de igual manera parecía emocionado.

El padre de Sophie era el mejor amigo del señor Schlesinger y ella había crecido bajo el mismo techo que ellos desde su nacimiento.

Era una niña feliz, le gustaba jugar en el jardín y ayudar a la señora Schlesinger en él. Su papá trabajaba casi tanto como lo hacía el señor Schlesinger, así que cada vez que lo veía llegar, era uno de los momentos más felices de la niña.

— ¿Sophie? —la voz infantil de Theo llamándola desde la entrada la hizo correr hasta ella. El señor Schlesinger estaba junto al pequeño, pero no había rastro alguno de la bebé — ¡Sophie! —dijo alegre Theo al verla llegar al recibidor.

— ¿Dónde está Phoebe, Theo? —quiso saber ella mirando con curiosidad al pequeño que la recibió en un lindo abrazo.

—No sé —Theo levantó sus pequeños hombros sin saber qué responder. Automáticamente ambos miraron al señor Schlesinger quien los miraba enternecidos.

—Phoebe aún no puede venir a casa, pero nosotros podemos ir a verla a ella. ¿Te gustaría ir a conocerla, Soph?

Ambos niños sonrieron y comenzaron a dar pequeños saltos de alegría.

Charles Schlesinger estaba algo abrumado, su esposa estaba en el hospital esperando a que él llegase con una nueva maleta con ropa. Phoebe había nacido, y era una niña preciosa y muy saludable. Debían quedarse un día en el hospital por asuntos de control y mañana podrían estar de vuelta en casa sin ningún problema, pero Charles estaba preocupado de que algo malo ocurriese con su esposa y su hija.

— ¿Charles? ¿Está todo bien, dónde están Angie y la pequeña? —Louise, la administradora de toda residencia y madre de Sophie, observaba a Charles con cierta preocupación mientras llegaba al recibidor.

—Están en el hospital, McKenzie está con ellas. Solo vine por una maleta de ropa para Angeline. Phoebe está perfectamente, tienes que verla Lou, es hermosa.

Louise sonrió y observó a los dos pequeños que batallaban con una chaqueta que llevaba Theo puesta.

—Sophie, no le quites la chaqueta a Theo.

—Pero mamá, ¡le pica!

— ¿Papi podemos jugar? —le preguntó Theo a su padre mientras lograba deshacerse finalmente de la molesta chaqueta.

—Solo unos minutos, debemos volver con mami y Phoebe —le dijo Charles con una sonrisa en el momento en que subía las escaleras para preparar la maleta.

Los niños, alegres de poder ir a jugar, salieron tomados de la mano rumbo al jardín en donde alguna nueva aventura iniciaría en sus infantiles mentes.

— ¿Hoy seremos súper héroes? —quiso saber Sophie tomando asiento sobre el césped.

—Si, yo te rescato.

Theo comenzó a correr por el jardín con sus brazos extendidos haciendo alusión a que volaba mientras hacía sonidos entretenidos con su boca haciendo reír a Sophie quien pedía socorro entre risas.

Ambos reían y saltaban alegres. Hasta que, de un pronto a otro, Theo terminó sobre el césped, golpeándose un poco una mejilla y su pequeña nariz.

Amenazando con comenzar a llorar del dolor que sentía, Sophie corrió hasta él y le ayudó a levantarse mientras él aguantaba las ganas de llorar. Para tener solo tres años era bastante fuerte en cuanto a dolores se referían.

— ¿Te duele? —quiso saber Sophie tocando su mejilla algo enrojecida por el roce con el césped. Él negó cuando en realidad sí le dolía mucho, pero no le diría a Sophie porque entonces también comenzaría a llorar y él no quería eso — ¿Y aquí?

Sophie toco la punta de la nariz de Theo con su dedo índice haciendo que él se removiera en su lugar.

—No... —dijo Theo intentando quitar la mano de Sophie, pero entonces la pequeña colocó sus labios sobre la punta de la nariz de Theo sonriéndole segundos después.

—Ahora ya no te dolerá —Sophie lo tomo de la mano en cuanto la voz de su madre llamándoles comenzó a escucharse — ¡Vamos, hay que ir a ver a Phoebe!

Theo estaba en silencio, solo siguió a la pequeña casi arrastrado, pero para él, eso era su día a día.

Sophie, Schlesinger ExtrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora