27 de Diciembre, 1992

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Un destino que era prácticamente usual para la familia Schlesinger era Mónaco.

Los Schlesinger se habían casado con la idea de Mónaco desde mucho antes de que sus hijos viniesen al mundo, incluso mucho antes de siquiera casarse ellos.

Angeline Schlesinger había decidido que ese era su lugar favorito en el mundo la primera vez que su esposo la llevó allí. La idea de encontrar un lugar lleno de paz y hacerlo suyo, era todo un logro para Angie. Encontrar un lugar en el mundo para reunir ha su familia, un lugar lleno de cosas que no eran edificios, luces, tráfico y aglomeraciones.

Sophie nunca había visitado Mónaco antes, y para una niña de seis años el montarse en un avión era una experiencia digna de documentar.

— ¿Tienes miedo, amor? —le preguntó su padre en el momento en que le colocaba el cinturón de seguridad.

Los niños, en este caso Theo y ella, tenían los primeros asientos solo para ellos. Phoebe al estar tan pequeña aún, se mantenía con Angie y Charles. Louise y Garrick se encontraban junto a ellos y los veían reír.

—No —dijo Sophie mas entretenida por los juegos con Theo, que por las palabras de su padre.

Ese primer viaje a Mónaco era para Sophie mucho más que una aventura. Theo conocía el lugar desde que había nacido, exactamente igual que su hermana en este momento. Él parecía bastante entretenido mostrándole a Sophie las maravillas que el avión de sus padres mostraban. La vista desde la ventana era algo majestuoso para ambos y las sonrisas infantiles no podían faltar.

—Estamos en el cielo, Soph —le dijo Theo señalando la ventana —. Volamos como los superhéroes.

— ¡Somos como aves!

Sophie estaba encantada, el viaje en avión había resultado fantástico y el aterrizaje en Mónaco la tenía bastante inquieta.

La familia Schlesinger era importante no solo en los Estados Unidos, sino al rededor del mundo. Mónaco no era la excepción. Siendo amigos personales de la familia real, eran blanco de las cámaras muy seguido, aunque esta vez parecía que la familia había pasado desapercibida por completo.

—Theo, ¿irás a la playa con Sophie y Phoebe?

Theo asintió colocándose un adorable sombrerito color crema y se quitó sus zapatos. Angie colocó a la pequeña Phoebe sobre la arena y Theo corrió directo hacia ella.

Sophie entró al agua y Louise detrás de ella.

—Esto es arena Phoe, ¡tócala! —Theo tomó la mano de su hermana y la metió dentro de la arena haciendo que Phoebe sonriera —Eso azul es el mar, es frío y salado, nunca abras la boca cuando estés dentro —seguía aconsejando Theo. Phoebe solo observaba a su hermano con una sonrisa en su rostro.

Ambos hermanos se mantuvieron un rato en la arena jugando con esta y Theo continuaba aconsejando a Phoebe sobre todas las cosas que habían a su alrededor.

—Sophie está en el agua, Phoe. Cuando seas más grande, podremos ir a jugar ahí los tres.

Phoebe hizo un ruidito y movió sus pequeños brazos. Theo la abrazó y se mantuvo así unos minutos hasta que Angie volvió por ambos.

—Hora de un buen baño señorita —dijo Angie cargando en sus brazos a Phoebe quien enredo sus pequeños bracitos alrededor del cuello de su madre —, y tu deberías de ir a jugar con Sophie, cariño. Pero dame el sombrero.

Theo se quitó su sombrero entregándoselo a su madre. Louise lo ayudó a quitarse la camisa y él se acomodó su traje de baño.

— ¡Theo, mantente en la orilla! —le gritó Angie antes de que este se metiese dentro del agua.

— ¡Mira esto Theo, es una estrella de mar! —le dijo Sophie señalando algo que había bajo el agua —Pero no la toques, ellas no pueden salir del agua. Y tus manos están sucias, podrías hacerle daño.

—No la quiero tocar... —dijo Theo haciendo una adorable mueca — ¿Por qué ya no te veo en la escuela, Sophie? —preguntó Theo haciendo un puchero.

—Porque ahora estoy más grande, tu irás conmigo cuando seas más grande.

—Yo soy grande —dijo Theo haciendo que Sophie lo salpicara un poco — ¡Oye!

Ambos niños comenzaron con una guerra de salpicaduras hasta que ambas madres los llamaron para que fuesen a comer algo.

Los dos salieron del agua dando inicio a una carrera hasta la villa que sus padres habían alquilado para el viaje. Toda una tarde digna de recordar. 

Sophie, Schlesinger ExtrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora