30 de Abril, 1996

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Cumplir diez años era algo que Sophie ansiaba desde hace un par de meses, cuando en la escuela algunos de sus compañeros de clase alardeaban de lo grandes que se sentían.

Él día había llegado, y a las siete de la mañana del día treinta del mes de abril, Sophie estaba fuera de la cama con una sonrisa gigantesca.

— ¡Feliz Cumpleaños! —dijo Louise en cuanto la vio salir de su habitación cual huracán.

—Gracias, ¿dónde está papá? Dijo que me haría su desayuno especial, y hoy es martes así que no puede estar en la oficina a ésta hora —dijo Sophie cruzando sus brazos, cuando sintió como algo la asustaba y gritó dándose la vuelta — ¡Papá!

Garrick estaba detrás de ella riéndose, sostenía sobre sus manos un plato de pancakes con una candela en forma de número diez en la parte de arriba.

—Lo siento amor, feliz cumpleaños —dijo Garrick colocando el plato sobre la mesa, abrazando a su hija y besando su cabeza.

— ¡Gracias! ¿Ya se despertó Theo? —preguntó la pequeña mirando por la ventana de la cocina en donde se podía apreciar a la perfección la gigantesca propiedad de los Schlesinger junto a la de ellos.

No vivían en la misma casa, pero sí en la misma propiedad cerrada, y ambas casas estaban justamente a unos veinte metros la una con la otra, por lo que los niños solo tenían que cruzar el jardín delantero para llegar hasta la puerta del otro.

—Creo que me pareció escucharlo en la sala... —dijo Garrick con una sonrisa cómplice en su rostro. Sophie sin pensarlo dos veces se bajó de su asiento y corrió hasta la sala en donde no solo estaba Theo con un globo gigante en sus manos, sino que toda la familia Schlesinger se encontraba ahí junto a una caja azul enorme y un pastel que Angie llevaba en sus manos.

— ¡Sorpresa! —dijeron todos al unísono en cuanto Sophie entró a la sala.

Phoebe corrió hasta Sophie dándole un abrazo mientras saltaba cantándole cumpleaños feliz una y otra vez.

— ¡Gracias! —dijo Sophie apagando las velas que estaban sobre el pastel. Seguidamente Angie colocó el pastel sobre la mesa de la sala y abrazó a la pequeña. Charles la tomó entre sus brazos y la alzó dándole vueltas por toda la habitación, haciendo que Phoebe comenzara a reír.

— ¿Qué se siente ser una niña grande? Diez años, ¿cómo es que pasó tanto tiempo?

—Lo mismo me pregunto yo, mi amigo, lo mismo me pregunto yo —respondió Garrick mirando a su hija con una sonrisa en su rostro.

Theo estaba distraído, y con el ceño fruncido mirando sus zapatos. Él quería desearle un feliz cumpleaños a su mejor amiga, pero algo sucedía en él, pues cada vez que la miraba, sus mejillas se enrojecían.

— ¿Theo, no vas a desearle un feliz cumpleaños a Sophie? —le dijo su madre mirándolo de una forma en la que solo él sabía, era un incentivo para acercarse a ella.

—Feliz cumpleaños, Soph —dijo mirándose las manos jugando con el cordón que sostenía el globo gigante.

Sophie corrió hasta él y lo abrazó. Él comenzó a sentir su pequeño corazón acelerarse y la abrazó de vuelta.

—Gracias, Theo —le respondió Sophie, dándole un tímido beso en la mejilla, haciendo que sus ya muy rojas mejillas se encendieran mucho más — ¿Quieres comer pancakes de mi desayuno especial? Papá los hizo y son muy buenos —le invitó Sophie tomándolo de la mano mucho antes de que él pudiese aceptar o negar la invitación —. Tú también puedes venir, Phoe —dijo Sophie invitando también a la menor de ellos a comer de sus pancakes de cumpleaños.

Luego del desayuno de cumpleaños los niños debían ir a clases y para cuando volvieron a casa, les esperaba algo que no podían imaginar.

— ¿Una fiesta? —dijo Sophie entusiasmada al ver todo el mundo empezar a mover mesas y sillas de un lado para el otro en el jardín.

—Haremos una sesión de fotos primero, queremos que todo esté documentado.

— ¿Para qué son las palomas? —preguntó Theo mirando las jaulas que estaban en una de las paredes de la sala.

—Son para las fotos, van a salir con ellas.

— ¿Tendré que... tocarlas? —dijo Theo entrando en pánico.

—Son muy lindas —aseguró Sophie mirándolas en su jaula —. Ven Theo, no te harán nada.

Theo se acercó a las aves con mucho cuidado, y como si estuviese tocando veneno, paso sus dedos con la cabeza de una, y para su propia sorpresa, le agradó su tacto.

Una vez los niños estuvieron listos, la sesión de fotos inició. Sophie, Theo y Phoebe reían y jugaban mientras la fotógrafa hacía su trabajo con una sonrisa inmensa.

—Niños, ahora sonrían hacia acá —la fotógrafa comenzó a darles las instrucciones y ellos entre sonrisas y gozo obedecían —. Muy bien, es hora de las palomas.

Theo miró con precaución la jaula y al hombre que estaba sacando las palomas de ella.

—Mira, aquí. Solo no la aprietes mucho, ¿de acuerdo? —le dijo el hombre dándole la paloma a Theo.

Él la tomó torpemente, pero no se le cayó en ningún momento.

— ¿No es linda, Theo? —dijo Sophie tomando su paloma de una manera que la hacía ver, para los ojos de Theo, fascinante.

—Lo es —le respondió él, mirándola a ella en lugar de la paloma.

En el momento justo, la fotógrafa disparo su lente tomando probablemente una de las fotos que Theo guardaría consigo durante toda su vida. 

Sophie, Schlesinger ExtrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora