7. No lo entiendo.

621 52 16
                                    

Día siguiente.

Me dolía la espalda y mi rostro se sentía pegado, sabía que habían sido las lágrimas.
Me senté sin saber aún dónde me encontraba, miré mi entorno y mi rostro de curiosidad volvió a ser de amargura cuando lo recordé.

—Porquería —pateé una botella al otro extremo de la sala. Odiaba tener que pasar por lo mismo cada mañana, sin que alguien me preguntara porque me encontraba durmiendo de esa forma. Mi cabello estaba esponjado, ayer no me había molestado en tratar de peinarlo y esas eran las consecuencias, pero tampoco me importaba.

—Muy bien —suspiré y fui al patio por la soga que había encontrado hace un año atrás, volví a la sala sin preocupaciones, la amarré sobre el techo con un extremo y en el otro estaba el circulo para poner mi cabeza.

Boté al suelo todo lo que se encontraba sobre la mesa, me quité las zapatillas y subí lentamente. Me até la soga al cuello al igual que un muerto y traté de dar un paso fuera de la mesa.

No lo hagas —escuché una voz seguida por unos brazos abrazándome desde la espalda, sujetando todo mi cuerpo sin poder hacerlo. La nostalgia no tardó mucho en hacerme sentir desgraciada.
Miré hacia atrás, pero no había absolutamente nada ni nadie.

Pensé que había sido producto de mi imaginación y volví a intentarlo, pero nuevamente esos brazos me lo impidieron.

Revisa el cuarto —volvió a susurrar— no saltes, yo te amo —me apretó con algo de fuerza. Me quité la soga y me dejé caer sobre mis rodillas. Volví a sentir ese dolor crudo en mi interior, ya no quería seguir llorando.

—N-No lo haré —le respondí. Esos brazos desaparecieron y me volví a sentir vacía, solo me quedaba hacerle caso e ir al cuarto a ver de que se trataba todo esto.

Bajé de la mesa a duras penas, pisando los trozos de vidrio que se habían creado después de haber tirado las botellas al piso. Caminé lentamente hasta el cuarto de Danny, sentía miedo, sentía curiosidad, sentía de todo un poco menos felicidad. Su aroma se podía sentir por todo el pasillo, como si ella estuviese viva y estuviera preparándose para salir. El perfume era inconfundible.

—¿Da-nny? —pregunté, pero no había nadie. Podía sentir como si estuviera presente, pero era incapaz de verla, de saber que estaba presente, que podía mirarme o que podía escucharme.

Di pasos cortos hasta su cama donde se encontraba una caja —no muy grande— color gris, con una cinta blanca encima de ella. No podía estar más confundida.
La toqué con mis dedos por todo el contorno, hasta que vi la nota entre medio de la cinta.

Devie.

Hay veces en las que tienes que aprender a ser fuerte, afrontar las cosas tal y como vienen porque no todo va a ser perfecto. Acepta que las personas tienen que irse en algún momento porque esa es la ley de la vida y no puedes ponerte en contra de ella solo porque te lastima.
Eres fuerte y sé que te estás rompiendo en mil pedazos en estos momentos, pero Devie, la vida no es fácil, ha llegado el momento de ponerse la armadura de hierro y entregarse a la vida como si no fuese a doler nunca. Entregarse a la vida, al amor, al sexo, a la poesía, incluso entrégate a ti misma. Como si fueran a prohibirlo todo mañana. Y recuerda que yo siempre voy a estar para ti, justo en medio de tu pecho, ayudándote a tomar buenas decisiones.

Sal a la vida y demuestrale lo que puedes hacer. Te amo y no olvides cuidarte mucho.

Traté de leerla mentalmente, pero su voz leyó la carta por mi. Como si se encontrara a mi espalda, sabiendo que me caería después de que terminara pero solo apreté mi mano en mi pecho justo como había sentido su mano.

Everything Is Grey ✧ SR.  » I «Donde viven las historias. Descúbrelo ahora