15. No necesito tu ayuda.

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Devin Knox.

—Ah... —me quejé al despertar, la cabeza me daba vueltas y solo quería que se detuviera. Miré mi entorno, las cortinas estaban cerradas, me encontraba debajo de las mantas de mi cama y no me sentía apretujada por la ropa. Levanté las mantas, me miré y estaba con mi pijama, rápidamente volví a bajar las mantas confundida tratando de recordar pero solo hizo empeorar el dolor de cabeza—. ¿Hola? —pregunté como si estuviera con alguien—. ¿Qué estoy haciendo? Por supuesto que estoy...

—¿Cómo estás? —apareció Rollins apoyándose en el marco de la puerta con las piernas cruzadas.

—Sola —bufé llevando mi mano al medio de ambos ojos—. Perdón, ¡solo! —dije con rapidez que casi no se entendió—. Dime que... no sucedió nada asqueroso en este lugar.

—Si, tuvimos sexo sin protección y sin control —miró sus uñas como si no fuese gran cosa.

—Ni pienses que te creeré, imbécil —me levanté tropezando con mis propios pies, obviamente fui a parar al suelo frente a él.

—Toma una ducha, tenemos que hablar —me levantó tomándome de un brazo y salió de ahí con ambas manos en los bolsillos.

—¿Terminarás conmigo? —reí y fui al baño con una toalla en la mano. Me quité la ropa junto a las vendas que aún seguían bien puestas en su lugar y abrí el grifo dejando que el agua fría descendiera hasta mi cuerpo. Rogaba que hiciera desaparecer la resaca al igual que con el sueño, pero por desgracia no todo hacia magia.

Cuando acabé, cubrí mi cuerpo y sin mirarme al espejo porque sabía que estaría hecha un desastre, caminé de vuelta al cuarto por algo de ropa limpia.
Tomé otro par de vendas del cajón, tenía varias en caso de emergencias como estas y antes de ponermela le puse el cerrojo a la puerta. Tomé lo básico que un hombre usaría cuando está en casa; un shot de aquellos anchos, una camiseta con estampado sin sentido y unas zapatillas cómodas, tenía mis vans. Luego desordené mi cabello con ambas manos, me puse algo de perfume y salí en busca de ese sujeto, me dolían los ojos como si la noche anterior hubiera estado llorando mares.. ojala no hubiera soltado nada. Crucé los dedos dentro de mis bolsillos hasta que estos comenzaron a doler, más aún cuando fui a la cocina por un café pero por desgracia él tenía uno en sus manos listo para entregarmelo.

Lo tomé y me senté al frente de su persona, su rostro era serio pero siempre tenía ese toque de relajación que me ponía tensa.

—¿Y? —pregunté dándole una probada al café, este estaba cargado y eso no me gustaba. Solo a Danny le gustaba—. ¿Qué me puedes contar de anoche? ¿Cómo llegué aquí y como supiste que este era mi departamento?

—Primero que nada, te iba a llevar a mi casa por tu alto nivel de abuso con el alcohol —juntó sus manos sin quitar su mirada de la mía—. Pero te negaste y tuve que ceder a traerte aquí, meterte a la cama y hacer que te durmieras.

—Diablos —cerré los ojos pasando una mano por mi frente.

—Luego —sobó sus manos lentamente tratando de seleccionar muy bien lo que iba a decir—. Sé parte de tu historia, Devin —soltó mi nombre dejando un espacio entre la última palabra. ¿cómo demonios podía haber sido tan inconsciente?

—¿De-Devin? —tartamudeé como si fuese absurdo.

—No trates de jugar con mi cabeza que ya está lo suficientemente confundida.

—¿Qué fue exactamente lo que te dije? —dejé la taza en el suelo en medio de mis pies.

—No sé si llamarlo todo, pero fue bastante —suspiró—. ¿Prefieres aclararlo en estos momentos?

Everything Is Grey ✧ SR.  » I «Donde viven las historias. Descúbrelo ahora