60. Tómame.

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—¡Devin! —gritó Colby cuando me acerqué a él con el labio roto.
En el camino me encargué de verme como si me hubieran dado un golpe en la boca—. ¿Estás bien?

—Algo —me limpié el labio, sangraba más de lo que creía—. Pero no me duele nada —le sonreí, en mi interior no dejaba de gritar por todas las cosas y no por el labio.

—¡Me importa una mierda si te duele o no te duele, ese hijo de perra se las verá conmigo! —dio unos pasos lejos de mi.

—Respeta, porque su madre es igual que tu madre —lo tomé del brazo. Tragué saliva, ese sabor a hierro me causaba enormes nauseas.

—No lo defiendas.

—No lo hago, solo defiendo a las madres por igual. Ellas no tienen la culpa que sus hijos les hallan salido imbéciles —me encogí de hombros—. Solo mándalo a prisión y listo, allá se lo cojeran todos los días y será una perra infeliz.

Lo pensó unos segundos.
—No puedo —se soltó y siguió su camino hasta la celda, lo seguí casi corriendo pero ya era tarde. El sujeto ya estaba en el suelo y Colby apretando los puños a la vez que le gritaba fuertemente.

—¡Te está mintiendo! ¡abre los ojos! —se defendió—. ¡Ella no es lo que crees, pedazo de idiota! ¡te está manipulando como a todos los otros!

Colby lo siguió golpeando hasta que un oficial apareció para alejarlo. Intenté detenerlo porque no deseaba que fuese él quien terminara en la cárcel, pero mi fuerza no era suficiente.

—Tranquilo señor o tendremos que arrestarlo —comentó lo que temía.

—¿Sabe qué? —respondió cansado—. Envíelo a prisión.

—¿Por qué debería hacerlo?

—¿Por qué? ¡por qué golpeó a su hija!

—Y usted lo acaba de golpear a él, debería llevar a ambos a prisión.

—Vamos a conversarlo, ¿está bien?

—Venga a mi oficina —caminó lejos y Colby lo siguió molesto.
Miré al hombre en el suelo, su mirada era odio puro. No tenía ganas de mirarlo o pasar más tiempo con él, así que salí de la comisaria, esperaría a Colby afuera.

El labio aún me sangraba, escupí varias veces sobre la vereda, no se quería cortar el flujo excesivo. No podía estar más nauseabunda.

"No entiendo porque lo haces, y tampoco espero que me lo digas"

No le respondí, ni siquiera quería discutir. Solo quería volver al hotel y golpear un par de cosas, tenía mucha adrenalina y odio corriendo por mis venas que debía dejarlo ir.
Mis puños se apretaron a cada lado de mi cuerpo, cerré los ojos intentando contar hasta díez pero era casi imposible.

"Devin"

"Uno, dos..."

"Devin."

"Tres, cuatro..."

"¡Devin!"

"Cinco, seis..."

—Devie.

—¡Qué! ¡qué mierda quieres! —grité.

—Acabo de decir tu nombre, no te he estado fastidiando.

—Es que yo... su voz... yo solo... —suspiré—. ¿Qué quieres? —sobé mis ojos cansada.

—He terminado, ya podemos irnos.

—Está bien —me alejé unos metros para poder respirar con libertad, pero minutos después sentí su presencia detrás de mi.

Everything Is Grey ✧ SR.  » I «Donde viven las historias. Descúbrelo ahora