8. Ten un buen día.

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Miré por la ventana y varios fanáticos de aquella zona iban al evento con sus camisetas de sus luchadores favoritos. Estaba segura que yo no usaría una.

Tomé mi mochila de la rústica cama y caminé directo al baño a cambiarme de atuendo.
Abrí la mochila tomando la ropa que me había dejado Danny y con melancolía me quité los pantalones, pasando los otros por mis piernas. Me quedé con la camiseta negra que traía debajo de la camisa, me puse las botas de combate que había traído en la mochila y mi gorro.
Estaba lista, sólo necesitaba tomar aire y recuperar mi confianza pérdida.

Revisé la mochila sacando un cigarrillo y en dos segundos ya lo había encendido, dejando que ese humo recorriera mis pulmones completamente.

—No me importa si ellos son más grandes que yo. No me importa si ellos son más fuertes que yo. Pero ellos no son mejores que yo —susurré dejando todo en la mochila. La cerré y salí del baño, pero antes me aspiré todo el cigarro, luego apagué la colilla en mi mano; la tiré dentro del papelero.

Volví a salir, tiré la mochila sobre la cama ya que pasaría una noche aquí y luego, me conseguiría un lugar donde quedarme que no fuese tan ostentoso como este.

Miré la hora en mi teléfono y al darme cuenta que solamente faltaban cinco minutos salí de la habitación con mi chaqueta y mi teléfono en la mano. Tomé las escaleras calentando un poco los músculos. Estaba oscuro. Me costaba ver mis propias manos.

Guardé el teléfono en mi bolsillo para ponerme la chaqueta, el portero me abrió pero al verme de esta manera solo giró la cabeza. Debí suponerlo.

Seguí mi camino, no me importaba lo que ellos pensaran de mi, yo sólo tenía una misión y si fracasaba lo volvería a intentar hasta poder cumplirlo porque nada más me importaba desde este momento.

Caminé a paso seguro hasta ver el coliseo delante de mi, estaba completamente lleno por fuera y he de imaginarme como estaría por dentro. Un caos absoluto.

—No se puede entrar sin boleto —el guardia le decía a unos cuantos chicos que trataban de sobornarlo.

Esquivé eso y seguí caminando hasta llegar a la parte trasera del lugar, miré todas las posibilidades de cruzar pero eran casi nulas. Miré todas las partes del enrejado, hasta que di con un pequeño agujero en la parte de abajo. No lo pensé mucho y me armé de valor para intentar pasar.

Cuando iban cruzando mis caderas mi cuerpo ya no se movió. Demonios.

Hice fuerza con mis antebrazos sobre el asqueroso suelo y por suerte, mi cuerpo se safó dejándome seguir avanzando. Cuando mis pies cruzaron completamente me levanté, me quité el polvo y miré mi alrededor para estar segura de que nadie lo había visto. Por suerte, nadie estaba presente.

Entré al lugar y todo era más grande desde este punto de vista. Las luces, los armamentos, las cámaras; absolutamente todo era más asombroso desde ese punto.
Nadie se percató de mi presencia, por lo que, recorrí el lugar buscando a la mujer que tanto odiaba Danny, Stephanie McMahon. Que nombre tan repulsivo.

—Oye tú, ¿sabes dónde está Stephanie McMahon? —le pregunté a un hombre con una libreta en sus manos, pero este negó confundido de saber quién era yo. Seguí caminando y me topé con otro, pero nuevamente negó con la cabeza, si no sabían entonces ¿qué hacían trabajando en este lugar?

Caminé por el pasillo más largo sin mirar el piso —no estaba acostumbrada—. Esta vez era momento de aprender a no dejarme pisotear y sentirme mejor que otro ser humano para que nada me afectara, les caiga bien o les caiga mal eso no ha de importarme.

—Recuerda poner a los pesos cruceros como la semana pasada —la voz de esa mujer se escuchó al final de mi camino. Caminé más rápido hasta que la vi con uno de esos hombrecillos que me había topado anteriormente, me acerque y tocí para llamar su atención— ¿quién eres tú y como haz llegado aquí? —preguntó sin más.

Everything Is Grey ✧ SR.  » I «Donde viven las historias. Descúbrelo ahora