Lo de pensar una idea para el enemigo invisible parecía mucho más sencillo en la teoría, pero ahora que te has puesto a hincar codos, apuntando tus ideas como garabatos sobre una servilleta, te das cuenta de que en agujeros como este los recursos son más bien limitados, y cuando los recursos son limitados, las ideas para fastidiar a tus peores conocidos también lo son. Porque por mucho que intenes mezclar cubiertos de plástico con agua con gas, no es probable que salga algo genial ni catastrófico.
Más bien patético.
"Si al menos conociera un poco mejor a ese cabrón bipolar..." Murmuras para tus adentros, sin dejar de enredar tus dedos en el pelo.
Pero cuanto más has tratado de adentrarte en las profunidades de tu descarrilado tren de la memoria, más te has dado cuenta de lo poco que conoces a esta gente, y aunque no tienes ni la más mínima intención de que la situación cambie, la verdad es que no te importaría disponer de algo de información adicional. Lo peor es que el tiempo pasa sin que tú le importes una mierda, y cada hora que pierdes pensando en ideas absurdas, es una hora menos hasta que llegue el día límite. Que, ahora que lo piensas... ¿era el...?
"¿¡Miércoles?!" Espetas en un respingo cuando tus ojos ven el círculo rojo dibujado sobre el calendario de la cafetería.
Sep. Blanco y en botella. Te quedan menos de dos días para sacar algo en claro.
"¡Joder, joder...!" Porque te niegas a tener que hacerle algo bonito a ese pequeño cabrón. Ni de coña, antes la muerte. Y da igual que la cosa esta del demonio sea anónima, no serías capaz de dormir contigo mismo si tuvieras que hacerle un marco de cartulina y macarrones.
Eso ya sería caer muy bajo.
Y por si la tensión del momento no fuera poca, justo en este intante observas por el rabillo del ojo la figura de Clarky, que acaba de entrar en el comedor. Ah, joder, viva la fiesta, por qué no. En un acto reflejo te levantas con la mirada gacha de tu sitio, dispuesto a ponerte a la cola de servicio lo más disimuladamente posible. Parece que no te ha visto, y esperemos que la cosa se mantenga así. No has vuelto a dirigirle la palabra desde la última intervención que tuvisteis, y ojalá no se cambia el rumbo de la situación, porque lo último que quieres es tener que malgastar saliva de ese modo. Al parecer a él tampoco le haces demasiada gracia ya, porque por el momento no ha vuelto ni a pisar tu celda. Ahora sólo te vienen a despertar los gorilas del bueno de Bob, si no viene él mismo. Como en los viejos tiempos, lo cual se agradece.
Aunque ya no se saboree igual.
No te das realmente cuenta de que avanzas por la cola con los hombros algo encogidos, el cuello erizado, porque estás terriblemente alerta. Por un momento crees sentir todo lo que está pasando en la habitación. No es algo inusual, la verdad, pero normalmente sueles bloquearlo con bastante facilidad. Es la ventaja de mantener la boca cerrada salvo cuando sea necesario: gastas tus energías en otra clase de cosas.
"...no sé yo que te diga, Sam..."
Espera, ¿de que te suena ese nombre? Inconscientemente alzas la cabeza por encima de tu hombro, viendo a un par de metros a la futura churri de Jack, hablando con un tipo bajito, algo desgarvado, feucho más bien. La verdad es que la tipa, si no tuviera cara de no haber dormido en tres siglos, sería bastante atractiva. Pero entonces en tu cabeza enlazas todos los datos, y te salta la voz de alarma.
"Hostia..."
"Venga, por favor. Imagínate el ridículo que haré si me presento sin nadie..."
La tal Sally rueda casi imperceptiblemente los ojos, abriendo una fina sonrisa de compasión.
"De acuerdo, me lo pensaré."
Sabes al dedillo que eso es lo más parecido que una mujer pueda decir educadamente a "jamás en tu puta vida", pero parece que al tal Sammy Sam le basta para darse por satisfecho. El capullo se va tan campante, como si hubiera conseguido su primera cita o tú qué sabes. El caso es que aquí sólo puede haber un final, y si hay que limpiar el camino, pues te tocará hacer el trabajo sucio.
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SWEET DREAMS
Mystery / ThrillerUn asesino psicópata que salta más allá de la ficción. Una loca perturbada que no sabe distinguirla. Otras clases de desequilibrados mentales. Y toda una vida para planear su jaque mate. Encerrados en el manicomio sin saber que los otros existían. ...