Hell-o-ween

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Están flipando contigo y lo sabes  sin ni siquiera tener que darte la vuelta para comprobarlo.

Es casi seguro que, justo al umbral de la puerta, se estén apelotonado todos los puñeteros celadores habidos y por haber de este maldito psiquiátrico sólo para verte. Puede que incluso algún que otro farmacéutico de esos que ves muy de vez en cuando, pues ninguno tiene los cojones suficientes como mantenerte en tus trece una hora completa que duran sus sesiones.

Y mucho menos para meterte la droga por el gaznate.

Podrían ser sólo paranoias tuyas, pero tampoco te apetece demasiado darte la vuelta para corroborarlo, porque eso le daría a tu público cierto aire de satisfacción, de superioridad, cosa que no te conviene en absoluto. Aunque sí que lanzas furtivas ojeadas por encima del hombro de rato en rato.

Todas esas miradas te producen un incómodo cosquilleo en la espalda.

Lo que no entiendes es por qué hay tanto revuelo.  Que tú también te sabes comportar como un ser humano que eres, maldita sea.  Bueno, cuando te da la gana.

Ni que necesitaras golpear la cabeza de algún ingrato hasta que sus huesos comiencen a chasquear para calmar los nervios.

Aunque sabes perfectamente lo que están pensando. Creen que sus puñeteros tratamientos están dando efecto, que por fin progresas y que vas a recuperarte de tus paranoias gracias a su atenta ayuda. ¡Ja! 

Pues si eso es lo que esperan, ya pueden hacerlo bien sentaditos.

Un psicópata como tú no se hace: nace.

"Y con esta van cuatro." Canturrea victorioso tu contrincante, situado al otro lado de la mesa.

Esa voz te saca de tus pensamientos, devolviéndote al instante a la realidad en la que estabas metido hace sólo medio minuto.

No puede ser:

"¡Joder, tío!" Espetas al comprobar su nuevo movimiento. "¡Eso no vale!"

"Eh, no es culpa mía que seas un poco torpe para estas cosas."

¿Torpe, tú? ¡Já! ¡Jamás! ¡Y una mierda! ¿Tú? ¡Já! ¡No!

Aunque, mirando de nuevo las piezas que tienes ganadas, dos para ser exactos...

Nah, es sólo que aún estás medio dormido.

"Odio este juego." Declaras como un niño pequeño, pensando tu proxima jugada con la cabeza reposada sobre una de tus manos.

"Hey, eras tú el que dijo que sabía jugar a las damas." Carcajea tu oponente con su estridente risa, a la que tú más o menos ya te estás acostumbrando.

"Dije que sabía, no que fuese bueno." Te quejas de nuevo, moviendo una de tus fichas rojas sobre el tablero. 

Otro escalofrío vuelve a recorrerte la espalda, haciendo que casi se te caiga la ficha de entre los dedos.

"¿Cuántos están mirando todavía? "

Jack levanta la mirada unos instantes, comprobando discretamente la escena con sus ojos hundidos en sombras.

"Dieciocho. El 5%."

"Algún día me dirás como coño sabes eso."

"Algún día, pero no hoy. Mira, vamos a hacer una cosa." Prosigue, apartando todas las fichas del tablero con una sola mano. "Volvamos a empezar. Ahora apostamos, para hacerlo más interesante; el que pierda tiene que abrir el show de hoy, ¿vale?"

Genio es el nombre de aquel al que se le ocurrió utilizar esa expresión en esta parte del mundo. Anda que...

Tu mirada vuelve a desviarse hacia atrás, donde, con una perversa sonrisa, miras de reojo a todos los celadores que tienen la cara pegada a los cristales que dan a la sala de recreación, haciendo que se encojan un poco.

SWEET DREAMSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora