Estaba cansado, aburrido y algo frustrado. El nuevo chico que ha contratado mamá es un estorbo, tan solo llevo un mañana con él y lo único que ha hecho es molestarme o insultarme. Nos hemos peleado más de cinco veces; en sí, cada vez que me cruzaba con él en el pasillo o la sala, cuando salía para ir al baño o a por un vaso de agua. Siempre estaba allí, con una frase ingeniosa que soltar para molestarme. Encima, se quedaba a comer, o sea, su horario era de nueve de la mañana a diez de la noche. Comía y cenaba en casa. ¡Nos gorroneaba comida por la cara! ¿Es que mi madre no iba a darse cuenta nunca? No voy a dejarme ayudar. Estoy cansado, todos sienten pena por mí. “Mírenlo, si tan solo es un pobre ciego”.
No, no, no.
Yo me valgo por mí mismo, y, aunque necesite algo de ayuda al cruzar la calle, no necesito que nadie me guíe. Soy mayorcito. Llevo casi año y medio con esto, y tengo asumido que no hay nada que pueda remediar a estas alturas.
Soy un ciego. “Un pobre ciego”.
Cerré la puerta palpando con mi dedos, rozando el lavabo y apoyándome en él. Aunque no lo pareciese, recordaba mi casa aún. Mi madre se encargó de que nada cambiase de lugar cuando, hace algún tiempo, decidió a hacer una pequeña reforma para pasar mi habitación a una pequeña guardilla al lado del salón.
Ella me explicaba cómo era todo ahora pero no lograba imaginármelo. Los colores, el jarrón nuevo en la entrada...
Agarré el dobladillo de mi jersey de lana y lo subí hasta sacármelo del todo. Sintiendo un aire frío repentino rozar mis costillas. Traté de no tocar mi piel con las manos frías y empecé a tirar de la hebilla del cinturón algo más rápido que antes, deseando poder calentarme con algo de agua tíbia. Me deshice de mis pantalones, sacando los calcetines de mis pies calentitos al mismo tiempo. Fui palpando a mis costados hasta toparme con la ducha. Abrí la manilla del agua caliente tocando con mis manos para notar como se regulaba la temperatura.
Me acerqué al armario donde mamá colocaba siempre las toallas y lo abrí de par en par, agarrando una cualquiera, la puse sobre la tapa del inodoro y bajé mis bóxers, dejándolos en el suelo, al lado del resto de la ropa que me acababa de sacar.
Uno de los inconvenientes de ser ciego es que debes tener las cosas muy a mano y ordenadas, si no, puedes pasarte eternidades para encontrar una simple prenda de ropa. Esto lo había aprendido unos días después de volver a casa con mi “nuevo yo” a cuestas. Recuerdo haber tenido que llamar a mi madre para que me ayudase a encontrar un calcetín extraviado que, al parecer, tenía frente a mis narices.
Sacudí mi cabello para separarlo de la frente y metí un pie en la plataforma de la ducha. También recuerdo cuando mamá hizo cambiar la bañera que había antes aquí para que me sintiese más seguro. Al principio temía meterme en la ducha porque le tenía pavor a resbalarme con el jabón o algo por el estilo.
Cerré la cortina y noté el agua casi hirviendo sobre mis hombros. De una manera u otra, se sentía bien, relajante.
Cerré los ojos-Para lo que me sirven-y me puse de cara al caliente chorro de agua que caía directamente sobre mis mejillas y frente, dejando todo mi flequillo hacia abajo, tapándome la cara. Algún día tendré que cortármelo. Algún día...
Empecé a tararear una canción mientras trataba de saber cuál era el bote de champú y cuál el de gel. Gracias a lo poco que quedaba dentro del bote pequeño descubrí que era ese el que dejaba mi cabello lacio bien brillante-o eso recordaba-.
Sonreí mientras ponía champú en la palma de mi mano y la juntaba con la otra, para después tirar de mi cabello hacia atrás, acariciando cada milímetro desde mi frente hasta mi nuca, todas las hebras de mi cabello. Volví a colocarme bajo el agua, notando como la espuma bajaba por mi pecho. Agarré el bote de gel e hice lo mismo que con el champú pero esta vez pasándolo por mis brazos y pecho, bajo las axilas y en la pelvis.
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You look blurry [Larry Stylinson AU]
FanficLouis; un joven de veinte años con una ceguera de por vida y un gran carácter; y Harry; un chico de dieciocho muy espontáneo y totalmente distinto al ojiazul. Mientras Harry habla abiertamente de su sexualidad, Louis ni siquiera es capaz de aceptar...