You look blurry [Larry Stylinson AU]

Capítulo 10: Cosas de hombres

Mi vida, desde siempre, ha sido aburrida y monótona. Nunca he hecho ninguna locura; ni he salido hasta pasada media noche, ni he bebido hasta vomitar en la alfombra de la entrada, ni siquiera me he dí el lujo de comportarme de forma rebelde en mi adolescencia(quitando las estúpidas ropas oscuras y los repentinos caprichos); tal vez por eso ahora siento una pesada y molesta carga a mis espaldas. Ya no podré hacer todo aquello que dejé pasar, porque, mierda, estoy ciego. Y siempre que creo haberlo aceptado vuelvo a caer en la cuenta de que no seré capaz de conocer mi propia apariencia,  jugar a fútbol, ni ver a Lottie o a mamá crecer...

¿Cómo voy a conseguir una familia sin siquiera ver con quién me caso? ¿Y mis hijos?

No entiendo porqué esto tuvo que ocurrirme a mí; un chico joven con una larga vida por delante. No entiendo por qué las desgracias nunca parecen acabar y siempre detrás de una aparece otra más. Y, siendo honesto, me preocupa no llegar a nada en la vida solo por mi discapacidad.

Nunca me había preocupado por cosas como éstas antes, es más, solía ser un chico totalmente despreocupado y pasaba la mayoría del tiempo evitando encontrarme con la realidad, pero ahora siento que todo es distinto, que debo tener alguna meta que seguir y llegar a sentirme realizado, completo, confiado y sin miedo.

Supongo que la realidad me encontró a mí.

-¿Otra vez comiéndote la cabeza con tonterías,  Louis? -Preguntó un voz grave a mi lado logrando que volviese a la tierra y que, además, un escalofrío recorriese mi espalda de arriba a abajo. Suspiré y recordé que tenía la cabeza apoyada sobre las piernas de Harry, y que debería levantarme si no quería que nadie nos viese de esa forma, más que nada porque sería endemoniadamente embarazoso, ya que, aunque apenas salgo de mi habitación, el ruloso me convenció-puede que más bien sobornó- para que nos quedásemos en el sofá de la sala, alegando que era prácticamente lo mismo pero que podría tener una televisión con la que entretenerse mientras fingía prestar atención a lo que le decía; no supe captar si aquello fue una broma.

-No son tonterías. -Me quejé acomodándome en el sillón y dejando de sentir la agradable sensación de los dedos de Harry acariciando y despeinando mi cabello. Él permaneció en silencio hasta que me senté a su lado y colocó una de sus manos, que seguía encontrando gigantes a comparación con las mías, despreocupadamente sobre mi rodilla.

-Seguro que lo son. -Murmuró quitándole importancia.- ¿Qué era esta vez? ¿Las pesadillas de nuevo?

-No, no he vuelto a tener pesadillas. -Murmuré. Era vergonzoso que me recordase aquella vez en la que empecé a gritar en sueños durante una de mis muchas siestas durante el día. Dori tuvo que despertarme ya que todos en casa se habían asustado. Además, y por si fuera poco, no hice más que reclamar la presencia de Harry; ni siquiera sé del todo por qué le necesitaba. Aún recuerdo la sensación de sus largos brazos a mi alrededor aquel día, deshaciéndose de gran parte de la oscuridad que me consumía. Ahora, el muy estúpido, no deja de recordármelo. -¡Y deja de decirlo como si fuese una estupidez! -Reclamé con voz chillona. Solté un suspiro y fruncí los labios poniéndome serio. -Estoy preocupado por mi futuro. -Dije sinceramente. Él de pronto soltó una escandalosa carcajada que trató de parar sin éxito al ver mi expresión. -No tiene gracia.

-No...¡No me río de ti! Es solo que... vaya, no esperaba eso. -Fruncí el ceño.

-¿Porqué? Tengo todo el derecho a estar preocupado. -Dije, alejándome inconscientemente unos centímetros del cuerpo del rizado en el sofá.

-Oh, sí. Claro. -Balbuceó acercándose a mí de nuevo sin apartar la mano de mi rodilla. Me quedé en silencio por un rato, tan solo escuchando nuestras respiraciones y, de vez en cuando, el latido acompasado de mi propio corazón.