C A P Í T U L O | O N C E

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Matías le había confesado todo. Las lágrimas empapaban poco a poco el rostro de Yoel, quien se encontraba inmóvil, incapaz de detener el temblor de sus manos, las cuales habían perdido el calor. Su rostro se hallaba pálido, se sentía fatal. Su cerebro repasaba la información lentamente, procesando aquel golpe de realidad que encogía su corazón. Su padre no era tan malo después de todo.

"¿Ellas están aquí?" dijo su padre, haciendo alusión a la morena y a la peliazul.

"En mi cuarto, dormirán allí." Con cuidado, ayudó a su padre para llevarlo a su cuarto, acostándolo en la cama para traer el botiquín de primeros auxilios y así, curar parcialmente sus raspones. Tardó unos cuarenta minutos en vendar, limpiar y desinfectar, pero en pocos días estaría mejor. Guardó todo y fue a llamar a Antonella y Melanie.

"¿Sucede algo?" Melanie se levantó, caminando hacia él.

"Mi padre quiere conocerlas." A paso lento, los tres jóvenes caminaron hasta la habitación donde el hombre yacía acostado y dolorido. Antonella y Melanie ingresaron detrás de Yoel.

"Bellas jovencitas has escogido." Una sonrisa de aprobación hacia su hijo. "Mi nombre es Matías Ramírez, es un gusto conocerlas." Estiró su mano para entrelazarla con ambas chicas a modo de saludo educado.

"Mi padre tiene un contrato que concluye dentro de tres semanas, lo que quiere decir, que su contrato y el mío concluirían en el mismo instante junto con suyo." Explicó Yoel mientras dejaba que su padre descansara unos segundos su garganta y relajase su cuerpo.

"Exacto." dijo. Melanie y Antonella sintieron cierto alivio al saber que sus días de infierno se acabarían al fin. Tres años que  llegaban a su final.

Faltaba poco para poder estar en libertad.

"Por favor, acepten las disculpas de un hombre que ha tomado decisiones erróneas." Pidió Matías con sincero arrepentimiento.

"Descuide, nosotras también las hemos tomado." dijo Antonella, para luego mirar a Melanie asentir.

La pizza había llegado y en cuestión de minutos, se había acabado. Matías permanecía dormido y Melanie se acomodaba en la cama de Yoel para descansar antes de irse al prostíbulo de Ferrero donde el padre del mayor trabajaba. Antonella, por otra parte, se había quedado viendo una película en la sala. "The lovely bones" o "Desde mi cielo", se encontraba en pantalla. La triste historia de una niña de nombre Susie Salmon, quien fue asesinada a manos de un vecino que quiso abusar de ella y que, en su transición al más allá, intenta desvelar al asesino enviando señales a sus padres. La historia era maravillosa, a la par de desgarradora e inquietante. Pensar que de verdad existen hombres así afuera le causaba repulsión. Yoel se había sentado al lado de Antonella, distanciando sus cuerpos con un tazón de palomitas. El final era tan emotivo que la morena no pudo contener las lágrimas.

"Mi nombre es Susie Salmon, como el pez. Tenía catorce años cuando fui asesinada..."

"Joder, vaya película." Yoel se inclinó para cambiar de canal una vez que los créditos aparecieron en pantalla, pero Antonella no podía dejar de llorar, pues imaginaba en su mente lo triste que sería para la familia de Melanie si ella muriera, porque su padre y su hermano le querían.

No como sus padres, que deben odiarla desde el día en que se fue.

"Antonella..." Pasó su abrazo alrededor de sus hombros con tristeza, abrazándola en un intento de consuelo. Ella se recargó contra su pecho, mojando con sus lágrimas la camiseta blanca de su acompañante. La sola idea de imaginarse a su amiga sin vida le causaba una puntada al corazón inposible de frenar.

La mano de Yoel se movía suavemente alrededor del hombro de la oji-verde, logrando calmar sus sollozos hasta cesar completamente. Se incorporó, secando sus lágrimas y sonrió apenada.

"Lo siento." Yoel apagó la televisión y guardó las palomitas en el microondas, volviendo con Antonella.

"¿Quieres dormir un poco?" Su voz era suave a medida que se acercaba a ella.

"Por favor." Se puso sobre sus pies, esperando a que le dejase ir con Melanie, pero su acción acabó por sorprenderla.

"Ven conmigo." Yoel se sonrojó al momento de decirlo y Antonella sintió ternura. Juntos, se dedicaron a acomodar unos dos colchones en la alfombra, colocaron unas sábanas, un cobertor y un par de almohadas para cada uno descansar hasta que la medianoche se acercase. Yoel se acostó del lado derecho y Antonella del lado izquierdo.

"¿Por qué eres tan bueno con nosotras?" dijo en un susurro, quedando de frente al rostro del pelirrojo. Observó sus ojos, los cuales eran de un color verde profundo, penetrante, similar a los suyos.

"Cuando tenía diecisiete, conocí a una chica que iba a trabajar para mi padre." Su voz era baja, suave mientras explicaba. "Cuando fui por ella, quede enamorado." Sus ojos comenzaban a cristalizarse.

"Tranquilo..." La mano de Antonella acogió su mejilla, acariciando esta con sus dedos.

"Quise salvarla, juro que hice todo lo que pude para salvarla..." Poco a poco, su voz se iba quebrando. "Cuando fui por ella, la encontré muerta en la cama, mientras un hombre la follaba sin darse cuenta de lo que ocurría." Cerró sus ojos y suspiró, intentando alejar sus ganas de llorar. Antonella le abrazó por la cintura, intentando ser ella quien pudiese consolarle.

"Tenías una historia, ¿lo ves?" Sonrió. Él alzó la vista y sonrió agradecido.

"Ustedes me recuerdan a ella. Tú más que nada." Confesó.

"¿Sí?"

"Así es. Y no quiero que nada las suceda."

"Estaremos bien." Sin pensarlo, Antonella juntó su cuerpo al de Yoel, quien no tardó en pasar su brazo alrededor de la cintura de la morena. Sus respiraciones volvían a estar juntas, pero el deseo de besarse no se encontraba presente. El simple sentimiento de cercanía, de sentir el calor del otro era lo único que los mantenía unidos, con sus ojos fijos en los ajenos. Un abrazo suave, sutil y muy bienvenido.

"¿Y si no es así?"

"En tres semanas, ¿qué puede salir mal?"

Seduced and Cheated <yrp> ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora