C A P Í T U L O | S I E T E

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Las manos de Antonella y Melanie temblaban cuando el auto se detuvo en el aeropuerto parisino. De repente, tres boletos de avión aparecieron en escena, sostenidos por la mano del chico cuyo nombre aún era desconocido.

"Vale, les quitaré la venda, pero por favor no griten." Con cuidado, retiró la venda de los ojos y labios del rostro de Melanie, ayudándola a colocarse de pie para acomodar su vestido, sus zapatos y su cabello. Una sonrisa de agradecimiento hizo aparición en sus labios, siendo correspondida por un asentimiento por parte del pelirrojo. Se acercó a Antonella, acariciando con la yema de sus dedos el rostro maltratado de la menor, retirando primero el pañuelo que se hallaba en su boca, haciendo que al instante ésta se lamiera los labios para humedecerlos, tragando saliva al mismo momento. Un escalofrío recorrió el cuerpo del muchacho al ver la boca de la morena, imaginando todo tipo de obscenidades. Alejando sus sucios pensamientos, alisó el cabello de la oji-verde con sus dedos, ayudándola también una vez que sus ojos fueron descubiertos.

"Ya está, guapa." Joder, pensó.

"Umh, gracias..." Alargó un poco la "s" en espera de que él le dijese su nombre.

"Yoel." Se atrevió a responder. El nombre le parecía precioso y digno de un muchacho como el que tenía en frente.

Por más duro que fuese admitirlo para ella, no negaba la existencia de una extraña e incómoda conexión que era jodidamente irresistible e imposible de cortar. Por más duro que intentase, los ojos de Yoel le atraían mucho. La forma de estos, el color variante entre tono grisáceos, verdosos e incluso ciertos tonos celestes. El grosor de sus labios rosados, los cuales lucían maravillosos cuando brillaban luego de ser relamidos, o cuando los dientes propios mordisqueaban el inferior, intensificando su color. La sonrisa que éste poseía era digna de admirar, de observar enternecidamente.

"Antonella, ¿acaso estás mirando a tu comprador?" La cruda realidad golpeaba su rostro tantas veces que podía sentir el ardor en ambas mejillas. Su conexión era con el hijo de otro proxeneta, probablemente de uno incluso peor.

"Una de vosotras deberá sentarse a mi lado."

"¿Y por qué no nos dejas el asiento doble a nosotras?" Antonella le hizo frente. A Yoel le gustaba cuando las mujeres eran fuertes de carácter, demandantes y sin temor a ser reconocidas como tal. Se acercó a ella, casi rozando sus cuerpos, susurrando sobre su oído.

"Porque así lo decido yo, ¿vale?" Un escalofrío recorrió la espina dorsal de Antonella, provocando que su corazón latiese frenético, haciéndola jadear cerca de su cuello.

Dios mío, pensó ella.

Abordaron el avión luego de atravesar el chequeo, entregar los pasajes y esperar a que avanzase la fila para encontrar sus asientos. Melanie optó por viajar individualmente para dejar a Antonella con Yoel.

Si bien la situación no era agradable, las miradas que cruzaban ambos jóvenes le llenaban de cierto humor positivo. Le hacía sentir esperanzas de que él no fuera tan malo después de todo. De que su vida tal vez, solo tal vez, comenzaría a enderezarse a partir de su regreso a España.

Antonella se colocó detrás de él, aguardando a que guardase su bolso en el compartimiento arriba de nuestros asientos. Cuando lo hizo, se decidió por el asiento de la ventana cuando la morena lo interrumpió, sujetando su brazo. Sus miradas volvieron a conectarse.

"¿Me dejas ese sitio, por favor?" murmuró con las mejillas sonrojadas, bajando su mirada apenada. Una risita se escapó de los labios de Yoel, cediéndole su asiento. Antonella se acomodó y miró hacia la ventanilla, observando la pista y el cielo.

Yoel, por su parte, no podía quitarle sus ojos de encima y sentir su corazón encogerse cuando examinaba su cuerpo, encontrando moretones, rasguños y alguna que otra quemadura de cigarro. Una peculiar en su nuca le llamó la atención y sin darse cuenta, se hallaba pegado a su cuello, a punto de tocar la cicatriz cuando la oji-verde se volteó, quedando a centímetros de sus bocas. Sus respiraciones eran lentas.

"Umh, lo siento. Estaba mirando tu cicatriz." Se excusó Yoel, retirándose lentamente hasta yacer en su asiento, quedándose inmóvil. Sin embargo, su mirada siguió bajando hasta que su sangre se heló, pues unas cicatrices horizontales permanecían en su antebrazo derecho.

Yoel no era mala persona. De hecho, si él hubiese podido elegir, se hubiera quedado junto a su madre y a Saray, a quien no ve hace más de diez años. Pero reconocía que gracias al trabajo de su padre había conocido a Antonella. Conocía una parte muy pequeña de su historia: una chica que se escapó de la casa de sus padres luego de una discusión y que acabo en París en busca de su amor cibernético, quien la engaño y la hizo acabar en un prostíbulo. Sabía que eso no era lo que ella esperaba ni mucho menos, pero él era consciente de que la vida puede ser traicionera.

Desde lo sucedido, Antonella se prometió a su misma luego de un día de trabajo ser mejor, tomar más conciencia y enderezar su camino. También se prometió que cuando pudiese salir de ese calvario, ella y Melanie se irían juntas a estudiar. Y prometió enfrentar a sus padres para pedirles perdón, aunque ella sabía que no le perdonarían en lo absoluto.

"Yoel." Antonella le llamó, haciendo que voltease a verla. "¿Puedes pedirme algo de beber? Me siento fatal." dijo ella, recargando su cabeza en el asiento. Lo cierto era que su rostro estaba más pálido que antes y eso a Yoel no le gustó. Se incorporó para tomar su bolso, sacando de entre su ropa una botella de agua y una bolsa de patatas fritas para la menor, dándoselas.

"Ten."

"Gracias." Sonrió y abrió la bolsa con discreción, comiendo unas cuantas patatas, seguido de un largo sorbo de agua.

Sea como sea, Yoel no permitiría que sufrieran de nuevo. Sentía que debía proteger a las chicas que le acompañaban hacia España. Y lo cierto era, que su padre no era muy exigente en el prostíbulo, pues no era conocido, pero lo jodido eran las personas que iban, y la sola idea de imaginar a esos tipos sobre ellas le revolvía el estómago.

Seduced and Cheated <yrp> ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora