[Dos años después]
Yoel se encontraba caminando con Saray hacia el retiro, esperando encontrar algo para el cumpleaños de la pareja de ella, quien cumplía años el veinte de marzo, a tan solo unos pocos días del suyo. Recorrieron tiendas, encontrando una camiseta de Dragon Ball Z, la serie favorita de su pareja. Compraron un helado y se dirigieron a un parque en donde sentarse y descansar un momento y a hablar de quién sabe qué.
"¿Qué pasa con aquella chica?" Yoel le miró.
"¿De quién hablas, Saray?"
"De la chica que te gustaba, ¿cómo se llamaba?"
Los recuerdos inundaron su cabeza. Recuerdos de una chica de cabello moreno y ojos verdes, cuya sonrisa iluminaba su vida, cuyas manos se sentían suaves en contacto con su piel, cuyos labios se sentían bien sobre los suyos. Ese inicio de dos mil diecisiete, esos primeros momentos en los que ambos eran libres. Ese momento en que le confesó su amor, pero ella solo decidió apartarse y decirle que lo mejor sería olvidarla, para luego partir con gran dolor.
"No he vuelto a saber de ella, hermanita." Sonrió con amargura, terminando su helado.
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"¿Quieres dar un paseo, hija?" Su madre se hallaba asomada desde la puerta de su habitación, observando cómo Antonella terminaba de ordenar su cuarto. Ella volteó y aceptó con una sonrisa, pidiéndole que esperase abajo.
Tomó su celular que estaba cargando, siendo recibida con un fondo de pantalla en el que Yoel era el partícipe, adornando la pantalla con su sonrisa mientras la abrazaba por la cintura y ella sacaba la foto. Era la última foto que se habían sacado juntos. Sonrió con nostalgia al recordar el momento en que se habían tomado la fotografía, acariciando la foto con su pulgar hasta que su madre le llamó la atención y le hizo asustar un poco. Caminó hasta el living donde su madre le esperaba con un vestido sin tirantes color negro a lunares blancos, su cabello caía sobre sus hombros en suaves ondas que le daban forma a la cabellera.
"Mamá, estás hermosa." dijo con una amplia sonrisa. Su madre había sido dada de alta por su terapeuta, lo que significaba que ya no tenía que tomar ningun antidepresivo más. Su padre había conseguido trabajo en un puesto de comida rápida y, aunque la paga no era bestial, era suficiente para cubrir los gastos básicos, más el dinero que ingresaba de parte de Antonella, quien había comenzado a trabajar en una tienda de ropa cerca de su casa junto a Melanie.
En cuanto a su apariencia, había cambiado su color de cabello por un color gris claro que le quedaba, segun su amiga, de maravilla. Desde año nuevo no había vuelto a hablar con Yoel, pero Melanie le mantenía al tanto de cómo se encontraba. En sus noches de pijamada, sin que ella lo notase era fotografiada por su amiga, quien a la vez mantenía al tanto a Yoel de cómo ella estaba.
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"Yoel, ¿no quieres volver a verla?" Saray le miraba expectante. Aunque tuviese gafas de sol, su mirada era calculadora y perforaba la sien derecha de Yoel.
"Seguramente debió olvidarme ya." Podía sentirse el dolor en su voz.
Saray pasó un brazo por encima de los hombros de su hermano, abrazándole para darle su apoyo. Él le sonrió y besó su mejilla en agradicimiento.
"Vamos a casa, mamá debe estar esperándonos."
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"Mamá, ¿puedes esperarme en la fila?" Pidió mientras se alejaba de ella y atravesaba el parque hasta un árbol. Se recargó contra este de forma que su cuerpo se hallaba escondido detrás del mismo, observando a un chico de cabellos pelirrojos protegidos con una gorra, acompañado de una chica con coleta y gafas de sol, incorporándose de una banca al otro lado del parque para luego caminar en dirección opuesta a donde ella estaba oculta. Mordió sus labios para reprimir un sollozo, cerrando sus ojos al sentir las lágrimas amenazar con caer por sus mejillas. De repente, una mano le hizo sobresaltar.
"Compré un helado de fresa y chocolate." Su madre estaba extendiendo en su mano libre un helado de cono, hasta que notó una lágrima que había dejado un húmedo rastro en su mejilla.
"Sí, solo me he refregado mucho el ojo." Sonrió mientras tomaba el helado, besando su mejilla agradecida y caminaban juntas lejos del parque. Ella volteaba de vez en cuando la cabeza para volver a verle, pero él ya se había ido.
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Seduced and Cheated <yrp> ©
Hayran KurguAutora: Agustina Rosane. Capítulos cada semana