Capítulo 6 • Noche de tragédias

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Bajé de el cuarto lo más rápido que pude. Ya me daba el exquisito olor a pechuga a la Milanessa. Aunque no lo crean mi pequeña estatura no me impide comer demasiado. Yo no me preocupo en ningún momento en mi figura. Algún día la gente dejará de juzgar por el cuerpo. Toqué suelo seguro y lo primero que encontré al subir la vista fue la cara furiosa de Mamá Lolo.

- Leylen, ¿ No te he dicho antes que cuando bajes a comer ya estés cambiada?
- Pero ma...
- Nada de escusas, te cambias ahora mismo y bajas. Tienes dos minutos y ya van 3. ¡Avanza!

No me quedó otra que correr. Correr como si me persiguiera un rabioso león. Busqué una ropa cómoda para la casa en las gavetas, me cambié y de nuevo salí corriendo.

- ¿Por qué empezaron a comer sin mí?
- Échale la culpa a tu tardanza Leylen. 2 minutos y 21 segundos tarde para ser más específica.
- Pero...
- ¡Ya deja la niña quieta Jauregui!
- No seas alcagueta Camila. Ya, sigamos comiendo.

Comimos todos juntos en la mesa, incluyendo a Danelly, la nueva chica que había llegado después de Carlos. Era mi nana y la "sirvienta". Toda la cena estuvo llena de silencio. Me pareció por un momento muy rara la actitud de papá. No dijo nada, absolutamente nada.

- ¡Llegó la hora del postre! Tenga Sra. Lauren, especialmente para usted. Un delicioso pastel de zanahoria. ¡Ah! Y el toque único de las almendras.

- ¡Gracias Danelly! Me acabas de alegrar el día.
- ¡Eso es un gran logro Sra. Sarcasmo!
- La frialdad los acompañe siempre.
- ¡Santé! (Salud en Francés) - contestamos todos.

Se esparcía por los rincones de la casa la temible risa de Mami Camila. Pero estamos preparados, cada cual puso sus tapones en los oídos mientras el vecindario se deleitaba de tan armoniosa destrucción.
Luego de unos quince minutos de contaminación auditiva suprema, pudimos por fin quitar los molestos tapones para ahora escuchar unas horribles detonaciones.

- ¿Qué está pasando papá? - dije tartamudeando asustada.
- ¡Sólo cúbrete!

Narra Carlos:

En ese mismo momento ocurrió como una explosión en la casa. Se rompieron dos grandes cristales a la vez en la entrada. Uno de los drones de gas, que se usan para la cocina fue impactado por una de las balas y en ese momento lo único que escuché fue un estremecedor boom.

- ¡Leylen, princesa, contesta!

Mi mente sólo me dijo : "Coje a tu hija y sal corriendo". Cojí una frisa y envolví su cuerpo lleno de sangre. Por lo que veo, al caer al suelo, se lastimó demasiado la cabeza, tanto así que lo que tenía en mis manos eran chorros de sangre. Me olvidé del mundo, de Camila, de Lauren, de todos. Sólo salí corriendo hasta que ví como el cuerpo casi sin vida de Danelly calló al piso. Lo único que pude hacer en todo el ajetreo fue gritarle a Lauren. Rápidamente ella miró y quedó traumada en la escena. Cuando Camila miró aquello le bajó una lágrima a la mejilla y cayó en el suelo mareada de la impresión. Yo sólo salí corriendo. Leylen todavía estaba inconsciente. Ya han pasado unos tres minutos y la niña no responde. Sigo corriendo hasta que llego a la clínica más cercana y me doy cuenta que están a punto de cerrar. Sólo me queda rogarle un poco de misericordia.

- ¡Ayuda por favor! ¡Mi hija no responde, no responde!
- ¡Por favor, cálmate! Ponla allí en la cama. No te preocupes, todo estará bien.
- Sólo le pido que la restablezca, sólo eso.
- Confíe, todo saldrá bien.

La mujer que me atendió se esfumó por el pasillo de la clínica sin dejar rastro alguno de sangre. Yo sólo los seguí y miré a mi hija un poco por el cristal hasta que taparon el cuarto con la cortinas.

Narra Lauren :

- Camila, ¿qué vamos a hacer ahora?
- ¡Llama a los bomberos! ¡No sé!
- No encuentro el celular. ¡Maldita sea!
- ¿Qué pasó?
- Explotó en el piso.
- ¡Salgamos de aquí! Ya el humo me tiene mareada.
- Corre, al lado de la plaza hay un teléfono monedero. Son como 3 minutos.
- Échate a Danelly al hombro, corre a la clínica, que yo llamo a quien sea.
- ¡Ten mucho cuidado Camila!
- Igual tú.

Nos dividimos y yo salí como pude de allí entre prácticamente escombros. Lo único que pasaba por mi cabeza ahora era mi Leylen. ¿Dónde estará? Piso la ascera de la entra a nuestra casa y pisé un sobre blanco que parecía tenía algo dentro. Lo guardé en el bolsillo y me orienté hasta encontrar una salida hacia la clínica.

Viendo Un Mundo a Multicolor (En EDICIÓN) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora