14.- Roto

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Es tan complicado todo esto. No entiendo aun del todo lo que estuvo a punto de pasar, tanto que aun sigo en el suelo, mirando a Glenn con su mano extendida hacia mí. Veo que mueve los labios, dice algo, pero sigo sin escuchar.

— Jacey, vamos— logro al fin escuchar. Y mi mano temblorosa se alza para tomarla. Mi cabeza da vueltas cuando me pongo de pie, mis piernas tiemblan como gelatina, que de no ser porque Glenn me está sosteniendo volvería de cara al piso— ¿estás bien?

— ¿Qué?— balbuceo. No entiendo nada, quiero irme lo más pronto de aquí, a donde sea. ¿Lo dije en voz alta?

— Vámonos— Glenn me ayuda a andar hasta la salida ¿todavía estamos en el restaurant? Parece que hubieran pasado años desde eso, ¿en serio yo...?— ¿estás bien?— ¿bien? no lo sé, no puedo pensar en otra cosa más que en estar en el suelo de ese baño. El aire de la calle me hace sentir solo un poco mejor.

Esto es... horrible. Yo estuve a punto... ¿de verdad iba a hacerme eso? él parecía tan amable cuando estábamos en la comida. Y, en el baño... él iba a... iba a...

— ¿Señor?— ¿ah? Una luz directa en mis ojos me hace salir un poco de mis pensamientos— ¿me escucha?

— ¿Dónde estoy?— hay mucho ruido ¿Qué lugar es este y como llegue? Logro ver a Glenn un poco atrás de la persona que me está viendo, que ahora que lo veo mejor es un doctor. ¿Entonces estoy en un hospital?

— ¿Por qué no descansa unos momentos?— dice, dándose la vuelta y haciéndole una seña a Glenn. No recuerdo como llegue hasta el hospital. Ah, estoy temblando. La cabeza me da dolorosas punzadas, y tengo ganas de vomitar. ¿Por qué estas cosas me tienen que pasar a mí? el robo de hace tiempo era mucho mejor que esto.

— Jacey...— Glenn regresa, tan serio como siempre. Ahora desearía estar con alguien que en verdad conozca, tengo unas ganas enormes de abrazar y ponerme a llorar. Estoy tan avergonzado de que justamente él sea quien me encuentre en estas situaciones— ¿Cómo estás?

— ¿Podemos volver al hotel?— aun no sé cómo responder a esa pregunta. Él solo me dice que si con la cabeza. Estamos en la que parece la sala de urgencias de un hospital, por eso tanto ruido. Afuera, tomamos un taxi. Ya no me importa cómo llegamos aquí, da lo mismo. Raymond... ¿Cómo alguien puede cambiar tanto? ¿Fue por el alcohol? quiero pensar, en verdad quiero creer que solo fue eso y que esa no es su verdadera personalidad. Me tambaleo un poco cuando bajo del taxi. Quiero darme un baño, quitarme esta horrible sensación de encima. Glenn tiene la llave del cuarto, entro primero, dirigiéndome al baño después de tomar mi maleta.

Arrojo la ropa a donde sea, ya no la quiero, no me la pondré más. Aun siento las manos de esa persona por todo mi cuerpo.

Y por más que talló mi piel esa sensación no se va.

— ¿Jacey?

— ¿si?

— llevas una hora ahí ¿está todo bien?— no, no creo que todo esté bien. Cierro las llaves de la regadera, y me envuelvo en una toalla.

— Si— el espejo del baño me muestra mi reflejo, con un parche en la frente. Ah, sí, recuerdo haberme golpeado la cabeza. Si no me hubiera perdido la conciencia... aparto la mirada, no soporto ver mi reflejo ahora mismo, y no solo eso la puerta cerrada está comenzando a ponerme nervioso. Quiero salir, no soporto estar encerrado.

— ¿Aun te duele?— le miro, sin ánimos. No sé qué me duele más así que me encojo de hombros, y me acuesto en mi cama, dándole la espalda y sin importarme que mi cabello siga mojado. Debería agradecerle, pero no quiero hablar con nadie— ¿necesitas algo?

Cuando decir "Te quiero" no es posibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora