Habían pasado semanas de aquella confesión a Logan. Semanas en las que no nos dirigimos ni una sola palabra. Los chicos me contaban que él siempre preguntaba por mi, que él les decía lo mucho que me extrañaba pero que era mejor dejarlo todo así. Que él trataría de olvidarme, y en secreto se lo agradecía un montón.
Me dejó la cama. Él dormía en el pequeño colchón improvisado a los pies de mi cama. No se había atrevido a siquiera acercarse a mi durante las noches y tal vez era lo mejor para los dos.
Con Kendall hicimos las normas que habíamos acordado. Cada uno hacia su colada dos veces por semana, todos debíamos estar bañados y cenados a las diez de la noche, y las luces se apagaban a las once. Logan solo asintió cuando Kendall se lo explicó frente a mi.
Con Mattheo las cosas iban iguales. Yo hablaba mucho mientras él solo asentía. Aveces me aburría mucho estar con él, porque no habla casi nada. Pero luego sonreía y se me olvidaba todo. Extrañaba a Logan, en serio que lo hacía, pero Mattheo era mejor... ¿verdad?
Kendall y los chicos sin embargo no ayudaban. Me recordaban día a día que lo único que yo hacia con Mattheo era reemplazar a Logan, pero no es así. A mi me gustaba Mattheo, ¿o no?
En fin, nunca les hice caso.
Era viernes por la mañana, fui a la cafetería y me encontré con Matt sentado en una mesa solitaria casi al final del comedor. Se había asustado cuando me senté a su lado, pero al saber que era yo, sonrió.
Su mejilla ya estaba completamente sana. Su color púrpura desapareció con el pasar de las semanas y el corte en la comisura de sus labios ya casi ni se veía.
– ¿Estás seguro de que no te duele? –me referí a su mejilla. Él negó con la cabeza. – De verdad te golpeó muy duro aquella vez. –suspire. Matt asintió.
Me quedé callada unos segundos sin saber como seguir salvando la conversación, ya que como siempre, él no hablaba mucho. Pero entonces, alguien se sentó frente a nosotros. Miré de quien se trataba y rodé los ojos al reconocerla.
– Ya vete, Natt, no molestes ¿de acuerdo? –dije molesta. Ella rodó los ojos. Mattheo se tensó cuando la vio.
– Solo he venido para confirmar sospechas. ¿Sales con el ñoño éste? –apuntó hacía Mattheo. Me cruce de brazos.
– Eso a ti no te importa, fresita. –gruñi. Levanto una ceja.
– Pues siendo sincera me vale un rábano si sales con él. Yo sólo quiero saber si Logan esta disponible. O bueno, si ya dejó de fingir su supuesto amor hacia ti. –sonrió como una completa zorra.
– Logan siempre ha estado disponible. El caso es que estando o no solo nunca te va a hacer caso. –hice un puchero falso, y sonreí en grande cuando su expresión cambió completamente a uno de enfado.
– ¿Apuestas, feita? –me eché a reír.
– Lo que quieras, zorra. –hice un ademán con la mano. Ella fingió pensar, y luego sonrió en grande.
– Si él se acuesta conmigo, tú lo dejas en paz para siempre. Pero si no consigo acostarme con él antes de las olimpiadas, yo no te molestaré nunca más. –me eché a reír en grande. Y estreche mi mano con la suya rápidamente.
– Hecho. –respondí con una sonrisa.
– Hecho. –y dicho esto, se marchó.
Me giré a ver a Mattheo, que estaba negando con la cabeza levemente.
– ¿Por qué has hecho eso? –preguntó él. Me encogí de hombros levemente y sonreí.
– Por que Logan no me interesa. Así que gane o no la apuesta a mi me vale. –su ceño se fruncio, haciéndome ver lo tierno que se veía haciendo eso. Suspire inconscientemente.
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Don't love before hate.
HumorDesafíos. Se la pasaban peleando, insultandose y desafíandose. No podían estar juntos. Eran como el agua y el aceite. Polos completamente opuestos. Él, el típico chico popular y mujeriego. Ella, la rarita. Pero no la típica chica rara, sumisa y c...