Marbella

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Tuve que recordarme que debía respirar. Una, dos, tres veces.

Marco le había dado mi número, aún a sabiendas de que traicionaba a Marc. André tuvo que haber usado un argumento muy convincente como para conseguir algo así. Me pregunto que le habrá dicho.

André Schürrle conoce mi secreto más oscuro, me ha visto en mi etapa más detestable (suelo llamarla la "época inmunda") y representa todo lo que quiero olvidar y a la vez, él era la única razón que me había impedido saltar de un puente o darme un tiro en la cabeza, como planeé en varias oportunidades.

Sin André no habría Daniela. Él me había impulsado a ir por un futuro con el que ni siquiera me había atrevido a soñar, había visto en mí algo que yo no, y sin saberlo logró que yo también lo viera.

—¿Quién era?—preguntó Marc, sin despegar al vista del televisor.

—Número equivocado—me levanté al punto y me encerré en el baño.

"No me vuelvas a llamar, por favor. Me pones en una situación muy incómoda. Espero que lo entiendas."

Esperaba que no me respondiera el mensaje y a la vez quería con toda el alma que contestara, que intentara acercarse a mí como fuera.

Me dormí esperando un mensaje que jamás llegó, mientras la respiración apacible de Marc musicalizaba el ambiente con su tenue sonido.

Desperté al sentir su brazo sobre mi cintura, permanecí quieta para no despertarlo aún. Estaba pegado a mí, como siempre que amanecía, podía sentir todo su cuerpo, su calor, su aroma tan conocido. Sentí como su mano comenzaba a acariciar mi espalda en un suave ida y vuelta. Me moví tratando de separarme, fingiéndome dormida. Permaneció quieto un instante y luego se acercó a mi oído:

—No te hagas la dormida, sé cuando te despiertas...

Gruñí, fingiendo que me había despertado.

—Shhhh, no hagas ruido, los demás duermen.

Marc tenía unas manos inmensas, cálidas y suaves, podía hacerme perder el juicio con facilidad...y dar unas bofetadas fenomenales. No era exactamente virgen cuando lo conocí pero estaba insatisfecha con lo que el sexo me había dado hasta ese momento. Los chicos con los que había estado me trataban como si yo fuera frágil y yo tenía necesidades un poco más "fuertes". Marc, en cambio, me trató como un rival a vencer desde el comienzo, me desafiaba y buscaba que yo también le planteara un reto. La primera vez que le pedí que me golpeara no solo no se sorprendió, sino que dijo: "Avísame si me paso".

—Mmmmm...quiero follarte—ahogué un gritito al sentir el pellizcón en mis senos—Luego te irás y me quedaré aquí muriendo de celos, imaginándote en la playa, que otros te miren...

—La familia va conmigo...ellos me cuidan...

—No como yo—era imposible no corresponder a su deseo, mi mano rodeó la suya intensificando las caricias, pegándome a él—¿Por qué no puedo quedarme contigo encerrado en este cuarto para siempre?

Se inclinó sobre mí para despojarme de su camiseta con la que solía dormir. La humedad de su lengua enviaba corriente eléctrica a todo mi cuerpo al deslizarse por la delgada piel de mis senos.

—¿Quieres que pare?—se detuvo para observarme con picardía.

—Si te detienes te juro que te mato...

—¿Sabes qué me gustaría? Que me tocases también...

—Si te toco despertaras al barrio entero con tus gemidos.

—Así me dan más ganas...

La frase se le terminó en un quejido excitado cuando tomé su miembro duro entre mis manos, suave pero con firmeza, debía indicarle siempre quien estaba al mando.

Liebe mich! || André SchürrleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora