Era una tarde con lluvia, aguanieve y lo que parecía ser pequeños trozos de granizo mezclados. Todo había comenzado repentinamente mientras que Stan había estado caminando de regreso a su casa. Ahora se encontraba corriendo alrededor para encontrar un lugar para refugiarse porque el edificio más cercano estaba terriblemente lejos. Se refugió debajo de una parada de autobús de espera, sentado en el pequeño banco. Afortunadamente, no se había empapado durante su carrera, él decidió esperar hasta que la lluvia se calmara lo suficiente para que él fuera capaz de correr para llegar a su casa.
Se sentó observando cómo caían las gotas de lluvia, cuando un chico de cabello rubio venía corriendo y se colocó debajo de la caja metálica con él, mirando positivamente empapado por la lluvia y bastante desanimado.
-¿Está bien si me siento aquí? Mi trabajo final para mi clase de química está en mi mochila y no puedo dejar que se moje, simplemente no puedo. - Exasperó, usando una mano para limpiar sus mechones rubios y quitarse algo de pelo que tenía en los ojos.
-Sí, no es mi banco. - Respondió sin verlo.
-Oh, ¡Eres tú, Stan! - El muchacho se sentó junto a él. (Lo cual era bastante estrecho, teniendo en cuenta lo pequeño que era el banco). Lo suficientemente cerca como para que sus piernas se tocaran.
-Hola Gary. - Reaccionó volteándolo a ver. - ¿Dónde te habías metido? Ya no te había visto.
-Lo sé, mi familia y yo nos mudamos a otra casa, tiene un jardín enorme; deberías visitarnos algún día.
-Gracias. - Respondió mientras veía hacia el cielo.
-Esta lluvia salió de la nada.
Stan sólo afirmó con la cabeza.
-Gary... - Dejó escapar su nombre.
-¿Si? - Volteó a verlo el rubio.
-¿Los mormones celebran la navidad? - Seguía sin encontrar el valor para mirar por encima de él de nuevo.
-Claro que sí. - Se formó una enorme sonrisa en su rostro.
-¿Cómo es una típica Navidad Mormona? - Finalmente lo miró a él, notando que tan fuerte era su línea de la mandíbula y lo bonito que eran sus ojos.
-Mi familia y yo realizamos un servicio adicional durante toda esta época, regalamos juguetes a aquellos que lo necesitan, nos ofrecemos como voluntarios en proyectos de servicio de la iglesia o de la comunidad y ayudamos en un almacén de comida. ¿Tú no haces algo así en navidad?
-No. - Se sentía incapaz de hablar, no sabía por qué estaba tan nervioso ni por qué tardo tanto en responder un simple "No".
-La Navidad también es tiempo para las familias, nosotros realizamos las noches de hogar semanales en las que tenemos pequeñas lecciones, papá nos lee El Libro del Mormón, luego jugamos, hay música y dulces.
-Pero si tu familia siempre hace eso. - Lo miró de perfil, sintiendo un saltó de un latido del corazón.
Ambos se quedaron viendo sin decir nada.
-Hey, parece que la lluvia se ha calmado. ¿Qué tal si aceptas mi invitación de ir a mi casa ahora?
-¿Ahorita? - El primer impulso de Stan es hacer algo, alguna excusa para no ir, pero no lo hace. -Suena bien. - Afirmó tratando de no verse tan entusiasmado.
-Creo que vamos a empezar a correr. - El rubio se puso de pie.
-A la cuenta de tres - Se puso de pie a su lado.
-¡Uno, dos, tres!
Comenzaron a correr tan rápido como era posible y sorprendentemente a Stan no le molestaba la pequeña brisa que caía sobre él.