Damien y Pip se encontraban sentados en el piso de la sala, el papel de envolver estaba extendido a todos los rincones lejanos de la sala. Damien estaba ocupado tratando de envolver una caja blanca, (dentro había un juego de té para Pip) tratando de mantener pulsado uno de los extremos del papel de envolver de color azul. Pip hacía los moños con cintas y ponía las etiquetas con nombre sobre los regalos, lo hacían al ritmo de la canción navideña en el estéreo.
-Jamás entenderé. ¿Por qué si estamos en el infierno, celebramos la Navidad? - Gruñó el hijo de Satanás frustrado consigo mismo mientras cortaba un borde torcido en el regalo. Recortó un pedazo y lo pegó encima, tratando de ocultar su error. - Además, ¿por qué uno tiene que envolver los regalos?
-Muchos no disfrutamos cómo envolver un obsequio, sin embargo es importante que la mayoría de los regalos o al menos los más importantes sean envueltos con nuestras propias manos, - Respondió el niño inglés, colocando con cuidado la etiqueta de nombre para el presente de Damien -ya que de esa forma estamos poniendo todos los deseos de amor al imaginar la alegría del que lo recibirá. - Colocó un moño rojo.
-Pero este año es diferente. - Se quejó. - Este año compramos como cincuenta regalos más para todo el mundo aquí en el infierno. Todo porque mi padre te pidió ayuda y no pudiste negarte.
-No es tan malo, Damien. Vamos, es tiempo de Navidad, debes estar disfrutando de todo esto.
-Ya no puedo. ¡Estoy cansado! - Exclamó.
Pip dejó la caja de cartón y las cintas que tenía en el suelo, para acercarse a Damien y plantarle un beso en la mejilla, haciendo que el anticristo sonriera de mala gana.
-¿Quieres que te ayude a envolver un poco?
-Sí, por favor. - El estado de ánimo de Damien se levantó un poco.
Pip agarró otro regalo y un rollo de papel para envolver sentándose junto a Damien.
-¿Podemos hacerlo mañana en la mañana? - Preguntó, tumbado en el suelo cerrando los ojos.
No escuchó respuesta, sólo oía el sonido de Pip envolviendo cajas, el sonido del papel, tijeras y cintas. Luego sintió un cuerpo encima de él, era Pip; los ojos de Damien se abrieron, el rubio besaba los labios del azabache, presionando suavemente sus caderas con la suya. Esto sin duda despertó a Damien.
-Te diré lo que tengo planeado. - Pip masculló entre las conexiones suaves de sus labios. - Si terminamos esta noche, vamos a entrar al dormitorio y pasaremos un buen rato...
Damien decidió tomar un paso más allá, burlándose de Pip y tratar de conseguir lo que quería en primer lugar. Él empujó sus caderas hacia arriba, echando la cabeza hacia atrás gimiendo suavemente.
-Oh, Pip, no creo que pueda esperar hasta después. - Se quejó de un modo tan falso, pero necesitaba tener sexo a tener que envolver otro regalo.
Sin embargo, Pip pareció no darse cuenta que el hijo del diablo estaba fingiendo el quejido. Sus ojos se colocaron sobre la mirada lujuriosa que le daba Damien.
-Está bien. - Aceptó Pip de mala gana sentándose con las piernas cruzadas.
Damien se incorporó, pensando en las maneras que se divertiría con él. Gateó y se sentó en su regazo, frente a él, se inclinó hacia abajo para empezar a besarlo en el cuello.
-Damien, - Murmuró Pip medio riendo algo serio. - Damien, detente. - Comenzaron a salir ligeros jadeos de su boca.
-Yo sé que quieres hacerlo en este momento, no me mientas.
-Siempre quiero hacerlo contigo. - Replicó Pip.
-¿Siempre? - Cuestionó el anticristo encimándose en el menor, haciendo que quedara atrapado sobre el suelo.
-Siempre, pero eso no quiere decir que siempre debes hacerlo. Hay un momento y un lugar para eso y ahorita no es el momento. Tenemos que terminar con los regalos, nos guste o no.
-No me gusta envolver regalos, ¡Maldita sea! - Damien gritó mirando a su alrededor en la habitación de nuevo y se enojó más al ver la pila de regalos que faltaban. Él deseaba que todos ya estuvieran envueltos para que en esos momentos Pip fuera suyo en la habitación, pero no, él tenía que quedarse hasta poner el último papel sobre el último regalo con cinta adhesiva cerrada.
-No seas el Grinch. - Pip se deslizó por el piso para salir de su agarre -Mira, yo voy a terminar envolver los regalos.
-¿De verdad? - Preguntó, sintiendo un poco culpable ahora que Pip había dicho que él haría todo el trabajo.
-Sí, de verdad. Yo sé que tú no quieres hacerlo, así que déjamelo a mí.
-Maldita sea, Pip, ¿por qué eres tan dulce? - Dijo tomando una caja cuya tarjeta decía que era un regalo para su padre. La tomó y la sacudió para adivinar que era.
-Sólo te quiero, eso es todo.
-Yo también te quiero Pip. - Tomó una caja, al igual que un papel para envolver con un lazo azul brillante. - ¿Me enseñarías a hacer un moño? Aunque no creo que me salga.
-No estoy de acuerdo, te enseñaré y verás que podrás hacerlo. - Entusiasmado comenzó a mostrarle cómo se hacía.
Se formó una sonrisa de felicidad en la cara de Damien observando a su querido Pip.
-¿Me estás poniendo atención? Damien.
-Claro que sí. - Respondió dándole un beso en su cabeza.