Capitulo 2: Secreto

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Ezarel... fue lo que se le vino a la mente, no sabía cómo había llegado a su habitación. Al menos entraba bastante luz, por lo que sabía que no era muy tarde aun. 

-Ese elfo... -se levantó lentamente, se sentía extrañamente bien. Seguramente fue el efecto de la poción que Ezarel le dio, era realmente efectiva. 

Sus pensamientos se enfocaron rápidamente en Trion, quien estaba tratando de alcanzar las rodillas de la chica para llamar su atención. 

-Cierto, tengo que darte de comer.-le acaricio la cabeza.- Luego le agradeceré a Ezarel.

Inició el día perfectamente, hasta se sentía un poco más alegre de lo normal, incluso fue a agradecerle al elfo antes de ir a la herrería a terminar sus labores. El peliazúl apenas le hizo un gesto con la mano, parecía estar ocupado. A pesar de que le extrañó que no se detuviera a darle alguna respuesta (ni si quiera para molestarla), siguió con lo suyo y fue a terminar una espada, que quería probar con Valkyon, si él la aprobaba entonces podría continuar con más trabajos de ese tipo, y eso la entusiasmaba mucho, se sentía como una artesana. 

Estuvo gran parte del día dedicándose a eso, aunque a veces se sentía observada, cada vez que trataba de buscar al responsable, era como si algo se escondiera de repente y no dejara ni un vestigio del lugar en que estaba. Volvía a su cometido una y otra vez, entre cada martillazo que daba en el metal, entre cada afilada, hasta que logró terminar y quedar satisfecha. Por lo que corrió a la salida en busca del líder de su guardia.

-¡Valkyon!- grito al verlo- Al fin te encuentro. Acabo de terminar esta espada ¿qué te parece?

-Déjame ver.- la tomo con ambas manos y la empuñó desde la cacha.- Tiene buen peso, parece muy firme, aun que te faltó algo de filo. Está bastante bien para ser tu primera espada. Iré a dejarla a la herrería, ve a descansar ya está anocheciendo.

-Es cierto- dijo al notar que era cierto, realmente se había tomado todo el día en hacer esa espada. Se merecía un descanso. Acordó con Valkyon probar la espada otro día y se despidieron, yendo cada uno por su lado.

Gardienne fue a las duchas comunes para luego ir a comer algo a los comedores de la despensa. Tomó un poco de pan y se fue a sentar en una mesa vacía, al poco tiempo apareció Nevra que con su típico aire seductor se sentó junto a ella.

-Hola, hermosa- ella no se sorprendió, ya estaba acostumbrada a sus constantes (y  a veces algo molestos) halagos. 

-Hola, Nevra.- saludo con simpatía- No te vi en todo el día ¿Como estas? 

-Muy bien. ¿Me extrañaste?- le dijo guiñando un ojo.

-¡Qué más quisieras!- contesto divertida entre risas, al tiempo que se llevaba un pedazo de pan a la boca.

-Pues si me gustaría-sonrió con picardía mientras hacia una breve pausa para cambiar de tema- ¿Sabes? deberías estar más atenta.

-¿A que te refieres?- había captado su atención.

-Alguien te ha estado viendo de cerca... especialmente hoy.- susurró inclinando un poco la cabeza hacia ella para que nadie más lo escuchara.

-¿Qué? ¿Quién haría eso?- le contesto incrédula, casi tenia ganas de reírse a carcajadas.

-Tal vez un admirador.- miró hacia la puerta de entrada, por donde hacia acto de presencia un personaje bien conocido por la chica de ojos violeta. Ezarel.

-¿Qué?- seguro era una broma o solo que ella estaba entendiendo mal lo que decía, pero cuando iba a preguntar cualquier cosa el chico de cabello negro prácticamente se esfumó dejándola a ella y una resonante risa que no hizo más que confundirla. Fue entonces cuando se percató de que el elfo que acababa de entrar estaba frente a la mesa en la que ella se encontraba.

-¿Puedo sentarme?- preguntó con cortesía.

-C-Claro.- contesto aclaradose la garganta.

-¿Estas bien?- se sentó cerca de ella mirándola fijamente.

-Sí, gracias.- sonrió complacida.

-No te has sentido mal otra vez ¿o si?- se acercó ligeramente a ella.

-No, no... tu poción fue muy efectiva. Creo que nunca había dormido así.- rió encogiéndose de hombros.

-Entonces no tendrás problema en acompañarme ¿verdad?- esbozó una gran sonrisa de victoria.

"Así que de eso se trataba" pensó Gargienne, solo venía a pedirle un favor.

-¿Qué... -él no la dejó terminar.

-Ven conmigo- la tomó de la mano y la llevó fuera de la despensa.

-Ezarel... espera, vas muy rápido... - se quejó ella.

-Lo siento... - se detuvo sin soltar su mano- No puedo decirte a donde nos dirigimos, arruinaría la sorpresa- dijo sacando su lengua. Caminaron tranquilamente hasta el lugar secreto de Ezarel.- Oye... Gardienne- comenzó a preguntar con tono inseguro el elfo.

-¿Sí?- miró hacia él, cosa que lo hizo mirar hacia otra dirección.

-¿De qué hablaban tu y Nevra hace un rato?- lo soltó como si no le importara.

-Ah pues... creo que solo quería cotillear.

-Lo sé, estaban muy cerca- dijo algo molesto, pero ella prefirió pasarlo por alto.

-Dijo que alguien me estaba siguiendo, pero pudo decirme quien era. Debe ser un acosador o algo así.- se rió restandole importancia.

-¡¿Acosador?!- el peliazul se paró en seco soltando la mano de la chica a la vez- ¡¿En serio pensaste eso?!- se estaba sonrojando como si estuviera ofendido.

-¿Eh?¿Qué más debería pensar? ¿Que tengo un admirador?- se carcajeo entre la ultima frase.

-N-no pero... tal vez... -se cortó a si mismo- ...Olvídalo.- continuó caminando haciendo un pequeño berrinche.

La chica le siguió el paso, sorprendida por su reacción, ¿Por qué actuaba así? ¿Fue por lo que dijo? Ella lo miró de reojo por unos minutos.

-Ezarel... ¿Estas bien?

-... - la miro de reojo- Es solo que... - dio un suspiro cansado y se rascó la nuca- Ya vamos a llegar.- Se detuvo y le mostró un pañuelo azul.- Pero es una sorpresa.

La chica solo guardó silencio y siguió sus instrucciones, se dejó vendar los ojos por él y permitió que el gentil contacto de sus manos la guiaran al lugar que le quería enseñar. 

-Ven te ayudaré con esta parte, ya falta poco.- la ayudó a subir a su espalda y la cargó en acenso por unos dos o tres minutos.

-Esto me pone nerviosa.- susurró. El elfo se debuto al escucharla.

-Tal vez debí preguntarte si querías venir... -contestó con desanimo.

-No... yo... quiero estar aquí.- contesto algo sonrojada, suerte que Ezarel no podía verlo.

-Que bien- se alivio- Ya hemos llegado.- la ayudó a bajar y le quito la venda. Lo primero que pudo ver fue una luz color azulado, luego un lago rodeado de plantas y flores de muchos colores, y luego se dio cuenta de que la luz provenía de unas conchas que estaban en el lago, era hermoso.

-Este lugar es muy lindo- sonrió con los ojos abiertos como platos, en los que se reflejaba la luz de las conchas.

Ezarel la miraba en silencio, mientras se acercaban a la orilla del lago y se sentaron.

-Este lugar me recuerda al día en que te encontré en la playa.- comentó el joven de ojos verdes.

-Yo no puedo recordarlo.- se encogió de hombros con algo de pesar.

-Pues no... estabas muy ocupada tomando una siesta con los pies metidos en el agua.- ambos rieron, aunque no era una imagen muy agradable de recordar, les resultó gracioso.

El día en que se conocieron... o más bien que él la conoció, era cuando todo comenzaba entre ellos. La mezcla de sensaciones al recordarlo era inevitable. Miedo, tristeza, confusión, esperanza, misterio... y tal vez algo más.



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