Capitulo 10: Sello

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Esa mañana sentía un pesar dentro de sí, la pelea de la noche anterior la agotó demasiado, como si su energía se hubiera drenado de repente. Salió de la habitación y fue a darse un baño con agua fría, era la única forma de hacerla despertar. Después de eso fue hasta la sala de cristal, quería informar a Miiko sobre su decisión.

-Me marcharé hoy, quería darte las gracias por todo lo que has hecho.- le informó la chica a la pelinegra.

-¿Estás segura? Pensé me avisarías con más tiempo para que todos se puedan despedir de ti.- dijo sorprendida, ignorando el hecho de que en su rostro se notaba tristeza, como si algo en su esencia hubiera muerto.

-No te preocupes, de alguna forma ya me despedí de todos aquí.-le sonrió con tristeza.

-Bueno... también estamos agradecidos contigo, encontraste muchos trozos del cristal.- le devolvió la sonrisa.

-Me alegra haber sido útil.- por un momento un dejo de alegría volvió a ella.-Creo que es hora de que busque los materiales.- dijo dirigiéndose a la puerta.

-¡Oh, por cierto!- la llamó Miiko a lo que ella la miró- Cuando regreses a tu mundo todos tus recuerdos volverán.

-¿De verdad?- dijo sorprendida.

-Si... por alguna razón los humanos pierden un poco la cabeza la primera vez que vienen aquí.- se rió

Luego de la conversación, fue a buscar el libro que estaba en su habitación y lo abrió para apuntar los ingredientes que necesitaba. Debía tener algo proveniente del lugar al que quería ir, unos cuatro frascos de maana y hacer una especie de mantra a cierta hora de la noche. Lo más fácil que podía encontrar en ese momento era el maana, por lo que se dirigió hasta el laboratorio, de mala gana, ya que no quería ver al elfo por nada del mundo.

Para evitar desanimarse o arrepentirse, se fue corriendo hasta el laboratorio, abrió la puerta despacio y asomó la cabeza. No había nadie. Entro rápidamente cerrando la puerta detrás de sí. Se precipitó a buscar los frascos entre las gavetas, abriendo y cerrando puertas. De repente escuchó unos gritos que venían del pasillo, pero no se detuvo. Encontró unos frascos con un contenido blanco azulado que brillaba de tal forma que daba la impresión de que era agua y aire a la vez. Justo en ese momento fue cuando pudo identificar las voces de quienes gritaban, se estaban acercando.

-¿Qué ocurrió anoche?- era Valkyon, su voz no sonaba tan fuerte pero era muy clara.

-¡No voy a hablar más del tema!- era la voz de Ezarel. Ella se sobresaltó.

-Pero ya escuchaste a Miiko, ¿Vas a dejar todo así?- se estaban acercando más. Tomó otros cuantos frascos y salió corriendo del laboratorio. No sabía de qué estaban hablando y ni aunque tuviera curiosidad iba a pararse a escuchar.

No dio cuentas a ver si ellos la vieron salir ni nada, solo se alejó lo más rápido posible, con la mirada baja. Llegó a su habitación, tenía que pensar ahora en el siguiente ingrediente. Pero se dio cuenta de algo... le faltaba un frasco. Suspiró y decidió no ir a buscarlo por el momento.

Comenzó a pensar en algo que le pudiera servir para volver, recordó que nada de lo que tenía pertenecía a su mundo, lo había perdido todo cuando llegó al C.G. prácticamente estaba desnuda, solo llevaba su bikini y una blusa larga que le servía como vestido.

-Tal vez con un poco de sangre...- dijo en voz alta algo pensativa. Aunque no era completamente humana, ella no había nacido en Eldarya, por lo que el portal de los talismanes debía de llevarla hasta su hogar.

Ya eran dos de tres, por lo que ahora tenía que practicar ese extraño mantra, aunque tenía problemas. No sabía cómo leer algunas palabras, parecían estar en latían, pero bien sabía que no era una experta en el idioma, seguro que Ykhar podría decirle exactamente como se pronunciaban.

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