Where?
Llevaban cerca de media hora caminando en la misma dirección. Nicky gritaba el nombre de la chica y Bryn se encargaba de buscar hasta debajo de las piedras, no podía haber desaparecido...no tenía lógica.
—Nicky, quizá debas dejar de gritar...
—Vamos, Bryn, tenemos que encontrarla...
—Bien...pero al menos da espacio entre cada grito por si responde.
Siguieron otro rato, así, buscando entre la maleza y llamando a gritos, hasta que algo se movió detrás de los dos. Un arbusto se agitó fuertemente y ambos se giraron. Nicky se abrazó a Bryn, y esta, con la valentía que le quedaba, alumbró hacia el acervo de hojas.
Ahí había algo...Claro que lo había.
Se acercó un poco, e hizo separar a Nicky, mientras este sacaba su pastelillo y se lo metía con un solo movimiento a la boca. Avanzó lentamente, con el corazón demasiado agitado como para verse calma. El arbusto volvió a moverse y ella dio un salto hacia atrás, y hubiese echado a correr, de no ser porque del arbusto no saltó uno de esos seres, sino algo que, para la circunstancia, era peor: Una de las zapatillas deportivas de Dave, estaba cubierta de lodo, algo que simulaba chapopote...o era...¿sangre?
La chica ahogó un grito en la garganta y se cubrió la boca con ambas manos por su algún sonido pensaba salir de ella. ¿Qué carajos estaba pasando ahí? Nicky se acercó por detrás.
—¿Qué es eso, Bryn?—Susurró el chico.
Se agachó, con las piernas a punto de ser vencidas. Levantó la zapatilla y se giró lentamente...no sabía cómo respondería su compañero. Así que le miró a los ojos, y con la zapatilla en la mano, trató de hablar.
—Es de Dave—Dijo refiriéndose al zapato—Se la llevaron.
—¿Quiénes?—Pronunció Nicky castañeando los dientes.
Pero justo cuando Bryn pudo ordenar una vaga idea en su cabeza y abrió la boca para decirlo, algo saltó detrás suyo.
El monstruo voló por los aires y cayó sobre la cabeza de Bryn, sólo para darse un empujón y chocar contra el rostro contrariado de Nicky. El pequeño y desfigurado niño se aferró a los mechones de cabello de Nicky cuando éste comenzó a dar vueltas y trató de quitarse de encima a la criatura, pero él era más fuerte, y no importaba cuánto gritara o forcejeara el chico, el monstruo seguía allí, arrancándole mechones de cabello y arañándole la cara sin cesar.
—¡BRYN!—Gritó el chico, pero Bryn no se movía, no podía, el miedo la estaba matando...pero era mejor el miedo a esa cosa. —¡BRYN!
Y eso fue todo, los chillidos de su amigo le encendieron el cerebro. Era hora de actuar. Lo único que escuchaba eran los gritos aterrados de Nicky, los truenos en el cielo que le avisaban de la tormenta y los latidos acelerados de su corazón.
Se lanzó hacia él con el cerebro aún hecho borrones, pero algo tendría que hacer; así que posó sus pequeñas manos sobre la cabeza deforme del ser y comenzó a dar tirones. Tirón tras tirón escuchó gruñidos, el niño continuaba bien aferrado a Nicky.
<<Vamos, niña, déjame>> Se filtró en su cabeza. Fue ese momento, ese único momento en que el bicho se volteó y le gruñó, escupiendo a la par su líquido negro. Fue ese único momento, cuando Nicky se vio un poco liberado y con la mano derecha le plantó un puñetazo en la cabeza. El pequeño se sacudió y, de haber tenido ojos, los habría puesto en blanco. También fue ese pequeño momento en que Bryn se armó de valor y colocó las manos sobre el torso del ser y le arrojó con fuerza en dirección a un gran árbol, contra el cual chocó. Se quedó ahí, tirado, sobándose la fea cabeza, pero antes de que pudiera dejar pasar el mareo, Nicky corrió hasta él y de un pisotón, le tronó el cráneo. Pisotón sobre pisotón el cráneo se fue desmoronando, y una masa negra pútrida le cubrió las botas y se extendió por el suelo sin salvación. Al parecer habían acabado con él. Y tanto Nicky como Bryn sintieron que podían respirar tranquilos, pero había algo que olvidaban, o más bien, que no sabían...Ellos nunca iban solos.
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Shh. Silencio, pueden escucharte.
HorrorNo dudes en seguir corriendo. No mires atrás, no te atrevas a mirar atrás. Ellos saben que estás asustado. Te persiguen, y no dejarán de hacerlo. Sal del bosque. Escóndete. No grites. No llores. Ellos se alimentan de todo eso. Muévete más rápido...