The First

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Corrieron tan rápido como pudieron, hasta que llegaron a donde se suponía estaba su amigo.

Bryn fue la primera en llegar, seguida de Dave, con un dejo de locura marcado en los ojos, o quizá sólo era cansancio por la carrera.

Nicky saltaba sobre un solo pie, con el dedo índice de la mano derecha dentro de la boca, sus ojos estaban inundados de pequeñas lágrimas y todo el equipo de prácticas, junto con cuadernos y plumas, estaba esparcido por todo el suelo, como si algo hubiera explotado.

—¿Qué carajos fue eso, Nicky?—Gritó Bryn con las manos en jarras, tratando de recuperar el aliento.

—Una puta ardilla, Bryn, eso fue lo que pasó. Una puta ardilla, con sus putos dientes y su puta y adorable cola esponjada. La ardilla saltó sobre mí y me arrebató una de las setas, y era de las buenas, Bryn, ¡de las buenas!

—¿Y de casualidad no saltó sobre ti y voló un auto con su rayo laser?——Dijo Dave cuando recuperó el aliento.

—Muy graciosa, Dave—Respondió Nicky sacándose el dedo ensangrentado de la boca.—Creo que voy a morir. No sabes si tenía rabia.

—La ardilla tampoco sabe si tienes SIDA o algo parecido, amigo mío.

—Vamos, Bryn, no estoy bromeando, puedo morir. ¿Cómo les van a decir a mis padres que me morí por culpa de una ardilla?

—Creí que era una "puta ardilla".

— ¡Dave!

—Bien, bien, me callo.

Justo en ese momento, Frank y Mavis aparecieron desde el otro lado, correspondiente a la izquierda del adolorido Nicky. Frank llevaba una bolsa llena de pequeñas setas de diferentes colores, estaba bañado en sudor y el pelo, empapado, le caía sobre los ojos.

—¿Qué fue eso, Nicky?

—¿Qué nadie más sabe qué preguntar?

Algo se movió entre las sombras, pero nadie, a excepción de Frank, pareció darse cuenta.

—Fue una ardilla-

—"Puta ardilla"

—¡Que te calles!

Seguían moviéndose entre los árboles, y de pronto, se detuvieron. Y una vez más, Frank fue el único en darse cuenta.

Allí estaban ellos, el horrible grito los había atraído, y sus negras y feas lenguas comenzaron a moverse dentro de sus bocas , sacando un líquido negro y seboso, mientras una pequeña sonrisa se asomaba entre sus labios. Sus vacías cuencas se dirigían únicamente hacia el chico de jeans negros y cabello sobre los ojos, que parecía ser, también, el único que se percataba de su presencia. Sus ojos se movían de árbol en árbol, mirando hacia las copas, los arbustos y hasta en las piedras. El chico buscaba el sonido. El sonido de los diminutos dientes al mascar ese horrido fluido. El sonido le taladraba los oídos, y sus compañeros no dejaban de discutir unos contra otros, como si no hubiera peores cosas por las cuales preocuparse.

—Guarden silencio—Exigió el chico de jean negros. Pero el resto no se callaba.

El ruido seguía en sus oídos, y no cesaba, y cada vez era más fuerte.

Chasquido. Trago. Silencio. Chasquido. Trago. Silencio.

Su cabeza comenzó a dar vueltas, y sus compañeros no se callaban.

Estuvo a punto de gritarles que se callaran, pero justo cuando sus labios se abrieron lo suficiente para pronunciar palabra, los vio. Estaban al menos a cinco metros de distancia, eran tres figuras, cada una con una forma que quedaría grabada en sus retinas para la eternidad. Seguían mascando ese fluido negro con los dientes podridos, y las sonrisas resaltando las negras cuentas. Su piel se partía justo donde estaban las mejillas en un niño normal, se cuarteaba como si los pequeños espectros fueran de cristal, de un cristal fino que ha sido golpeado con moderada fuerza y se ha cuarteado.

Se quedó petrificado por el horror, por las figuras que le sonreían y dejaban correr por sus barbillas esa cosa viscosa y oscura como el petróleo.

Las figurillas moldearon algo con sus labios, como tratando de hablar, pero no se escuchaba nada.

Frank, trató de correr, de retroceder al menos, tratando de alertar a sus amigos, pero no, antes de que pudiera decir o hacer algo...el tiempo se detuvo. No de forma real, sólo que él lo sintió así, porque una vocecilla se cruzó por su mente y le heló el alma.

<<Shh, no tengas miedo, Frank, de cualquier forma no van a salir de aquí>>

<<Cuida a tu chica, Frank>>

Y entonces, se esfumaron.

¿En qué estaba pensando cuando salió corriendo? Cierto, no estaba pensando.

Los pies del chico se movieron entre los troncos de los altos pinos y abetos.

Sus amigos estaban petrificados por la acción del joven. No había dicho nada, no había hecho nada, en realidad, sólo había salido disparado en una dirección cualquiera, como alma que lleva el diablo.

Y ahora, todos estaban ahí, viendo la delgada figura correr entre la vegetación sin cuidado del bosque. ¿Cómo reaccionar ante ello?

Nadie se atrevía a moverse. Nadie tenía la más mínima intención de hacer algo.

Ni siquiera ella sabe de dónde le salió lo valiente, pero Bryn, de un momento a otro, sintió un arrebato de pánico y los recuerdos de la noche anterior le llegaron a la mente como dardos afilados. Y salió tras él.

Nadie intentó detenerla, ni siquiera Dave, que contenía un grito en la garganta y se esforzaba por no mostrar el pánico que la invadía.

Bryn corrió hasta que los muslos le quemaron, y Frank no se dignaba a aparecer. Se había esfumado entre los árboles.

<<Pist, niña bonita, ¿buscas a alguien?>>

La voz se filtró en la cabeza de Bryn, que lanzó un grito y provocó que una parvada de aves revoloteara sobre su cabeza.

—¿Quién eres?—Susurró cuando el miedo aminoró. Pensó que, quizá, sólo quizá, había sido su imaginación.

<<Pist>>

Volvió a filtrarse.

Bryn sintió que sus piernas se debilitaban aún más y se pegó al árbol más cercano. Unos arbustos se movieron unos metros detrás de ella.

Soltó un grito nuevamente. ¿Qué eran esas cosas?

<<Pist>>

—¿Qué quieres?—Gritó esta vez.

<<Pist>>

—¡¿Qué demonios quieres?!—Gritó con aún más ímpetu.

<<Pist>>

—¡Frank! ¡Frank!—Esta vez, estaba en busca de ayuda.

Algo le rosó el hombro. Algo húmedo y asqueroso. Giró la cabeza por el susto, y a tres metros suyos, una figura sin ojos, le sonreía y de su boca, un asqueroso líquido manaba sin cesar.

<<Pist, niña bonita>>

<<Él no va a regresar>>

El terror que le recorrió la espalda la hizo estremecer, la hizo olvidarse de dónde estaba. Esa voz era lo más horrible que había escuchado jamás, la voz parecía salida de ultratumba, del mismísimo infierno, en conjunto con la sonrisa y las cuencas secas, era, también, algo por lo que Bryn, por esas y más razones, le creyó. 

Shh. Silencio, pueden escucharte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora