Gracia

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El gascón abrió los ojos con bastante dificultad, se sentía cansado, el cuerpo le dolía y sentía que había dormido por días.

La habitación se le movía con mucha lentitud por lo que decidió cerrar los ojos y una vez para abrirlos unos segundos después, giró la cabeza y vio que el conde de La Fere se encontraba en la cama de al lado. El mosquetero se sintió más tranquilo, podía respirar más relajado al ver a su mejor amigo allí con él.

- El diablo siempre viene por ti y no logra más que hacerte un rasguño - dijo D'artagnan sonriéndose de costado con la fuerza que tenía

- Será que no es mi hora - Athos se acomodó en el borde la cama - en cambio a ti siempre te da en el hombro.

- Prefiero un puñal de Lady de Winter que un disparo de un loco - murmuro el mosquetero pasando su mano por la herida que aún le ardía – Ya perdí la cuenta de cuantas balas me han atravesado el cuerpo.

Las puertas se abrieron de par en par con un señor de Du-Vallon muy contento, la sonrisa que estaba formada en sus labios era radiante y como no podía ser de otra manera estaba con una botella de vino en las manos.

- Ustedes dos se han llevado todos los laureles en esta misión, tienen plomo en el cuerpo – Porthos miró al conde y ladeo la cabeza – bueno tú tienes un pie esguinzado, no es plomo pero es mejor que no tener un rasguño en cambio yo... - el hombre se quedó callado mirando el fondo de la botella de Oporto.- ¡Yo tengo felicidad!

- Yo veo que tienes una botella – el conde se paró de la cama y se cruzó de brazos un tanto serio.

- Que observación tan mundana Athos - contestó Du-Vallon caminando hacia donde estaban los vasos - Quizás las cosas no han salido del todo bien pero ¿Cuándo nos han salido las cosas bien? Me refiero ¿Cuándo las cosas han salido perfectas? La verdad es que siempre aparece alguna loca o loco a querer matarnos a todos ¿Y dónde están? Ellos...- hizo una pausa abriendo el aparador de vidrio – Nosotros estamos vivos y ese es el punto importante de la cuestión - Porthos comenzó a servir el vino siendo muy generoso en cada copa - ¡Ah! Aramis me ha mandado a ver si ya podíamos hacer la reunión. Está algo nervioso, le he dado algo de tomar pero no sirve, es como agua.

D'artagnan miró a Athos un poco extrañado pero no dijo nada sino que dejo que el conde tomara la palabra por ambos.

- Nunca he conocido a un obispo más impaciente que nuestro amigo - el señor de La Fere tomo un bastón que estaba al costado de la cama y camino hacia la puerta - y luego las señoras van a él a pedir consejos. Un señor de la iglesia teniendo instintos asesinos hacia madame y desesperado por cumplir su venganza. ¿Es normal eso para un hombre de Dios?

- No me gusta ser verdugo, menos de una mujer pero él siempre se ha jactado de ser el más inteligente de todos nosotros y ha terminado siendo títere de alguien más - Porthos tomó del vino y se volvió a servir pero esta vez no era para el sino que le tendió la copa al mosquetero - bebé, todos sabemos que es milagroso

D'artagnan se sonrió de costado tomando el vaso de Oporto y sin decir nada se lo tomo de un solo trago.

Había entendido perfectamente la situación, esta vez no era my Lady de Winter y no iban a matar a la mujer pero debían decidir qué ocurriría con ella.

Luego de beber, el mosquetero con ayuda de Porthos se colocó la camisa blanca y un jubón de los mosqueteros limpio, ya que el suyo seguramente aún estaba manchado de sangre y con un agujero.

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⏰ Última actualización: Dec 21, 2016 ⏰

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El hombre de la mascara de hierro: El secreto de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora