Capítulo 4

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Llegamos al restaurante bastante elegante para mi parecer, fue un alivio haberme preparado para esta cena.

- ¿Los Rosell? – Dice el mesero, bastante atractivo.

-Sí – Responde Mark.

-Pasen, por aquí.

Nos condujo a la mesa del final, un gran ventanal nos mostraba la pequeña pero hermosa ciudad de Navojoa. Este gesto jamás se borrará de mi mente.

-Es precioso – Murmuro para mis adentros.

- ¿Te gusta? – Dice sonriendo de oreja a oreja.

-Me encanta, gracias – Y comienzo agachar mi cabeza, cuando él me detiene.

-Basta, no quiero que vuelvas a hacer eso jamás, ¿Entendiste? – Dice un poco dolido, al aparecer Mark está arrepentido de todo, ¿Confío en sus palabras? Ya no sé qué pensar.

No respondí, y el amablemente me ofrece el asiento y con gusto lo acepto. Comenzamos a mirar el menú, y me quedo petrificada, ¿Cómo pagará esto? Ni siquiera trabaja, demonios, no tengo conmigo la tarjeta de crédito.

- ¿Estas bien?

Al parecer se dio cuenta de mi cara de horror, pero me es imposible no hacerla, estos precios valen más que nuestra casa.

-Sí, estoy perfecta – No quiero que reaccione de una manera agresiva, y mucho menos necesito una escena en público.

-Déjame ordenar por ti – Dice.

-Claro – Respondo.

Estoy muy nerviosa, llevamos dos horas aparentando ser la pareja perfecta y feliz, Mark debería al menos sentir mi incomodidad.

-La cuenta – Dice Mark.

Agacho la cabeza a punto de llorar, mis manos comienzan a temblar, cuando de repente siento un apretón bastante fuerte en mi mano.

-Puedes por favor, dejar de poner esa cara de susto – Gruñe Mark, en un susurro.

LO SABÍA, esto no iba durar mucho tiempo, ¿Acaso soy estúpida? Cómo pude creer que cambiaría de la noche a la mañana, no debí aceptar esta cita en primer lugar.

- ¿Qué? - Digo parpadeando lentamente, esperando que mi mente me esté jugando una mala pasada.

-Qué si tengo dinero para pagar, si esa mierda tanto te preocupa – Grita demasiado fuerte.

-Tranquilo Mark, en casa lo resolveremos – Y le doy un leve apretón a su mano, a lo que rápidamente la quita.

-Qué fácil es todo para ti, zorra, te invito a una cena y lo único que consigo de ti es una puta cara de mierda por el jodido dinero – Dice frunciendo las cejas.

-Lo siento – Susurro.

-Ya cállate – Dice.

-Su cuenta, señor – Dice el mesero nervioso, Mark entrega una tarjeta de crédito.

¿De dónde sacó una tarjeta de crédito? Demonios, estoy temblando mucho y aguanto todo lo que puedo para no echarme a llorar en público como una adolescente, lo que me espera en casa son golpes, O no por favor – pensé.

-Señor no pasa su tarjeta – Dice el mesero.

Mierda, lo que me faltaba, Mark armará una escena, por favor que no pase de golpes.

-Tome – Y saca un fajo de billetes y me quedó anonada, ¿Lo robaría?

-Vamos – Me ordena, Mark.

Salimos del establecimiento agarrados de la mano y siento mi cara arder, y no me contengo más, una lágrima solitaria resbala por mi mejilla.

- ¿Ya comenzarás a llorar? – Dice gruñendo.

De repente siento como me suelta la mano y camina más rápido hacía el carro, Peor. ¿Qué demonios está haciendo? ¿Me dejará aquí votada? Ni siquiera me es familiar el camino.

-MARK – Grito con toda mi fuerza.

Sólo miro como arranca el coche y sale disparado hacía la carretera, pero ¿qué le ocurre? NO PUEDE DEJARME SOLA AQUÍ, no conozco a nadie.

Pensé que hoy sería diferente, me equivoqué abruptamente, sólo quiero estar sola, quiero llorar y me siento tan infeliz.

Esperen un momento, se largó, puedo iniciar una nueva vida ser yo misma. Siento como mí estado de ánimo cambia radicalmente, esto es un milagro, caigo de rodillas y comienzo a llorar de alegría, esto es lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo – pensé.

Ese maldito jamás me volverá a ver ni en pintura, me perderé del mapa, obtendré un trabajo mejor, un departamento, me cambiaré de identidad, todo lo necesario para ser una nueva yo, renovada y más fuerte.

Adiós Rebecca de Rosell, bienvenida seas Soledad.

¿Y en donde están mis alas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora