Capítulo 5

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Primero lo primero, debo saber en dónde estoy y cómo puedo encontrar un motel de paso, reviso mi bolso de mano y me encuentro con doscientos pesos, funcionarán para una noche.

Me levanto y seco mis lágrimas, comienzo a observar a mi alrededor y no encuentro absolutamente nada que me dé una pista.

- ¿Necesitas ayuda? – Escuchó que dicen detrás de mí.

Por instinto me cubro la cara con mis manos, y cierro los ojos.

-Tranquila, no soy el idiota de tu novio, que al parecer te dejo aquí sola – Dice haciendo un ademán con sus manos.

-Volverá – Digo mintiendo para que se aleje de mí.

El tipo extraño baja mis manos de la cara, y me susurra una cosa en alemán, que no alcanzo a descifrar.

-Acabó de terminar mi turno, ¿Te apetecería que te mostrara un poco la ciudad? – Dice mostrando una sonrisa ladeada.

No sé si confiar en él, pero ¿Qué otra opción tengo?

-Tengo tres reglas – Digo enarcando una ceja.

-Soy todo oídos – Sonríe de oreja a oreja.

-Número uno: Quiero que al menos estés un metro alejado de mí – Digo mencionando su cuerpo.

Se aleja por medio metro, necesito espacio, después de todo este drama.

-Número dos: No puedes llevarme a tu departamento.

Él solo enarca una ceja picarona, ni crea que seré un juego de una noche, bastante tengo con mi vida anterior.

-Y, por último, necesitó conseguir una identificación falsa... – Me interrumpe.

-Hey, sólo quiero ayudarte a conseguir un motel de paso – Dice guiñando un ojo.

-Eso también necesito – Digo apuntando a mi mano donde contengo mis doscientos pesos.

-No creo que eso te ayude mucho, al menos quédate una noche en mi apartamento, ahí obtendrás lo necesario, mañana saldremos a buscar las cosas que ocupas – Dice.

- ¿Qué parte de las reglas no entendiste? – Digo rodando los ojos.

-Tranquila, sólo fue una sugerencia – Responde.

Se da media vuelta y comienza a caminar al estacionamiento, vaya y yo que creía que a los empleados los dejaba un transporte privado o algo parecido.

-Mi carro esta al final de la calle – Dice.

¿Al final de la calle? ¿Por qué? ¿Me va a robar? Ay por dios, no quiero ser secuestrada esta noche, por favor, Dios escucha mis plegarias.

-Te preguntarás, ¿Por qué su carro esta al final de la calle? – Dice atinándole a mis pensamientos.

-Vaya, ¿Sabes leer mentes? – Respondo riendo bajo.

-Un poco de esto, un poco de aquello – Y guiña un ojo.

¿Qué le pasa a este chico? ¿Tendrá un tic nervioso? ¿Intentará ligar conmigo? 

Al final de calle, mis ojos y mirada se topan con un Mercedes de último año, me quedo anonadada, ¿Tanto ganan los meseros? Pediré trabajo en ese restaurante.

-Es este – Dice apuntando a una camioneta vieja, qué está justo detrás del Mercedes, sólo que la luz estaba directamente al Mercedes.

- ¿Lista? - Me pregunta, mientras con sus manos intenta abrir la puerta que está atascada.

- ¿Necesitas ayuda? – Digo riendo para mis adentros.

-No, yo puedo abrirla – Dice poniéndose rojo como un tomate, estos hombres orgullosos, ¿A caso una mujer no puede destrabar una puerta?

Y de la nada comienzo a reírme con locura, ya no hay marcha atrás, me agarro el estomagó mientras me carcajeo sin cesar.

- ¿Qué es tan gracioso? – Pregunta con cara de confundido.

-Nada – Digo riendo de nuevo.

- ¿Ya entendí, crees que no puedo destrabar una puerta? – Menciona arqueando una ceja.

-Claro que puedes hacerlo, solo que eres un hombre tratando de impresionar a una chica – Digo tratando de sonar seria.

- ¿A caso está prohibido? – Dice medio riendo.

Después de diez largos minutos, al fin la puerta quiso abrirse, bendito sea el señor.

-Señorita – Dice.

-Gracias buen hombre – Y me río una vez más.

Su cara de desconcierto es fascinante, no sabemos nuestros nombres, pero podríamos ser buenos amigos, en un futuro más adecuado, claro. Me entra la curiosidad de su nombre, será lindo o repetitivo.

- ¿Cuál es tú nombre? – Preguntamos al unísono.

Y comenzamos a reír, eso fue raro – pensé.

-Mi nombre es Nate – Dice estrechando su mano.

-Rebecca – Respondo.

-Lindo nombre, para una chica que quiere una identificación falsa – Dice.

-Es una larga historia, ¿A dónde iremos primero? – Digo.

-Ya es tarde, te la puedo mostrar por la mañana, tengo turno de noche, y podríamos hacer todas esas cosas – Dice esperando una respuesta de mi parte, debería entenderlo, acaba de salir de su trabajo y debe estar cansado, sé que podemos dejarlo para mañana.

-Claro, llévame a un hotel de paso – Menciono.

-Conozco uno, pero no sabría decirte que tan adecuado es para ti – Dice.

-No perdamos tiempo – Digo.

Arranca el carro sin ningún problema, estaba hoy en día de suerte, encontrar a un hombre con ganas de ayudar a una mujer desamparada, no sé encuentra todos los días, o te roba o te mata, ¿Qué es peor?

El trayecto es tranquilo, el silencio es reconfortante, siento paz, y no estoy soñando en mi sótano. Al fin era libre, sin remordimientos, o algo que me ate para siempre. Quería tanto esto desde el principio, que tengo miedo que solo sea un sueño pasajero, que pronto todo se desmoronará.

**1 hora después**

Estamos llegando al hotel "El triángulo", nombre raro, para un establecimiento para amantes, parejas reencontrándose, o simplemente tratando de sobrevivir a una soledad maligna.

-Este es – Dice.

Vaya, doscientos cincuenta la noche, demonios – pienso.

-Creó que te faltan cincuenta pesos, ¿Verdad? – Me dice mirando el letrero grande afuera del hotel.

-Sí – Dije sin pensar.

-Yo te los presto, total no aceptarás mi invitación de ir a mi departamento – Dice mientras comienza a entrar al establecimiento.

Era un viejo quién atendía la recepción del hotel.

-Buenas noches, ¿Luna de miel? – Preguntó mientras escribía en su computador.

-NO – Dijimos de nuevo al unísono.

El viejo comienza a reír, mientras me voltea a ver:

-Harían una buena pareja – Nos mira por un buen rato, me harté y decidí hablar yo.

-Habitación para una persona, gracias – Dije de malhumor.

-Marchando.

Me entrega la llave de la habitación 112, y me giró a Nate.

-Es hora de que te marches, gracias Nate, nos vemos mañana – Me despido.

-Adiós Rebecca, te recojo a las ocho, que sueñes conmigo – Se va mientras me guiña un ojo.

¿Pero qué le pasa a este chico? Sólo Mark sabe amarme y yo a él.

Qué nos pasó, Mark.

¿Y en donde están mis alas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora