El nacimiento

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Petris of Erebor

Año 2730 de la T.E, bajo la piedra de Erebor el próspero imperio de Thror se afana en sus quehaceres habituales. Sus orgullosos habitantes deambulan atareados, pues el reino de incontables oficios e innumerables festejos goza de su esplendor, de la dichosa bonanza en miles de sudorosos rostros reflejada jovialmente.

Entre armas y armaduras, oro, viandas, barriles e infatigables carretas repletas de otras mercancías traídas y llevadas de lejanos y cercanos lugares, la cotidiana noche bajo la montaña parecía transcurrir plácida, un día más en la vida de los enanos que bajo la roca alegres vivían.
Pero no todo era rutinario en aquella tormentosa vigilia, desde el exterior el eco atronador del rayo rebotaba en la piedra alcanzo hasta el último rincón de Erebor, menos en una profunda estancia donde el sonar del trueno era acallado por los desgarradores gritos que preceden la llegada de una nueva vida. Y el estridente lamento de Petris resquebrajo la roca en su angustia y silenció las risas del majestuoso imperio.

  -  EMPUJAAA!!, tienes que empujar Petris y tienes que hacerlo ahora! -.
Sobre la cama la sabana impregnada ya de una gran cantidad de sangre, era testigo del largo y complicado parto. A su alrededor cubos de agua caliente y más paños teñidos con la sangre de Petris eran utilizados por la experimentada matrona, que desesperada intentaba alentar a la exhausta enana.
Invadido de nervios, Nolin hijo de Nuor y futuro padre, deambulaba de un lado a otro de la pequeña habitación. Su pensamiento se hundía agobiado, sufriendo a cada gemido e invadido por las más grande impotencia que jamás hubiera sentido.
A Petris se acercó consternado, su temblorosa mano con delicadeza se posó sobre la frente de su amada.
  -  Vamos cariño, solo un poco más ya falta poco, empuja Petris por favor, haz que salga nuestro vástago -.
Ella levemente abrió sus ojos y en ellos cien años de amor compartido se reflejaron dulces. Nolin besó su frente tiernamente y por un momento el aplastante agobió se desvaneció en un cálido silencio.

  -  Coge mi mano Nolin y apretadas juntas lo conseguiremos, me faltan las fuerzas, algo va mal y yo sola no puedo -.
Sus manos se entrelazaron, Petris volvió a cerrar sus ojos dispuesta a un nuevo intento y en cada uno de ellos su tormento era atroz.
  - Ahora cariño, estoy preparada, estruja mi mano -.
Su leve susurro se llevo al instante la fugaz calma que reinaba bajo la roca. Nolin apretó sin miramientos queriendo ayudarla y en respuesta los grandes ojos de Petris se abrieron enrabietados, furiosa olvidando el dolor bramó empujando y todo Erebor se sacudió ante el horrible alarido nacido en su poderosa garganta.
  -  ASII!!, NO PARESSS!!! YA VEO LOS PELOS, YA VIENE VUESTRO HIJOOO!!! -.
Las manos de la matrona intentaron ayudar agarrando la pequeña cabeza que nacía de Petris. Su brazos tiraron durante un breve momento para detenerse enseguida.
Nolin la miró incrédulo ante su extraña actitud, pues ya no pedía que siguiera empujando. Simplemente se había detenido, petrificada casi sin aliento observaba entre la piernas de la parturienta.
  -  POR DURINN!!, QUE PASAAA!!!?? -.
La anciana lo miró sin saber muy bien que decir, debía medir sus palabras, palabras que seguro provocarían una inmensa desolación en Nolin.
  -  Viene con la atadura enredada al cuello -.

Aturdido por la situación Nolin observo desorientado a la matrona, sin entender muy bien el significado de sus palabras.
  - Que quieres decir anciana?, a que te REFIERES!!?, solo di que todo saldrá bien, solo eso tienes que decir... -.
Su triste mirada se extravío perdida, compungido, destrozado púes en el fondo si conocía las consecuencias de aquellas palabras. Abrazó a Petris con suma delicadeza empapándose de ella, de su aliento, de su olor y tacto, y de inolvidables recuerdos compartidos en un siglo de amor incondicional y leal.
La débil respiración de ella se filtraba entre su barba y nuca, atrayendo a su mente miles de caricias y besos, cariñosos arrumacos en la oscuridad de la piedra que hicieron de él un feliz enano.
Su mano aferró con fuerza un mechón del pelo de Petris, y la melancolía se transformó en rabia, en un inconformista sentimiento nacido de lo imposible y la frustración.
De nuevo observó a la expectante matrona y sus ojos lloraban desconsolados que no vencidos, tristes pero desbordantes de una tenacidad férrea y a la anciana le exigió un milagro.
  - Haz algo vieja por nuestro padre Durin o di que debo hacer yo, pero...no...pueden... MORIRRR!!! -.
Severo y tajante el hijo de Nuor se negaba a la verdad, en su desencajado rostro la determinación infinita de los hijos de Mahal renació furiosa y exigente.
  - Aún hay esperanza para vuestro hijo, pero el tiempo corre en nuestra contra Nolin, sí ella fallece ambos morirán. Tenemos que sacarlo ya y solo hay un modo de hacerlo -.
  - NOOOO!!!, ambos vivirán, me oyes!!? -.
La matrona curtida en decenas de partos contestó sosegadamente al desquiciado naugrim, ya lo había vivido antes, ella ya conocía la muerte en los nacimientos.
  -  Petris morirá ya ha perdido demasiada sangre y al salir el bebé aún más verterá, pero escucha tú ahora, tu hijo puede vivir solo él puede lograrlo -.
Nolin se dispuso a interpelar inconforme a la matrona pero la mano de una moribunda Petris agarró su brazo.
  -  Escucha la amor, comprendo tu dolor pues también es el mio -.
Sobre las peludas mejillas de la naugrim empezaban a deslizarse incontables lágrimas, y éstas de idéntico modo aparecieron sobre el rostro de Nolin.
  - Siempre quisiste un hijo y será mi último regalo para ti, quiere lo como a mí me quisiste. Algo de mí en él pervivirá y cuando lo mires nuestro amor renacerá cada día, de aquí hasta el fin -.
Vencido las rodillas del padre se hincaron en el duro suelo de piedra, y su derrotada cabeza se derrumbó en un desconsolado llanto sobre el vientre de Petris. Entre su melena los dedos de ella intentaron consolarle, pero nada de este mundo podía aliviar el mordaz dolor de Nolin.

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