Y así fue como el silenció se adueño de Erebor, el khuzdul y sus sonoras carcajadas, barbas, yelmos y armaduras desaparecieron bajo la montaña. Sobre la piedra cientos de hermanos yacían muertos, un macabro manto de cadáveres cubría el suelo en la estancia de Durin. Aquel fue el primer botín del despiadado ladrón, púes con la carne de los hijos de Aule sació su hambre, y sobre sus riquezas, el dorado lecho de Smaug inmenso creció bajo su vientre.
Las antorchas se consumieron en el olvido abocando el reino a la oscuridad, sobre los picos el polvo se asentó dolorosa condena de la piedra silenciosa y ya no hubo ni copiosos banquetes ni largas fiestas que celebrar. Y la montaña lloró en el adiós de los suyos, abandonada de sus cuidados y mimos se erosionó en el fuego de la bestia perdiendo su esplendor, y en la densa oscuridad solo ratas y arañas moraron ocultas entre seda y escombros.
Y mientras se alejaban los enanos observaron su hogar, arrugadas las mejillas se inundaron de lágrimas, de pena y rabia lloraban y en sus voces, aún sofocadas en la batalla, clamaban venganza y justicia.
En lúgubre y larga comparsa todos se iban sin saber donde ir, huérfanos de su montaña algunos viajaron a las Colinas de Hierro pero la mayoría junto a su rey vagaron por un tiempo, sin rumbo y sin destino, despojados de esperanza y orgullo unos a otros se consolaban en la eterna fraternidad de los descendientes de Durin.
En las noches a la intemperie y entorno a grandes hogueras se reunían recordando a los fallecidos, y todos menos una tenían su lugar.
Solo Petris lloró a su padre en los días posteriores, como ignorado fantasma deambulaba sola entre los enanos, ignorada la palabra le fue negada y sobre ella a pesar de su amor despectivas miradas la acosaban allí donde miraba.
Despojada de cariño al fin entendió las profundas raíces de su pueblo, aquello por lo que Nolin un día la abofeteó, y supo que nunca sería aceptada ni en la Casa de Durin ni en cualquier otra casa de los seis padres restantes.
Sentada en soledad bajo las estrellas pensaba observando a sus hermanos, en su interior un dilema crecía, los amaba con todo su corazón y no comprendía una realidad alejada de ellos, alejada de la piedra y el khuzdul, de sus risas y amistad pero tampoco entendía otra Petris que no fuera ella...Bordeando el gran bosque sin adentrarse en sus dominios los enanos vagaron tristes y sin rumbo fijo.
Una semana desde el ataque de Smaug había transcurrido y en su larga caminata hacia el sur la opulencia dio paso al hambre, el orgullo a la desolación y las rotundas carcajadas de los descendientes de Durin en húmedos llantos que sus barbas empapaban.Sucedió que en el arte de la caza los hijos de Aule no eran expertos, solo con algunas trampas conseguían algunos bocados. Nunca fueron amigos del sigilo o el subterfugio más la pesca les era algo desconocido, así fue que sus gargantas clamaron carne con hondos gruñidos y sus panzas menguaron de tamaño. Y de hierbas, frutos y raíces su conocimiento era muy escaso en la recolección, solo sobre sus platos conocían los frutos de los olvar.
Siempre la comida de los enanos era pagada con oro y hasta las puertas de Erebor siempre llegó en abundancia, pero ya no existía el dorado metal, ya no había largas caravanas de carretas a sus puertas, porque las puertas habían claudicado y porque el reino de Thror bajo la montaña ahora lo era bajo las estrellas.
En la noche alejada de los suyos y sobre una loma Petris observaba la enormes fogatas que calentaban a sus hermanos. Una voz interrumpió sus pensamientos y la sobresaltó pues la palabra le había sido negada así como el amor y fraternidad de los enanos.
- Estas bien hija de Nolin? -.
Era Dolmin, gran amigo de su padre y forjador de su deslumbrante cota de malla.
- Como habría de estarlo, todos me repudian todos me ignoran y en la soledad se anhela la voz de los enanos. Sí al menos estuviera mi padre... -.
Junto a Petris se sentó el descendiente de Canbor y bajo un cielo sin piedra sobre la hierba la miró apenado.
Y allí iniciaron una extensa conversación sobre tradiciones y honor, costumbres ancestrales profundamente arraigadas en los pétreos corazones.
- Siento la muerte del hijo de Nuor y más siento aún que solo yo te llore su perdida...
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Petris of Erebor
Фанфик"Porque los Naugrim tienen barba desde el principio de sus vidas, tanto hombres como mujeres; de hecho los miembros de otras razas no pueden distinguir a las mujeres, por los rasgos, el modo de andar o la voz, ni por ninguna otra cosa, salvo una: en...