Sin título 3

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    Desde su posición privilegiada podía ver perfectamente como la nube de vaho que salía de su boca al exhalar ascendía en la oscuridad de la noche, y si giraba un poco la cabeza hacia los lados, también su larga melena desparramada sobre la nieve.
    El cielo empezó a clarear un poco. Podía escuchar el murmullo de un arroyo que desafiaba a las temperaturas bajo cero del lugar y seguía en su estado líquido, amenazando con derretir el hielo y crecer un poco.
    El calor que sintió minutos atrás en la parte del estómago había desaparecido. Tenía frío. Otra nubecilla se alzó desde sus labios agrietados.
   Oyó algunas voces lejanas, un perro ladrando y pasos entorpecidos por la espesa nieve. Sus dedos entumecidos no sentían al temerario insecto que caminaba por la yema de su dedo corazón.
   Contempló como su respiración condensada se deshacía en el aire. No podía moverse, tampoco tenía la energía o la fuerza de voluntad para hacerlo. El cielo sobre él empezó a teñirse de azul claro, suplantando al naranja de hacía unos momentos.
    La conversación empezó a antojársele más cercana, pudiendo distinguir algunas palabras y fragmentos inconexos. Los ladridos se hicieron más histéricos y fuertes. Parpadeó un poco.
    Le costaba respirar. Tenía parte de la ropa empapada y ya ni siquiera sentía ese molesto dolor en la zona abdominal.
   Algo suave y peludo le rozó el brazo, antes de que una lengua húmeda, caliente y rasposa empezara a restregarse contra su cara. Se permitió una mueca cuando le tocó los labios.
    Se sentía mareado, la vista empezó a desenfocársele y las voces, ambas infatiles, chillaban a su alrededor. Todo empezó a darle vueltas.
    ―Llama... ambulancia... sangre... nieve... muerto... montaña...
    Los niños, aventuró que no tendrían más que ocho años, empezaron a abrazarle. El perro se acurrucó a su lado también, haciéndole cosquillas con su suave y tupido pelaje. Tosió un poco y cerró los ojos durante unos segundos, sintiendo un cosquilleo en su estómago.
    ¿Así se sentía morir? ¿Como si estuvieras siendo abrazado por un peluche gigante y cálido? Entonces no entendía por qué tanto miedo a la muerte.
    Y con ese pensamiento en mente, dejó que su vista se perdiera en el bello cielo azul, aún salpicado de estrellas.

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Y, ALLovegood, quisiera disculparme porque la continuación de Sin título 2 estaba en una libreta que he perdido :v no me mates -se arrodilla.- la subiré, te lo juro. Buscaré la libreta como si de ello dependiera mi vida. Y la tendrás, muy rosa y cursi.

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