Incómodo

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    AHEM... Pues, como dije, odio dejar finales abiertos y esto se ha convertido en la secuela cutre de Mal gusto (lo encontrarán más atrás) porque lo releí y me entraron ganas de escribir sobre ellos otra vez.
    Bueno, ya me callo.

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    Últimamente mi vida se ha agitado un poco, saliendo de la monotonía habitual: mi vecino Alex se ha comprado un televisor curvo enorme, ahora paso los fines de semana acaparando su sofá mientras veo alguna película cutre y él cocina palomitas con Oliver a sus pies esperando a que se caiga algún trozo de comida; y la semana pasada me encontré con Andrew (mi ex) y me enteré de que se casa (¡incluso tiene un crío!).
    Hoy es otro lunes y lo primero que hago es bajar al portal y revisar el buzón de Alex por si hay algo, también hago lo propio con el mío. Al pobre solo le envían facturas y propaganda de supermercados, yo encuentro una carta y un paquete pequeño. Subo y entro en mi apartamento, tiro el correo basura automáticamente y me tiro en mi sillón.
   Miro la caja marrón y empiezo a rasgar por la línea de abrir por aquí (creo que soy la única persona tan maniática para hacer eso), las pestañas se separan y miro el contenido: es un envoltorio amarillo de esos con papel de burbuja. Frunzo el ceño, ¿qué será para que merezca la pena de tanto envoltorio? Sigo abriendo y me encuentro con un tercer obstáculo, papel de regalo. Quito el celo con mucho cuidado, procurando no romper nada y finalmente, el misterioso objeto sale a la luz.
   ¿Es en serio? ¿Una caja de terciopelo azul? Bufo un poco y la abro. Se me cae el alma cuando miro el anillo de compromiso. Miro el remitente, Andrew. Empiezo a entrar en histeria.
    ¿Qué quiere decir con eso? ¿Qué sea su padrino? ¡¿Qué?! Oliver me mira, curioso.
    Mis ojos miran la carta intensamente, me abalanzo sobre ella como si fueran a quitármela y rasgo el sobre. Leo rápidamente el contenido y me relajo un poco.
   Me percato de que Alex ha entrado (se me olvidó que tiene una llave de mi piso). Me mira atónito.
    ―¿Qué diablos pasa? ―se acerca en un par de zancadas y arruga la cara cuando ve el anillo. ―¿Ese idiota te lo ha enviado?
    ―Ehm... sí. ―doblo la carta disimuladamente. ―Me ha pedido que... bueno...
    Alex entra en modo alarma.
   ―¡¿TE HA PEDIDO MATRIMONIO?!
   ―¿¡QUÉ!? ¡NO! ―le miro como si estuviera chiflado. ―Me ha invitado a su boda. Y quiere que sea su padrino.
    Mi vecino se relaja un poco y se permite sonreír.
    ―¿Vas a ir? ―deja la bolsa de la compra sobre la mesa y se pasa una mano por el pelo. Es sexy cuando se pone así. Oliver mete el hocico en la bolsa.
    ―Bueno, no puedo quedarme con esto. ―señalo la caja. Nos miramos un rato, hasta que un estruendo nos hace girarnos: Oliver nos mira con un rollo de mortadela en la boca, a su alrededor hay envases de mantequilla y latas de conserva tirados. Alex suspira, resignado.
    Me levanto y recupero la mortadela.
   ―¿Quieres venir? ―me mira como si hubiese dicho la cosa más estúpida del mundo. Aparto la vista, incómodo y avergonzado por proponerle algo así.
   ―¿Cuándo es? ―ahora es mi turno de mirarle de forma rara. Sus ojos brillan y su expresión es de "no voy a dejarte con ese idiota".
   ―La semana que viene.
   ―¿Y ahora es cuando te pide que seas su padrino? Anda que...
   ―Bueno, Andrew siempre ha sido de los que deja todo para el final. ―suspiro y recojo los botes que Oliver ha tirado.

    Miro el calendario pegado junto al espejo. Mi reflejo y yo nos observamos.
   ―Estás hecho un pincel. ―Alex aparece por detrás, vistiendo de traje también. A diferencia de él, a mí no me sienta para nada bien y encima el cuello de la camisa me agobia bastante.
   Miro la etiqueta del traje y creo que iré al infierno si me compro eso. El precio es tan exagerado que ni siquiera con un crédito podría pagármelo. Alex bufa y protesta a los cuatro vientos, luego me arrastra fuera de la tienda.

Relatos para el día a díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora