EL CHICO PALMERA DE NARANJA

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Los hermanos Elric: Edward y Alphonse, ya cumplieron 8 y 7 respectivamente, peleaban mucho. Esta vez la pelea fue por quien se casaba con Winry Rockbell, Alphonse ganó la pelea así que le fue a pedir a Winry que se casará con él.

Winry... —, decía Alphonse muy nervioso, mientras tragaba saliva, —...Qui-quiero que te cases conmigo.

No... No puedo casarme con alguien más bajo que yo.

Alphonse se quedó congelado por la respuesta de la muchacha rubia de ojos azules de pelo corto.

Los chicos Elric practicaban Alquimia desde que su padre abandora la casa, junto con su pequeña hermana Elanie. La madre de ellos: Trisha Elric, cuando descubrió que sus hijos la practicaban sin que su padre les hubiera enseñado nada acerca de aquella técnica, alardeaba y estaba muy orgullosa de sus dos retoños, que se hubieran vuelto autodidactas en materia de Alquimia.

Después del rechazo de la propuesta de casamiento, Alphonse y Edward Elric, no se hablaban, incluso durante el recreó.

La lluvia estaba incesante en aquellos días, el río amenazaba con desbordarse, Winry invitó a los hermanos Elric a cenar, pero aun así los dos no se hablaban entre sí.

Alerta... Alerta... Necesitamos ayuda para evitar que el río se desborde —, gritaba desesperadamente uno de los aldeanos.

Al escuchar esto, Alphonse y Edward dejaron a un lado su orgullo,

Vamos, Al... Veamos si nuestra Alquimia puede ayudar en algo... —

Los truenos y relámpagos asustaban a la pequeña Winry, quien se tapaba los oídos y cubría su rostro  para no escucharlos ni verlos.

Agarraron sus impermeables y salieron a toda prisa de la casa de la Abuela Pinako.

Cuando llegaron, vieron a muchos hombres colocando en las orillas del río, sacos de arena para impedir que el río hiciera de las suyas.

Edward llevaba en una hoja un círculo de transmutación, pero la fuerza de la naturaleza mostró su poder, el río se desbordó, mojando y destruyendo la hoja con el dibujo del círculo alquímico que Edward y Alphonse habían colocado en el suelo.

pónganse todos a buen recaudo... — Alcanzó a gritar un aldeano, de repente hace su aparición una extraña mujer de cabello negro con trenzas por toda la cabeza y estas a su vez las tenía sujetas por una cola de caballo, vestía chaqueta azul y falda de medio corte con una abertura mostrando una de sus piernas, la acompañaba un hombre fornido del tamaño de un oso,

— háganse a un lado... esto puede ser peligroso —, dijo aquella mujer mientras juntaba sus manos y tocaba con ellas el piso al segundo después, salió un destello del piso y se formaron diques alargados alrededor del río, impidiendo su paso hacía las casas,

— ¿Quien es usted? — Preguntó otro aldeano.

ah... Soy una simple ama de casa
El rostro de la mujer empalideció, acto seguido, vómito sangre.

La mujer fue llevada enseguida a una casa asistencial. Edward y Alphonse vieron con esperanzas, a aquella mujer como la persona que les podría ayudar a estudiar Alquimia para así poder traer de vuelta a su madre muerta.

Le pediremos a aquella señora que nos enseñe más acerca de la  Alquimia —, pensaron los dos al unísono.

Cuando estuvieron ahí en la clínica, se acercaron para pedirle que los tomará como alumnos suyos.

Anciana, uso Alquimia sin dibujar un círculo de transmutación ¿como pudo hacer eso?... ¿Podría enseñarnos?

No sean insolentes... No soy ninguna anciana —, reprendió a los pequeños Elric, haciéndoles dar vueltas como si estuvieran en algún número de circo.

 LAS CRÓNICAS DE LOS HERMANOS ELRICDonde viven las historias. Descúbrelo ahora