En casa de los Elric, Trisha estaba preparando de postre, un pastel de cereza para el almuerzo.
Después de unos 10 minutos, se saca el delantal y se dirigió al despacho de Van Hoenheim, toca la puerta,
— Cariño, ¡el almuerzo estará listo en unos 15 minutos, estoy preparando el pastel de cereza que tanto te gusta!... ¿Cariño? ¿te encuentras bien?...
— Si... Si estoy bien, Trisha no te preocupes, bajaré apenas termine de... Poner en orden estos papeles...
La mujer se coloca de espaldas contra la puerta, mostraba un expresión de preocupación, puso su mano hecha puño contra su mejilla,
— Esta bien, cariño... ¿Puedes ir por los niños para decirles que ya bajen a la mesa?...
—N-no... N-no ¿puedes hacerlo tú?... Es que... Es que... debo terminar... — Decía muy nervioso, moviendo las hojas, de un lugar a otro, mientras estaba sentado en el escritorio, de repente se detiene, haciendo puños sus manos y golpeando violentamente su mesa de trabajo, mientras apretaba los dientes y mantenía los ojos cerrados,
—Trisha... Trisha... Perdóname pero es algo que tengo que hacer... No habrá marcha atrás... — pensaba para si mismo,
—Ed... Al... ¡niños el almuerzo ya está listo!
— ¡Ya vamos mamá!
—Niños... ¡NO OLVIDEN LAVARSE MUY BIEN LAS MANOS!
La señora Elric cargaba en brazos a Elanie, la mirada de aquella mujer recorrió la escalera hasta donde se encontraba el estudio de Van Hoenheim, soltó un suspiro melancólico.
—Hmmm...mamá ¿Que ese aroma tan delicioso?
—Es mi especialidad, el pastel de cereza, lo preparé para celebrar que nuestra pequeña cumple 8 meses de edad...
— pero mamá... Creo que Ela no puede comer todavía postre... ¿Podemos dividir el pedazo que le toca a ella y compartirlo entre Al y yo?
La pequeña al escuchar a sus hermanos decir esto, los miro muy severamente,
—¿tu que dices mi dulce bebé? ¿Quieres compartir con tus hermanos lo que te corresponde?
La bebé mueve su cabeza en señal de negación,
—¡Elanie no deberías ser egoísta con nosotros.... Somos tus hermanos mayores!
—¡Ella tiene toda la razón, chicos! Nuestra pequeña también tiene derecho a comer una porción de su propio pastel.
—Mamá... Pero... ¿Porque celebrar los meses de Ela y no su cumpleaños oficial...? —preguntó Alphonse, al mismo tiempo la mirada de Edward se fijaba en él.
—Mmm... No lo sé... Simplemente se me ocurrió hacerlo... Hay veces en que las madres no sabemos la razón exacta por la cual hacemos ciertas cosas. —contesto sonriendo gentilmente, acariciando la cabeza de su pequeña hija, a la vez que sentía un estremecimiento en el corazón,
—¿porque apareció de repente este sentimiento de soledad, el mismo que se siente como cuando... Uno pierde a un ser querido?... ¿Porque?... ¿Que significa esto que estoy sintiendo?
Pensaba ensimismada, con pequeñas lágrimas en los ojos a punto de caer, sus manos acariciaban la pequeña cabeza de su hija, pero al mismo tiempo, sentía que tocaba al vacío, una sensación muy perturbadora,
—Mamá ¿papá vendrá a la mesa pronto? Ya quiero comer... tengo hambre... — decía Alphonse, mientras su estómago gruñia.
Los niños sentados en la mesa, observaban al marco de la puerta, esperando a que apareciera la silueta de su padre, entrando por esta.
—¡papá esta tardando mucho, mamá... Siento que mi estómago me comerá vivo...! — Sentenció Edward, apoyando su cabeza sobre la mesa. La pequeña tenía la expresión de querer lanzarle un jarrón en la cabeza a su hermano mayor,
La señora Elric, se rio cuando escucho lo que había dicho su hijo,
—Ed, tu pancita solo hace ruido, porque está reclamando que ya es la hora de comer... Al parecer su padre no se va acercar ni de broma al comedor ... Y yo que prepare su postre favorito...
Los tres niños miraron con tristeza a su madre, quien también a la vez observaba el puesto vacío de Van Hoenheim.
Eran las 00:30, una fría brisa recorría todo el valle, provocando que las ventanas de las casas se estremecieran como si fueran a quebrarse en miles de pedazos.
Los niños dormían plácidamente, mientras en la sala Van Hoenheim y Trisha Elric conversaban,
—Trisha debo irme, pero no lo haré solo... me llevaré a nuestra bebé
—¿porque debes llevarte a nuestra hija también?
—no puedo decirte la razón por ahora... Espera nuestro regreso ... Es todo lo que puedo pedirte...
—.... Porque...porque... Porque ¿porque quieres llevarte a nuestra hija?... Ella es una bebé necesita a su madre...¿Que pasará con Alphonse y Edward...cuando no vean a nuestra bebé a su lado cuando despierten?... ¿Adonde tienes pensado ir con nuestra nena?
La mujer que era usualmente tierna, dulce y amable, lloraba desconsoladamente por que su hija, le iba hacer arrebatada de sus brazos a tan corta edad, esto era lo que instintivamente presentía su corazón de madre.
—Trisha...cariño... Yo... Yo... Tengo que llevar a Elanie conmigo... ¿Has escuchado decir que los niños son de las mamás y las niñas de los papás?... No quiero que nuestra hija vaya enfermar de tristeza... Por no verme aquí en casa... Por eso... La llevo conmigo... Regresaremos... Esperanos... Además, no partiré hasta mañana a esta hora... Así los chicos podrán pasar un día más con nuestra pequeña.
En el altillo de la escalera, se encontraban Alphonse y Edward escuchando la conversación, sus padres no habían notado su presencia,
Los niños intercambiaban miradas entre sí, estaban muy tristes. Volvieron a su cuarto caminando en punta de pie para no ser descubiertos,
—Niissan, ¿Que vamos hacer? ¿Que podemos hacer para que papá no se lleve a nuestra bebé?...
—¡Que tontería es esa de que los niños son de las mamás y las niñas de los papás!... Se supone que son hijos de ambos... No sólo de uno de los dos... Y además... Además... estamos nosotros sus hermanos.
Decía Edward, mientras apretaba sus manos haciendo puño aprisionandolas al mismo tiempo contra sus rodillas.
—Maldición... Maldición... Que clase de padre es él... Que quiere desmantelar una familia en lugar de mantenerla unida... ¿Porque quiere llevársela?...porque quiere quitarnos... Es Nuestra hermana... ¡Maldición!
—¿no podremos hacer una protesta o algo para que no se la lleve?
Agrego Alphonse, tocando sus labios como al son de un tambor con su dedo índice.—Si mamá no puede oponerse, Al... Tampoco nosotros podremos hacer nada al respecto... Ya que somos niños y a nosotros los niños... no nos escuchan los adultos.
El fuerte viento se dejaba escuchar, Trisha Elric observaba por la ventana de su habitación como el viento movía las ramas de los árboles y la hierba de los pastizales, ya que la luna alumbraba todo el valle de Resembool, una noche muy triste y tal vez la última que vea con su pequeña en brazos.
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LAS CRÓNICAS DE LOS HERMANOS ELRIC
FanficEran las 06:30 am, Edward estaba guardando todo en su maleta, alistandose para regresar a Ciudad Este, junto con Alphonse para ver a Roy Mustang para informarle sobre lo acontecido en Loire. -Nissan, ¿en verdad iremos a Ciudad Este?- pregunto Al...