Amistades

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Las lágrimas rodaban incesantes por mis mejillas. La mano de Maddie fue apretada por la mía mientras mordía mi labio inferior tratando de reprimir las inmensas ganas de exhalar un grito de total impotencia ante la imagen de mi mejor amigo frente a mis ojos.
Nathan, el chico más alegre que había conocido en mis cortos dieciséis años de vida, postrado casi inmóvil en aquella cama de hospital. Una persona llena de vida y bondad, lucía de aquella humillante y espantosa manera. Su pecho subía y bajaba con irregularidad dejando que un leve respirar emanara de su boca de labios grises y resecos. Sus ojos se movían rápidamente debajo de sus párpados cerrados, coronados por unas oscuras ojeras por debajo de ellos.
Estaba pálido, parecía un fantasma. El color de sus mejillas se había desvanecido totalmente. Su cabello había perdido vitalidad y sus manos se movían torpemente en un ligero temblor, como sufriera del mismo mal que tanto temía mi madre: Parkinson.

Su padre, arrodillado a su lado, trataba de contener las desgraciadas lágrimas al ver a su único hijo en ese estado. Aquella enfermedad destruyó a su familia.

Imagínense esto: una foto impresa en papel normal de una familia completa alegre y contenta. Ahora rasguen la foto y vean los fragmentos tirados en el suelo. Eso era lo que "Khaos" lograba. Rasgaba en pedazos las felices familias que habitaban en la ciudad y en el resto del mundo. Borraba las sonrisas de los niños dejándolos huérfanos. Arrancaba la felicidad de padres al perder a sus hijos. Aniquilaba sin piedad, rompiendo lazos familiares. Causaba pánico y temor en las calles diarias. Realizaba todo esto para lograr su objetivo: eliminar a la raza humana de la faz de la Tierra. ¿De dónde surgió? Nadie lo sabe. ¿Cuál es la cura? Desconocido. ¿Los humanos sobreviviremos a esta abominación? Incierto.
Quizá el mundo mismo se cansó de la presencia humana en la Tierra. Quizá ni siquiera sea de este mundo. Quién sabe...

El centenar de pensamientos en mi cabeza hizo que sollozara fuertemente, provocando que Maddie me abrazase para consolarme. Me aferré a sus vestimentas y descargué todas mis lágrimas en su hombro. Estaba cansada de lo mismo. Ya no quería que se repitiera la misma historia.
—De todas las personas que están infectadas con "Khaos" ¿Por qué una no puedo ser yo? —sollocé en las fibras de la blusa azul de Mad.

Ella no aguantaba verme de esa forma, destrozada y a punto de colapsar. Lloraba en silencio, tratando de ser fuerte en tal situación.
—No digas eso Carter... Ya basta... —dijo en un hilillo de voz mientras continuaba contemplando a Nathan en su fatídico estado.

Apreté la mandíbula decidida. No importase cuanto miedo tenía ante ello. Estaría dispuesta a cualquier experimento que quisieran realizar en mí para ayudar de alguna manera a mis seres queridos y otros que lo necesitasen.
—Ayudaré a Nathan... —exclamé a todo pulmón ante su sobresalto y salí de la habitación con una mirada dura y decidida seguida de una Maddie confundida.

Salí al pasillo principal y sorbí por la nariz tratando de tranquilizarme para realizar una llamada inmediata. Maddie me siguió algo abrumada.
—¿Qué diablos te pasa? ¡No puedes alzar así la voz, estamos en un hospital! —me regañó aún con lágrimas en los ojos mientras me tomaba por ambos hombros para mirarme fijamente tratando de hacerme recapacitar—. Sé que estás dolida pero... No tomes todo el peso tú sola... —gimoteó con la cabeza gacha.

Mi mirada vacía contempló su dolor. Las palabras de Maddie entraron a mi cabeza como si fueran avispas zumbando desenfrenadas, desordenando la cadena de pensamientos que martilleban mi cerebro dejándolo incapaz de discernir ideas claras y concisas.
—Mad... Debo hacer una llamada... —dije con sequedad provocando que me soltase y se secase las lágrimas con el dorso de su mano.

Me dolió verla así... Desconocía quién era la que debía llevar todo el peso sobre sus hombros...

Saqué el celular y marqué enseguida a mamá. Eran las 2:43 p.m., probablemente ya estuviera listo el resultado de mis exámenes.
Ella contestó al tercer tono.
—Dime Carter. Estoy algo ocupada. ¿Qué sucede?

—Mamá, llamaba a preguntar por el resultado de mis exámenes. ¿Han sido psoitivos? —pregunté impaciente mientras golpeteaba el piso con la punta de mi pie derecho en acto de calmar mi inquietud.

—Vaya que estás apurada por saber los resultados. ¿Y se puede saber eso por qué? —exclamó incrédula.

—Solo por curiosidad...

—Ya veo... —el sonido de pasar de hojas sonó brevemente—. Pues sí. Has aprobado. Eres apta para ser voluntaria. —otra breve pausa... —¿Qué es ese leve barullo que se logra escuchar?

Sonreí reconfortada, provocando que Mad me mirase con curiosidad. Si sería una ayuda. "Haré algo por ustedes" dije en mi mente soltando un suspiro refiriéndome a Nathan y a Nick.
La pregunta de mamá volvió a traerme de vuelta al presente y contesté con tristeza en mi voz.
—Estoy en el hospital público. Nathan ha sucumbido al virus. Se encuentra muy mal...

—Vaya... Lo siento mucho amor. Nathan es un lindo y amable chico. Ese estúpido virus destruye a las personas más hermosas de toda la humanidad —declaró con voz neutra y simple.

—Tienes razón mamá. Te hablo luego, ya debería regresar a casa a almorzar —dije sin rechistar. Papá debía de estar preocupado...

Mamá no dijo adiós, solo colgó la llamada dejándome sola con el pitido repetitivo. Guardé el celular en mi bolsillo y me encontré con los dulces ojos oscuros de Maddie.
—¿Llamaste a tu mamá? ¿Sucede algo malo con Nick?

La noche anterior Mad y yo mantuvimos una charla corta sobre mi estado. Le hablé sobre el la situación de Nicky y que probablemente no vaya a la escuela en dos días. También pedí ayuda con apuntes y tareas que mandasen. Ella siempre me apoyaba en estas situaciones, siempre con una amplia sonrisa en su rostro. Me alegra tener a una amiga como ella.

—No, no es nada malo. Solo me dijo que regrese rápido del hospital ya que papá podría preocuparse

Parte de lo que dije era completamente cierto, pero no pude decirle sobre mi voluntariado en los laboratorios de "Khaos". No quería preocuparla mucho. Ya suficiente tenemos con esto de Nathan. Además, son solo unas simples pruebas...

El suave toque de la mano de Maddie sobre mi hombro dándome un leve abrazo me reconfortó regalándome una sonrisa.
—Mi mamá me llamó diciéndome que podría pasarte dejando por tu casa, Carter...

Ladeé la cabeza ante su lindo gesto.
—No sé que haría sin tí Mads... —declaré mientras la rodeaba con mis brazos en un cálido abrazo.

Su cabello daba cosquillas en mi nariz y sentía su entrecortada y lloriqueante respiración en mi cuello. Puse más fuerza en el abrazo, sincero y único mientras Maddie soplaba unas volátiles y suaves palabras abriéndose paso entre mi cabello hasta mi oído.
—Cart, gracias por todo... Espero tenerte a mi lado siempre...

En aquel escenario tan triste, tan lúgubre lleno de sonido de toses agravadas y del silencio abrumador de la muerte, dos mejores amigas se abrazaban como si no hubiese un mañana.

—Me alegro mucho de que seamos amigas... No permitiré que nada le pase a los que amo...

—Yo también Carts...

La caída de ÍcaroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora