Parte 21

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«Sí...soy yo, Regina, tu hermana» dijo ella, y como respuesta vio a Zelena cerrarle la puerta en las narices

«¡Metete en el baño!» susurró, y rápidamente volvió a abrir la puerta

«¿Estás loca? ¿Por qué me has cerrado la puerta en la cara?» preguntó Regina

«Porque yo...estaba ocupada viendo unas cosas en el ordenador»

«¿Estabas viendo pornografía?»

«¿A qué viene el asombro? Quien no haya visto ni siquiera un minuto de pornografía que tire la primera piedra»

«Bien, ¿te vas a quedar ahí parada en medio del camino? ¿Puedo entrar o no?»

«Ah, claro...entra» dijo ella apartándose rápidamente

«Estás muy rara. ¿Ha pasado algo? O es efecto de los videos...»

«No, Regina» la interrumpió Zelena «No es efecto de nada ni ha pasado nada. Entonces, ¿qué estás haciendo aquí a esta hora? ¿No deberías estar trabajando como yo?»

«Tú te pasas el día sentada en esa silla haciendo sabe dios qué en ese ordenador y ¿llamas a eso trabajar?»

«¡Alto ahí! Además de vigilar a todos los alumnos, están los profesores que también son mi responsabilidad»

«Si tú lo dices. Pero no he venido a hablar de eso...he venido a pedirte que almuerces hoy con Henry. Había quedado con él, pero al mediodía tengo puesta una reunión»

«Está bien, no te preocupes. Pero, ¿viniste solo a eso? Podías haber llamado, ¿no?»

«Ya...pero olvidé mi móvil en casa y como estaba aquí cerca, decidí entrar» se justificó, aunque el real motivo de su presencia estaba relacionado con la figura rubia que de lejos capturó por el retrovisor del coche. Jurando que era Emma entrando por la puerta del colegio donde su hijo estudiaba, buscó el cambio de dirección más próximo y cambió de rumbo. Sin embargo, seguramente se había tratado de un triste equívoco, ya que el único sitio donde posiblemente Emma estaría sería en el despacho de Zelena, y ahí no había nadie más excepto su hermana «Ya me marcho...» dijo ella, recorriendo el sitio con la mirada.

«Vete tranquila» dijo Zelena, y rápidamente Regina se retiró

Encerrada dentro del baño, Emma casi no escuchó la conversación, pero el simple hecho de saber que allí estaba Regina hacía que su corazón se acelerara y el aire se volviera pesado dificultando su respiración. Saber que Regina estaba luchando para olvidarla le dolía hasta en el alma, pero felizmente, esa lucha aún estaba lejos de acabar y eso la consolaba, a fin de cuentas, ahora que su inocencia había sido probada, podría buscar una forma de reconquistar la confianza de Regina para que juntas pudiesen dar continuidad al sentimiento que nutrían la una por la otra. Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando la puerta fue abierta y allí estaba él: Henry y su maravillosa sonrisa.

«¡Emma!» exclamó él, recibiendo un apretado abrazo

«¡Príncipe!» dijo ella, revolviéndole los cabellos, mientras sus lágrimas mojaban el uniforme que llevaba.

«Voy a dejarlos solos para que puedan hablar a gusto» dijo Zelena, y a continuación se marchó

Henry esperó pacientemente a que Emma se recuperase del repentino llanto. Conmovido, él le acarició los cabellos y profirió algunas palabras de consuelo, entre ellas, resaltó que comprendía perfectamente la razón de su miedo, y que si hubiera sabido todo, él mismo la habría ayudado a huir. Después de algunos minutos de conversación, Zelena entró diciendo que Henry tenía que volver al aula, sin embargo, él se mantuvo firme en su decisión de pasar la mañana entera al lado de Emma. Sin alternativa, Zelena acabó cediendo y solo entonces alrededor de la una, los invitó a almorzar.

InfidelidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora