Parte 35

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«Emma, ¿qué estás haciendo?» preguntó Regina al abrir la puerta del cuarto y encontrarse con dos maletas abiertas sobre la cama

«Estoy haciendo nuestras maletas. Mañana mismo volvemos a Augusta» dijo ella

«Pero, ¿por qué? Creí que nos quedaríamos hasta el fin de semana»

«Ya estás casi recuperada. David nos dejará en el aeropuerto y cogeremos un vuelo para la capital. No harás ningún esfuerzo»

«Está bien, pero ¿por qué esas prisas?»

«Ya te has quedado demasiado tiempo aquí. Además, no me ha gustado esa intimidad con la veterinaria»

«¿Estás celosa?» preguntó Regina, sin contener la sonrisa

«¡No, claro que no...mi mujer de hielo!» exclamó ella, y como respuesta, Regina soltó una sonora carcajada

«¡Por Dios! ¡Eres todo un espectáculo cuando te pones celosa!»

«Estoy hablando en serio, Regina»

«Yo también...a propósito» dijo, rodeando su cintura con el brazo derecho «Tengo unas ganas locas de hacerte el amor...»

«No estás en condiciones. Y no cambies de tema...»

«No estoy cambiando de tema»

«¿Has tenido algo con ella?»

«Pues claro que no, Emma. Solo nos hemos hecho amigas...»

«¿Una amiga tan importante hasta el punto de hacerte quedar aquí por tanto tiempo?»

«¿Tanto tiempo?»

«¡Regina, llevas aquí más de un mes! Todo ese tiempo con ella...»

«¡No señora!» Regina la interrumpió «¡Todo este tiempo buscando una forma de arrancarte de mis pensamientos, eso sí!»

«Disculpa...» dijo Emma «Confieso que morí de celos cuando la escuche llamarte "mía" con tanta seguridad. Y tuve miedo de que te hubieses liado con ella intentando olvidarme»

«Hice eso una vez y no resultó. No hay nada ni nadie en este mundo que me haga olvidarte, Emma»

«¡Qué bien! Porque no quiero que me olvides» dijo ella, llevando una mano al rostro de Regina «Te amo, y ya estaba siendo insoportable no saber de ti. Tuve miedo a perderte, a que me dejaras de amar...»

«Eres de una sensibilidad impresionante y no podrías hacer nada para que me enamorase todavía más de ti...te amo, Emma...y mañana mismo volvemos a Augusta, pero con una condición»

«¿Por qué siempre impone condiciones?»

«Porque sí»

«Está bien...¿qué condición?»

«Te vienes a vivir conmigo y con mi hijo»

«Regina...»

«Si no es así, me quedaré en la hacienda hasta Navidad»

«¡Eso es chantaje!»

«No...esa es mi condición»

«Está bien...acepto tu condición»

A la mañana siguiente, conforme a lo planeado, Emma y Regina dejaron la hacienda de Storybrooke y volvieron a la capital. Aunque estuviera feliz por la felicidad de Regina, Aurora no escondió su desagrado por verla marcharse antes de la fecha prevista.

Pasaron algunas horas y finalmente llegaron a su lugar de destino. Cora y Zelena fueron avisadas del regreso anticipado y al anochecer, las dos aparecieron acompañadas de Henry.

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