Capítulo uno: "Comienzo"

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Estaba arreglando algunas cosas antes de ir a la entrevista de trabajo. Con esto me refiero a un empleo de niñera.

Fue ciertamente un milagro haber encontrado el folleto en la ciudad, ya que hacía varios meses estaba buscando una forma de estabilizarme económicamente por mi cuenta y dejar de depender del dinero que me dejaron mis padres.

Pensando en cosas tan serias, por un momento desvíe la mirada hacia la fotografía colgada en la pared que tenía en frente. En ella estaba junto a mis compañeros de instituto. Sonreí cuando aquel feliz recuerdo volvió a mí y en el ví a Saka-chan, Shouki-chan y Shun-chan, junto a los sempais levantando el trofeo del primer lugar en el interescolar, cuando estábamos en primer año. En ese tiempo no habían más que buenos momentos y sonrisas. Aunque no debo ser tan pesimista, los chicos y yo seguimos siendo muy buenos amigos, siempre hablamos o vamos a algún lugar a pasear.

Supongo que ellos son lo más importante que tengo ahora.
Sin darme cuenta, había empezado a llorar. Sonriendo, sequé mis lágrimas y cerré la caja en la cual coloqué los libros que ya no uso. Luego puse la caja en un estante y me dispuse a buscar el folleto para leerlo mejor, ya que de la emoción, al día siguiente sólo lo había tomado y lo único que leí fue “se busca niñera”. Cuando tomé el papel y comencé a leer, caí en cuenta de que era un empleo a tiempo completo, lo que me hizo pensarlo un poco.

-¿Significa que debo vivir allá? Vaya, que dilema.

-Pero, no tengo más opción que aceptar.- Me dije. -Debo empezar a hacerme responsable de mi misma, aunque eso signifique, vivir con extraños.- Concluí.

Ya no le daré más vueltas al asunto, acudiré a esa casa y analizaré el ambiente.

-Si son amables, bien, me quedo y sino también.- Dije a regañadientes.
Sin más que hacer, salí al jardín y monté mi bicicleta en camino hacia el lugar, que por cierto estaba bastante lejos. Era en Kanagawa y yo vivo en Chiba, un poco alejado, pero nada del otro mundo, a decir verdad.

-Solo debo sonreír y esperar lo mejor, como de costumbre.-

Seguí el camino, relativamente más corto para llegar. Aunque no se exactamente cuánto tardé. Tal vez, medio hora o un poco más. Sólo sé que el aire fresco me hizo bien. Incluso luego de 7 años no pude abandonar el hábito de ir en bici a todos lados.

Después de todo, el ciclismo es algo que hago desde los 6 y también algo que me trae recuerdos, tanto buenos, como malos.

-Mamá, papá, abuela, los chicos, yo.- Pronuncié para mí misma sin darme cuenta que llegué a destino. Un onssen, bastante elegante pero de aspecto antiguo, con el frente similar a un templo pero con un toque moderno a mi parecer. Tenía una entrada al costado, me dirigí hacía allí y bajé de la bicicleta, luego la recosté por la pared y toqué la puerta.

Mientras espero, logro escuchar algunas voces que parecen ser de mujer. Cuando intento volver a tocar la puerta, esa mujer ya la había abierto.

-Hola ¿Quién eres?- Dice, mirándome fijamente.

-Ah, hola. Soy (T/A), (T/N), es un placer, vengo por el empleo de niñera.- Me presenté, brindándole una sonrisa.

-Oh, es eso. Pasa, llamaré a mi hermano para que venga a hablar contigo.

-Claro, gracias.

Obedecí y entré al lugar. Era más bonito por dentro. Al parecer ingresé por el lado de la cocina ya que había mucha gente, yendo y viniendo, que llevaban y traían todo tipo de comida. Con solo ver unos takoyakis se me hizo agua la boca.

-Rayos, no almorzé antes de venir aquí- Maldije en mi interior.

Desvíe mis pensamientos de la comida o no podría hablar a gusto con mi nuevo jefe. Intentando distraerme, miré alrededor para encontrar algo más interesante que la comida, hallando en la pared, algunas fotografías y numerosos trofeos de ciclismo.

-Vaya.- Dije, sorprendida. -Espera, es no es … Todou-san?.-

Uno de los jóvenes en las fotos, el que llevaba una diadema en el cabello, era el autoproclamado “Rey de la montaña”, Todou Jinpachi, el dorsal número 3 de la academia Hakone. También conocido como “El bello durmiente”.
Iba a tomar la foto para verla más de cerca, cuando alguien me interrumpió.

-Buenos días.- Dijo.

-Buenos días, mucho gusto. Soy (T/A), (T/N). Dije, extendiendo mi mano.

-¿Vienes por el anuncio?.- Preguntó, estrechando mi mano.

-Si.- Dije, desviando la mirada hacia el bulto que traía en brazos. Supuse que era el bebé.

-Vayamos a la habitación. Allí podremos hablar a gusto.-
Cuando terminó de hablar, hizo un ademán con la mano para que lo siga. Y así lo hice.

Sin darme cuenta, estaba a punto de trabajar en casa de uno de los mejores ciclistas de Kanagawa, del cual yo soy gran fan.













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