La "madre" de Toddy

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La pequeña reunión al fin había terminado y Jason cumplido su objetivo de impresionar al responsable, correcto y bien educado de su hijo. Bárbara, Jason y Toddy iban regreso a casa a bordo de la nueva camioneta.

-¿Divertido, no? -comentó Jason.

Barbara rodó los ojos antes de contestar.

-Los padres de familia son unos pesados, no entiendo como pueden soportarse.

Jason alzó una ceja.

-Al fin alguien me comprende

-¿Vas a quedarte a dormir, Babs? -preguntó el pequeño Toddy, e inevitablemente incomodando a ambos adultos-. Mi papá limpió la casa esta mañana, después de mucho tiempo.

-No tienes porqué contar detalles, Toddy -contestó el mayor con una risita nerviosa.

Babs bajó la cabeza.

-No se qué decir, papá tal vez se preocupe al ver que no llegue temprano a casa.

-Por favor, Babs -suplicó el menor.

Jason tan solo guardó silencio, aparentando no escuchar nada.

-Llegamos -anunció el pelinegro al comenzar a estacionarse. Y apenas terminó giró la mirada hacia el menor -Espérame en la casa, Toddy.

El menor obedeció sin cuestionar y bajó del auto.

-¿No vas a llevarme a casa? -preguntó Barbara.

-Necesitaba tu ayuda -soltó finalmente el mercenario -tengo que salir y no quiero dejar solo a Toddy... pero será mejor que te lleve a casa antes de que al comisionado le dé un ataque.

-Jason, está bien -contestó la joven -le inventaré cualquier excusa a mi padre. Ve tranquilo, lo dejas en buenas manos.

-No hay mejores manos que las tuyas -respondió el pelinegro con una pícara sonrisa. Barbara, con el rubor de sus mejillas, bajó la cabeza y dio una leve palmada al hombro de Todd.

-Cuidate Jason -agregó a modo de advertencia -hay veces donde se te sale lo bruto.

...

-¡Buenas noticias! -exclamó Barbara hacia el pequeño Toddy al cerrar la puerta tras de sí -¡tendremos una pijamada!

-¡Hurra! -gritó el menor lanzándose contra la pelirroja para abrazarla con fuerza -pero, ¿donde está papá? -se detuvo a cuestionar.

-Arreglando asuntos de su trabajo, pero prometió traerte algo -dijo ella tras besar la mejilla del pequeño.

-¿Vas a quedarte para siempre? -preguntó con hilos de ilusión en su voz.

-Toddy, ¡también tengo una vida! -reclamó la joven simpáticamente.

-Yo te ayudaría a cuidar de tu vida.

Barbara comenzó a reír.

-Eres un amor, Theodore. Ahora vamos a lavar tus dientes para ir a dormir.

-Pero no tengo sueño -contradijo, pero para su mala suerte al pequeño se le escapó un bostezo justo en ese momento.

-¡Oh rayos!

Después cenar un poco de pasta, cepillar sus dientes y ponerse el pijama, Barbara arropó al pequeño Toddy y se acurrucó junto a él hasta que comenzó a dormirse.

-Me hubiera gustado que fueras mi mamá -comentó Theodore tomando de sorpresa a la pelirroja.

-Creeme que también me hubiera encantado -susurró estrechándo al pequeño.

A los pocos minutos, Toddy ya se había quedado profundamente dormido, a Barbara le encantaba verlo así, tan protegido del mundo exterior y descansando como un ángel.

-Dulces sueños, mi pequeño.

Cuidadosamente la mujer se levantó de la cama del menor para no despertarlo y bajó a la cocina a servirse un vaso de agua, pero en su camino se encontró con lo que acaparó su atención por completo, sobre la mesa del comedor se encontraba la computadora portátil de Jason. Barbara estuvo a punto de contenerse de revisarla pero en ese instante escuchó unos ligeros pasos acercándose. Jason había llegado, ella rápidamente se alejó del ordenador.

-¿Como te fue? -preguntó la pelirroja.

-Bien, afortunadamente -contestó el motociclista -¿Toddy ya se durmió?

-Hace un momento.

Tras decir esto la habitación quedó en un incómodo silencio. Jason volteó al cielo buscando las palabras correctas para reanudar la conversación cuando Barbara lo interrumpió.

-Será mejor que me vaya ahora.

Pero Jason no respondió, en cambio clavó su mirada sobre los azulados ojos de la mujer.

-Quedate -dijo finalmente mientras tomaba su mano. Barbara acercó lentamente su cuerpo al de Jason, los intensos ojos del hombre recorrieron con un agradable escalofrío el cuerpo de la pelirroja quien soltó un suspiro al tacto de la tibia piel del mayor.

-Todo este tiempo te extrañé demasiado -susurró al oído de la atractiva mujer.

Las mejillas de Barbara comenzaron a ponerse rojizas conforme los labios del varón se acercaban a los propios y sus bocas se encontraron en un delicado y dulce beso. Las manos del pelinegro recorrieron lentamente la cintura de la mujer y poco a poco retiró la formal camisa de su cuerpo y dejar al descubierto la tersa y suave piel de Barbara, Jason soltó un ligero gemido cuando sus manos llegaron hasta los glúteos de la mujer.

-Después de más de cinco años en abstinencia, espero no haber perdido el encanto -comentó el ex-recluso con una ligera carcajada.

Barbara sonrió de lado.

-Eso nunca se pierde.

Lo Mejor de mi, Jason ToddDonde viven las historias. Descúbrelo ahora