Skylar

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Eran las once de la noche cuando Todd llegó al departamento. Damian lo esperaba en del otro lado de la puerta, estaba completamente enrabiado. En cuanto Jason entró y tiró las llaves sobre el tazón, el heredero Wayne sujetó con fuerza el huevo de gallina que tenía en la mano, junto con una bolsa entera de estos a su lado.

Jason recorrió con la mirada a Damian de arriba a abajo, y con una expresión despreocupada y cínica se dirigió a él como su de un empleado se tratase.

—¿Qué hay de cenar? —preguntó, dejando ver qué había un ligero arrastre en sus palabras.

La cara de fastidio de Damian podía verse hasta la luna.

—¿Oh, Jason tiene hambre? ¡Claro que tengo algo para ti! ¡Aquí está tu maldita cena! —y lanzó aquel huevo que dió justo en la frente de Jason Todd.

El ex-convicto no hizo más que limpiar su rostro con la mano, aceptando la acción con fingido estoicismo, pero no conforme a esto, el muchacho siguió lanzándole uno tras otro sin parar.

—¡Insensato! ¡Irresponsable! ¡Maldito! ¡Hediondo cara de huevo! ¡Orangután armado! ¡¿Cómo te atreves a desaparecer de buenas a primeras sin que nada más te importe?!

Tras oír aquellos gritos Toddy se dirigió por curiosidad hacia la sala, encontrándose así con la desagradable escena.

—Papá... ¿qué tienes en la cara? —preguntó el menor.

Jason se giró hacia él y esperó a que este se acercara lo suficiente para averiguarlo por sí mismo, y en cuanto estuvo a tan solo centímetros, el mayor alzó ambos brazos a la par que abría sus ojos y boca tanto como podía para exclamar como un ogro.

—¡HAAA!

El niño salió corriendo y gritando despavorido por todo el departamento hasta que finalmente llegó a su cuarto. Jason estalló a carcajadas.

—¡Pero qué te pasa, idiota! —Damian no dejaba de exclamar enfurecido —¡Ahora ten suerte sacándolo de ahí!

—Solo vine a tomar un baño —dijo el hombre sin tomarle la mínima importancia —así que sigues a cargo el resto de la noche.

—Jason —el chico se plantó con firmeza frente a él impidiéndole el paso, y al tenerlo es que pudo oler su fétido aliento a licor —¿estuviste tomando? ¡Jason, por un demonio no puedes salir así!

Pero el mayor lo hizo a un lado con brusquedad.

—Es parte de mi trabajo —contestó de manera tajante dirigiéndose al cuarto de baño.

—¿Tú trabajo? ¡Parte de tu trabajo mis pelotas!

Jason entró al baño y cerró la puerta de golpe. Abrió la llave de la regadera y no prestó más atención al chico. Damian dejó los huevos restantes sobre la mesa y regresó a la habitación de Toddy. Tras unos minutos Todd salió de la ducha y rápido se cambió para salir, tan veloz como había llegado.

—¡Jason!

Damian nuevamente se puso como fiera al verlo.

—Si no quieres que arruine tu loción y tu peinado con un huevo, no te muevas de dónde estás.

Pero Jason no hizo más que burlarse en su cara.

—¡Huy! Perdón pequeño hombrecito, me mantendré inmóvil el tiempo que quieras, ¿acaso es un juego de estatuas?

—Esto no ayuda a que seas el padre que Toddy merece, Jason.

—Ya te dije, todo esto acabará pronto.

—¡No te creo para nada! Si en verdad quisieras dejar de ser Red Hood habrías cambiado tu nombre, e irías a vivir lejos un nuevo comienzo con Toddy.

—Escúchate hablar —respondió Jason con un gesto repulsivo en su rostro —diciendo tantas estupideces en tan poco tiempo, imaginando que algo así pueda ser verdad.

—No son estupideces —se defendió Wayne —Enfrenté a mi padre por defenderte, porque creí en ti.

Jason llevó su mano a la perilla de la puerta sin aún quitar la mirada de su interlocutor.

—¿Quieres que sea claro contigo? Nadie te pidió que lo hicieras.

***

Jason llegó con un retraso de casi una hora al lugar acordado. Ahí estaba ella, con un cigarro encendido entre los dedos.

—Estaba a punto de irme —fue lo primero que dijo la mujer al verlo llegar.

—Alégrate que no lo hayas hecho —contestó el hombre —por que tengo la información que buscas.

Skylar le lanzó una mirada incrédula a la par que soltaba una ligera risotada. Todd sacó de su bolsillo una USB y estiró su mano para entregársela. La cara de la extraña rápidamente cambió de expresión y tomó el aparato tan rápido como si aquello fuera a desvanecerse, pero Jason aún lo sostenía con firmeza.

—No tan rápido —aseveró él—. Antes necesito saber qué harás con esto, es solo... precaución.

—El enemigo de mi enemigo es mi amigo —contestó —te salvé la vida por que tú también tienes deudas pendientes con Deadshot. Él está buscándome, y en cuanto me encuentre me matará. Con ésto que tienes para predecir sus pasos puedo defenderme. Podemos ayudarnos mutuamente a acabar con él.

—No —el hombre negó con la cabeza —Yo no quiero acabar con Deadshot. Sé quien eres —continuó el mercenario —te investigue después de aquella noche...

Ella dió una calada más a su cigarro.

—Yo solo pensé que Red Hood no debía estar muerto.

—Eras una espía que hizo enojar a las personas equivocada. Y a propósito de lo que piensas, mi vida no es tan importante, ¿qué diferencia hay en que esté muerto o no?

—Por que haces de esta ciudad un lugar mejor —respondió, con la mirada firme en aquellos ojos claros que tenía en frente. —Y aunque no lo creas, yo también sé de ti. Sé que tienes un hijo al que adoras... pero...

Todd tan solo se cruzó de brazos a espera de que prosiguiera.

—Pero que Deadshot tiene en la mira desde hace tiempo. Lo sé porque lo he visto ocultarse como un civil afuera del preescolar, y en tu propio edificio. Así que dime una cosa —continuó tras llevar el tabaco una vez más a sus labios —Con una identidad tan fácil de descubrir como la tuya, con tantas personas odiándote por hacer las cosas bien cuando deberías hacerlas mal, ¿realmente estás viendo por la vida de tu hijo, o solo se trata de tu egoísmo de obtener con él, el calor de la familia que nunca tuviste?

Lo Mejor de mi, Jason ToddDonde viven las historias. Descúbrelo ahora