Prólogo: la Batalla de Hogwarts

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No dejaban de llegar de todas partes, el hospital era un caos y habían empezado a enviar heridos a hospitales muggles. Londres estaba plagada de ataques, robos y humo en diversos puntos. Los muggles creyeron que fueron revueltas de fanáticos, y aunque no se alejaban demasiado de la realidad, la verdad era mucho más cruenta: había estallado la batalla de Hogwarts. Se habían disparado todas las alarmas cuando un aviso anónimo había alertado de la inminente guerra. Y tras toda una noche de angustiosa espera, por fin habían empezado a llegar los heridos de la escuela de magia, cuando todo había acabado y las barreras se habían bajado.

Por eso, cuando Liva Gyllenblom escuchó el nombre de Severus Snape, fue la primera en acudir a la sala de la primera planta.

Allí, sobre la cama metálica en mitad de una sala blanca, con las túnicas y las sábanas empapadas en sangre, descansaba un Severus Snape inmóvil y pálido. Los medimagos y sanadores que le rodeaban no se atrevían a hacer nada. Habían descubierto, al examinarle, la marca tenebrosa en su antebrazo, y se habían apartado de él rápidamente. Liva los apartó a todos y se puso a trabajar lo más rápido posible con la ayuda de una temerosa pero fiel enfermera.Había perdido mucha sangre, estaba en shock hipovolémico y era un milagro que su corazón aún intentase bombear. Su vida pendía de un hilo.

Liva, conocida en San Mungo y en Inglaterra entera por ser una de las primeras sanadoras en llevar a la práctica combinaciones de técnicas mágicas y muggles, cortó rápidamente la hemorragia y atrajo hacia sí varios litros de sangre embotellada que guardaban en una recámara. El resto de medimagos, que no se habían movido de su sitio y sin hacer nada aún, miraron estupefactos y aterrados cómo Liva desenfundaba una aguja y atravesaba una de las venas del moribundo mortífago y cómo la sangre comenzaba a fluir hacia el interior de su cuerpo.

—Doctora Gyllenblom, no tiene pulso —informó aterrada la enfermera.

Liva, sin querer rendirse, empezó a utilizar una técnica de reanimación que ella misma había inventado. Combinaba el hechizo anapneo y casco burbuja con la técnica muggle para estimular el corazón desde el exterior del tórax. Y tras más de quince minutos, cuando estaba a punto de rendirse, un fuerte puñetazo de Liva sobre el pecho hizo que por fin volviera a latir. Le había salvado la vida.

✔️ Liva- parte 2/3: El fin de una guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora