Liva y Snape habían salido corriendo, dejando la botella de whiskey de fuego sin abrir, en busca del profesor Elliot para descubrirle, pero el sonido de unas profundas campanadas les detuvo en seco en mitad de un pasillo. Se miraron un momento a los ojos y les recorrió un escalofrío. Un pequeño gato plateado llegó de entre los pasillos y se sentó delante de ellos. De sus pequeñas fauces salió la voz de McGonagall, llamándoles con urgencia a la enfermería.
Cuando llegaron allí y contemplaron la escena, no hizo falta decir nada para comprender lo que había pasado. Los padres del chico, sentados al borde de la cama, lloraban desconsoladamente abrazados el uno al otro. No se escuchaba ningún otro sonido más que los desgarradores lamentos de la madre. Madame Pomfrey cubrió el rostro del chico con una sábana blanca. Había muerto.
Snape y Liva le contaron a la Directora McGonagall todo sobre Elliot cuando se reunieron en su despacho, quedando tanto la directora como el Albus Dumbledore del retrato con el rostro desencajado. McGonagall se dejó caer abatida sobre la imponente silla de su escritorio y se llevó las manos a las sienes.
—Informaré inmediatamente al Ministerio —dijo al fin tras unos momentos—. No puedo creerlo. Parecía un chico encantador... ¿qué puede pasársele por la cabeza a alguien para hacer algo así?
—No olvides, Minerva —interrumpió Dumbledore desde el lienzo— que otros muchachos hicieron también cosas terribles. Voldemort no fue más que Tom Riddle un día.
—Sí, sí... —asintió McGonagall al borde de las lágrimas—. Id a buscarle hasta que lleguen los aurores, deberá rendir cuentas por lo que ha hecho. Ese pobre muchacho... era tan joven... Disculpadme.
Cuando Snape y Liva llegaron por fin al despacho de Elliot, lo encontraron completamente desvalijado, con libros y pergaminos rotos y esparcidos por todas partes, frascos de pociones abiertos y derramados, las cortinas de terciopelo azul arrancadas... Los cajones estaban medio abiertos y parecía que alguien había estado rebuscando en ellos. Pero no había ni rastro de Elliot.
—Ese asqueroso... se ha largado —dijo Snape, furioso, cerrando de un manotazo uno de los cajones—. Ha huido como una sucia rata.
—Pues habrá que buscarle.
Snape se dio la vuelta y observó a Liva un momento, confuso. No se esperaba que fuese ella quien dijese de ir tras él. Liva siempre había sido una chica sosegada que en sus peores arrebatos sólo llegaba a indignarse o soltar alguna palabrota. Pero ahora su rostro estaba sombrío, frío, desprovisto de la serenidad que la caracterizaba. Sus labios estaban pálidos y apretados en una fina línea y su mandíbula se tensaba a cada segundo que pasaba.
—Tú no deberías...
—No me digas lo que tengo que hacer, Severus. Yo le creí cuando fingía ser un sencillo chico de aventuras y ciudad. No te hice caso y un chico ha muerto.
—No ha sido culpa tuya, Liva. Fue él quien le envenenó, es un asesino, tú no pudiste...
—¿Es que no lo entiendes? Nunca había perdido a un paciente. Jamás. Ni siquiera a ti. Cuando nadie daba nada por tu vida, yo te saqué de los fríos brazos de la muerte. Voy a encontrar a Elliot. Lo haré y haré que le encierren en Azkaban.
Snape conocía perfectamente el sentimiento de venganza que estaba sintiendo Liva. Él mismo había vivido con ese sentimiento prácticamente toda su vida y sabía que ella no pararía hasta encontrar al culpable. Así que después de poner al corriente al Ministerio de Magia de lo sucedido, decidieron ir por su cuenta. McGonagall pensaba que ese era trabajo para los aurores, pero comprendió que ninguno de los dos iba a ceder.
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✔️ Liva- parte 2/3: El fin de una guerra
FanficSegunda parte de la trilogía "Liva". La Batalla de Hogwarts ha terminado, Voldemort ha caído. Sus fieles mortífagos han sido apresados, excepto uno. Severus Snape se encuentra en estado crítico y deberá luchar por su vida y por volver a empezar. ¿Qu...