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19 de diciembre 2016

Sigo esperando, de lunes a domingo, las 24 horas y los días de asueto. Sigo contando las horas, los días y los meses, como un prisionero los cuenta en cautiverio. Sí, ya son más años de los que esperaba, ya me pesan los párpados, ya se van muriendo los sueños. Creo que empiezo a despertar.

Sigo teniendo frío, siempre tiembla mi alma, voy muriendo despacito. Ya conté las estrellas, las sirenas, las princesas y las reinas Amazonas y no pareces ninguna de ellas.

Tú ríes e iluminas mi sonrisa, me haces torpe, me vuelvo idiota y lo único que quiero es repetir esa sensación en mi rostro, el sonreír a mis adentros. Tú pareces más un sueño, algo que no encuentras todos los días. Eres más alegría que soledad y melancolía, y quedan en suspenso, en suspiros y en bromas mis fobias escondidas. Temiendo encontrar en tus palabras un quizá, tal vez, no, si, tardaste demasiado y un adiós disfrazado en un hasta luego.

Parezco una comedia de televisión, hablando de cómo te conocí y aún no sé si te conozco. Y es que tengo miedo de hacerlo. He pasado los últimos inviernos en casa, los veranos en el infierno y las noches en tundras bajo mi almohada. Tengo miedo al olvido, intentar avanzar cuando lo único que he hecho ha sido tropezar. Ya no duele, solamente se tatúan los recuerdos, se hacen cicatrices y se convierten las personas en cuadros, en rostros, en fotos, en poesía, en tatuajes y baratijas. Ya no duele, pero la incertidumbre mata, asfixia y después sueño supuestos finales que no corresponden a mis palabras, me da miedo el ser materia de olvido, el volver a creer, el que me corten las alas cuando es más seguro caminar.

Es sólo el invierno hablando, mi alma penando, mis recuerdos mentirosos, es la víspera de mi aniversario, es sólo el día en que menos quiero despertar... con Soledad.

Sólo Where stories live. Discover now