III

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26 de diciembre de 2016

Restan unas cuantas noches de este año, de este pequeño parpadeó. Ya son tres años desde tu partida, dos años en los que aparecieron las estrellas y un año en el que las sirenas tuvieron piernas.

Me ilusione con una estrella que brillaba ya extinta y me guió al norte, la seguí y la perdí en un bote a la deriva.

Allí fue que navegue entre sus piernas, probé sus escamas, trague su veneno y mi anatomía se transformaba, ya no respiraba, bufaba, gruñía, me clavaba en sus caderas, rugía y mi espalda se llenaba de rasguños, mi cabeza de gemidos y mis noches se hacían más oscuras. Y así como la encontré, presa de sus ideales, se marchó presa del libertinaje.

Perdí mi bote y mis brazos y piernas ya no eran humanas, mis heridas sanaban en agua salada convirtiéndose en cicatrices, dejando llagas. Aún me estoy hundiendo, en un mar de ideas, en el pasado, en su recuerdo, sin estrella guía, sin sirenas a la vista... soy esa criatura nocturna que le canta a la luna mientras se ahoga, llena de cicatrices y marcas en la piel que ya no sabe si quiere ser rescatada de este mar de soledad. El oxígeno del agua suele ser más natural, que el aire que alguna de ellas me pudo dar...

Sólo Where stories live. Discover now