Ken Kaneki

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"Al final he tenido que venir a trabajar en mi día libre..." pensaba, mientras secaba y acomodaba las tazas limpias en la repisa, "Ese viejo no tiene respeto por la vida de los demás, bueno, no es como que tuviese planes hoy de todas formas". Suspiré por lo triste de aquel pensamiento que me invadía y decidí hacerme un café para relajarme, no había tanta gente y ya había entregado todos los pedidos actuales.
A pesar de todo, me gustaba trabajar ahí. Se podía aprender mucho tan solo escuchando las conversaciones de las personas que pasaban a tomar un café: desde datos inútiles de algún creído haciéndose el inteligente en una primera cita hasta valiosas lecciones de vida propiciadas por personas con problemas comunes.
Me senté dentro de la barra por si entraba alguien más, poder atenderlo rápidamente, y fue una buena decisión pues apenas llevaba la mitad de mi taza cuando entró un muchacho al local.
Primero se detuvo un segundo bajo el arco de la puerta, escrutó el lugar fugazmente con los ojos negros bien abiertos y tras un respiro corto sonrió tiernamente y se sentó en una de las mesas pequeñas junto a la ventana. Le di un último sorbo a la taza antes de acercarme al chico, era alto apenas un poco menos que yo, su cabello negro y un poco alborotado por el aire de fuera caía lacio apenas cubriendo su cuello un poco, sus facciones eran algo finas y su cuerpo delgado. Llevaba puesto un pantalón negro y una camisa blanca debajo de un suéter color beige que lo hacía tener un aire sereno e intelectual apenas quebrantado por una muy ligera sonrisa algo... Boba, casi irritante. Llevaba consigo un libro empastado en color negro. Aquella sonrisa expectante sólo se veía en quienes estaban teniendo un buen día, por lo regular, quienes esperaban una cita.

-Bienvenido, buenas tardes, ¿Te sirvo algo mientras esperas?- le dije con mi mejor sonrisa.

-Ah, no, vengo solo. Un latte estará bien, por favor.- contestó un poco nervioso, pues lo sorprendí mientras miraba por la ventana.

Me lo pensé un segundo antes de tomar una decisión, si bien no soy de los que disfrutan mucho el platicar con gente el chico ahí sentado parecía verdaderamente interesante, había algo en él que me hizo actuar impulsivamente, como si tuviese una grata respuesta a una pregunta que siempre quise hacer, quizá algo que escondiera detrás de aquella peculiarmente tierna sonrisa.

-¿De qué es ese libro?- solté impulsivamente, aún cuando no tenía interés alguno en él.

-¡Ah...! Este... Es "El huevo de la Cabra Negra", de Takatsuki Sen, es mi libro favorito, una historia cruel pero bellamente narrada.-

-Suena bien... ¿Sabes? Si vienes solo podrías sentarte acá en la barra, me haría bien algo de compañía.- de todas formas estaba aburrido.

-¿E-en serio? ¡Genial! Gracias, ahm... ¿Puedo preguntar tu nombre?- dijo levantándose de la mesa.

-Toukan... Kirishima.- al mirarlo de frente resultaba un poco más evidente la diferencia de estatura, me llegaba apenas un poco arriba del hombro. Me miraba directo a los ojos con una expresión un poco demasiado interesada que me puso de nervios, así que me di media vuelta y caminé hacia la barra.- ¿Y tú?-

-Ken Kaneki.- me sonrió, sentándose en la silla frente a mí mientras le servía el latte.

Me dispuse a hacer la taza de café que me había pedido. En el reflejo del cristal de la vitrina podía observar sus ademanes nerviosos mientras dibujaba un conejo en la  taza de latte que le preparaba.

-Bien, aquí tienes. Espero te guste.-

-¡Impresionante! ¿Tú lo hiciste de verdad?- sonrió apuntando al conejo dibujado en la espuma de la taza.- Es tan lindo... ¡Gracias!-

-No es nada.- reí, nunca había visto una reacción así por un simple latte con un dibujo de conejo.

Me senté del otro lado de la barra a terminar mi taza de café, ahora acompañado. Por su parte, Ken pareció muy contento al probar el café que había hecho, inexplicablemente, su expresión relajada al beberlo me hacía sentir algo extraño en los hombros y en el vientre.

-Oye Toukan... ¿A ti te gusta leer?- dijo tras limpiarse la espuma del latte con una de las servilletas que se encontraban en la orilla derecha de la barra.

-Eh... No realmente.- contesté dándome la vuelta para lavar y pulir la taza que había estado usando.- Pero ese que llevas ahí parece ser interesante, ¿De qué trata?-

-Oh, bueno... Es una historia sobre una madre y su único hijo, ella es una asesina en serie que lleva más de doce años operando a espaldas de su hijo, cuando el hijo se entera, se asusta y odia a su madre pero al mismo tiempo comienza a observar las mismas conductas destructivas de su madre en él. Es una historia que habla de temas muy crudos y sádicos, pero la escritora lo hace con tal delicadeza y belleza que lo hace una obra realmente increíble. Deberías intentar leerlo, si tienes oportunidad, o ,si quieres, puedo prestarte el mío.- dijo tranquilo, jugando con el libro entre sus dedos, palpándolo delicadamente.

-¿En serio, me lo prestarías? ¿No acabas de decir que es tu favorito?- me sorprendía que alguien quisiera prestarle su "algo" favorito a una persona que acababa de conocer.

-Está bien, no me importa, además creo que un buen libro debe ser compartido.- sonrió de nuevo, con esa sonrisa delicada que podría convencer a cualquiera de ceder, aunque, esta, era algo triste...

Gotas de Café. [Touken - Yaoi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora