Capítulo 37: Falsas Promesas

41 5 0
                                    

Issac

—Matías, debo irme.

—Espera un momento Issac, no puedes irte así, apenas acabo de recuperarte.

—Y entiende tú hermano, que estoy agradecido contigo eternamente, pero es de la mujer a la que amo de la que estamos hablando, es ella la que está en peligro al lado de un psicópata.

—No puedes ya hacer nada para salvarla. No conoces los trucos que tiene ese hombre.

—Debo al menos intentarlo.

—No tienes la fuerza, por favor no lo hagas.

—No lo entiendes Matias, debo ir a buscarla, no puedo perderla.

—¿Y si ya no la tienes?

—¿Cómo dices?

—Y si ya ella te olvidó y siguió con su vida.

—Eso no es posible —susurré. Era lo que pensaba, era lo que esperaba, pero realmente no lo sabía.

—Pero, ¿puedes estar seguro?

—Escucharé esa respuesta de sus labios.

—Hermano, no estás pensando con claridad. Necesitas al menos una ducha y un plato de comida caliente.

—¡Demonios Matias! no tengo tiempo que perder —le grité a mi hermano, él no tenía la culpa, pero los gritos son el arma de los que no tienen la razón.

Mi batalla estaba perdida antes de comenzar, si Cris no quería saber de mí, si me había olvidado en estos meses lo aceptaría, sólo de sus labios. Pero una cosa era cierta y era que no tenía las fuerzas para otro viaje; a pesar de esto el tiempo jugaba en mi contra y si me seguía tardando más era posible que ya no tuviese nada que hacer.

—Me voy a bañar —le dije ya más calmado. —Y la comida será para el camino. Por favor has los arreglos para irme a Calais.

—No hermano, haré los arreglos para irnos a Calais, no pienso dejarte de nuevo solo.

—Gracias Matias.

Esperaba que Matias entendiera la gravedad de mis palabras. Estaba demasiado abrumado para poder pensar en algo más que no fuese Cris. La ducha fue rápida pero concienzuda. Me miré al espejo y no me reconocía: ojeras profundamente marcadas, los pómulos pronunciados por mi delgadez, estaba débil y demacrado, el cansancio pronto me pasaría factura pero la intención de recuperar a Cris era por ahora más apremiante.

Me bajé la barba con una tijera, me corté de igual manera las uñas de manos y pies y esos fueron todos mis arreglos. Salimos en la camioneta en que había llegado, para mi sorpresa hicimos todo el recorrido en el carro, no estaba seguro de la hora pero ahora el sol estaba en lo alto del cielo. Los hombres que me habían llevado a con Matias iban manejando y yo no podía estarme quieto en el asiento de atrás, la adrenalina que sentía me hacía pensar que era capaz de mover un camión de ser necesario.

Cuando íbamos saliendo Matias me explicó que nos encontrábamos en Amberes, Bélgica y que hasta Calais en Francia serían aproximadamente dos horas si el tráfico era favorable. Pared 1 quien iba al volante, parecía conocer muy bien la ruta, a su lado de copiloto iba Pared 2, por momentos divagaba pensando en la relación que tenían ellos con mi hermano.

Pasamos por la alcabala de la frontera y esperaba que ya pronto llegáramos, el tiempo se me estaba haciendo eterno, me preocupaba muchísimo Cristhie y lo que le pudiera pasar estando a solas con Yumar, dudaba mucho de que algo bueno pudiera pasar luego de que Yumar se enterara —y a esta hora seguramente ya Yumar sabía— que no estaba encerrado.

Decisión de Amor (Borrador Completo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora