La señora Min se despertó temprano, como cada mañana. Después de haberse cambiado, bajó al comedor. Su marido estaba tomando el desayuno mientras leía el periódico. Una sonrisa estaba presente en sus labios.
—Veo que estás de buen humor —observó ella.
—Así es. Buenos días.
—Buenos días —frunció sus cejas— ¿Qué pasó? ¿Por qué tan feliz?
—¿No puedo estarlo, querida? —preguntó, pacífico.
—Jamás dije eso —se sentó.
Una joven señorita se acercó a la mesa. Se inclinó respetuosamente, saludando a la señora que acababa de levantarse.
—Buenos días, ¿Va a desayunar, señora Min?
—Sí, por favor.
—Enseguida preparo todo —volvió a hacer una pequeña reverencia.
La chica se marchó y la mujer Min volvió a observar a su esposo.
—Conozco esa cara.
—¿De qué estás hablando?
Él estiró su mano para agarrar la taza de café que estaba sobre la mesa, pero su esposa fue más rápida y la alejó de su alcance. El hombre la miró, serio.
—¿Qué haces?
—Habla.
—No tengo nada que decir.
—¿No?
—No —volvió a leer el periódico.
—¿Acaso no habrás--?
De pronto, sus palabras fueron interrumpidas por un ruido que se oyó en la sala principal, como si las puertas se hubieran abierto abruptamente. De hecho, eso había pasado. En cuestión de segundos, Min Yoongi apareció en el comedor. Caminó hacia su padre y apoyó ambas manos con fuerza sobre la mesa.
—¿¡Qué crees que estás haciendo!?
—¿No vas a saludar, primero?
—¡HABLA! —gritó, haciendo que ambos se estremecieran.
El señor Min dobló su periódico y lo dejó sobre la mesa, mirando a su hijo a los ojos.
—¿Qué más querías que hiciera? Creí haber sido claro con Park. Si no aceptaba aquello que le ofrecía, en serio iba a ser por las malas.
—Eres una basura.
El hombre se paró de su silla y estampó su mano contra la mejilla de Yoongi.
—¡Ni te atrevas a hablarme así de nuevo! ¡Soy tu padre!
—¿En serio? —preguntó, mirándolo de una manera desafiante— Estás dispuesto a destruir lo único que me hace feliz sólo por tu estúpido capricho de la alianza de tu empresa y de verme casado con alguna mujer descendiente de una familia poderosa ¿Cómo puedes decir que eres mi padre? —miró al suelo y al mayor, de nuevo— Eres muchas cosas, pero no eres mi padre.
Luego de haber dicho aquello, Yoongi volteó, comenzando a caminar hacia la puerta para otra vez.
—¡Min Yoongi! ¡Regresa acá en este instante!
—Déjalo.
—Querida--
—Dije que lo dejes en paz.
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¿Te llevo? [Yoonmin] ©
Fiksi PenggemarCada día, Park Jimin esperaba el autobús en el mismo lugar. Lo que no sabía era que alguien lo observaba desde lejos. Min Yoongi podía no creer en muchas cosas, mucho menos en el amor a primera vista, pero al haber visto a Jimin se dio cuenta de que...