CAPÍTULO 16

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Mi amigo pudo cargar con ella poco más de media hora, después de eso me ocupé yo. Pesaba más de lo que aparentaba.

Hasta entonces, vimos a un par de personas por el camino, a lo lejos. Intentamos pasar desapercibidos y seguir sin llamar la atención.

Me sentía culpable por dejar atrás a tantos, tantas personas que estaban sufriendo, al igual que nosotros.

Pero no podíamos conseguirlo todos, no de momento. Hubiéramos tardado una eternidad en reunirlos y aún así muchos no nos creerían, no se creerían que la cura es una patraña. La única forma de salvarlos y desmantelar este infierno era salir de él, para que luego puedan volver quiénes puedan enfrentarlo.

Seguía preocupado, tenso.
No solo por el miedo a ser descubiertos, sino también por el plan en sí.

¿Y si la brecha estaba bien custodiada? ¿Y si nisiquiera había brecha, sino alguna clase de mecanismo sin puntos débiles? ¡Dios, incluso la montaña de la que transcurre el río podría estar envuelta! Incluso en el hipotético caso de conseguir traspasar las murallas, ¿como nos orientaremos? ¿Cuánto tardaremos en llegar a las plataformas? Y eso si encontramos el camino.

¡Oh! Como me podía olvidar de la guinda del pastel... ¿quién diablos conseguirá poner en marcha un helicóptero? ¡O pilotarlo después!

Tantas cosas que podrían salir mal, tan pocas posibilidades de conseguirlo.

No hay que confundirse. Yo creo, creo en nosostros.

Sé que somos fuertes, sobretodo Chloe. Tengo fe en que si permanecemos unidos lo conseguiremos. La unión hace la fuerza, ¿no? Pero a todo esto, no puedo ignorar la realidad, la dificultad de nuestra misión.

—... no crees?

Oí una voz, pero se encontraba en segundo plano dentro de mi cabeza. Estaba demasiado ocupado, mentalmente, inmerso en mis pensamientos.

—¡Brian!

Esta vez resultó alto y claro. Levanté la cabeza sobresaltado hacia Will.

—¿E-eh...? Mm, sí... ¿qué pasa?

—Digo que estos trozos de carne empiezan a apestar, en serio tío, huele a algo que no me pienso llevar a la boca —farfulló acompañado de un cómico andar—. Además, siento los bolsillos grasientos, siento como traspasa la tela... me entiendes, ¿no? Ya no lo aguanto más.

—Sí, yo también lo noto, pero no creo que debamos —frenó en seco, llevándose las manos a los bolsillos, agitado. Agarró los trozos de carne y los lanzó con ganas al horizonte, cual pelota de béisbol—... desperdiciar la comida.

—Demasiado tarde. ¿Has visto ese lanzamiento? Tengo futuro con los Yankees.

Solté una carcajada involuntaria y seguimos caminando.

***

Con todo lo que estaba pasando, desde que llegué aquí, no me fijé nunca en el paisaje. No me había fijado en sus altos y frondosos árboles, ni en la abundancia y variedad de la hierba, ni en las flores, ni en las diferentes rocas que acompañaban el curso del río. Pero tampoco tenía ganas de hacerlo.

Sí, era un paisaje hermoso, tranquilizador, inspirador... pero a la hora de la verdad, esa no era más que nuestra cárcel.

—Deberías ir con cuidado.

—¿Qué? —murmuró él.

—Lo que le ha pasado a Chloe —dije mirando por encima de mi hombro, dónde ella estaba ahora—, lo que me ha pasado a mí... si dejas que la ira te invada, también te pasará a ti. Yo llevo todo esta pesadilla con la mayor calma posible, porque no quiero volver a flipar como la última vez. Chloe tampoco querrá, créeme.

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