Me uní a ellos envuelto en un expectante silencio. Me dirigí a la improvisada despensa y agarré algo para comer, ni me había fijado en qué. Me dejé caer en una silla, entre Nathan y Chloe, y dispuse mis alimentos sobre la mesa. Estaba nervioso. Nervioso y enfadado.
La situación se había desarrollado de uno forma casi monótona, en los pocos segundos que duró, sin haber mediado palabra con ninguno de ellos y sin mirar directamente a nadie.
Nunca dije que fuera buen actor.
Sería más difícil de lo que me imaginaba, y mi impulsiva personalidad no facilitaría las cosas en absoluto. Noté que me temblaban ligeramente las manos y suspiré profundo. Todavía acaparaba las inéditas miradas de mis supuestos amigos, que seguían esperando que emitiera algún tipo de sonido por muy sutil que fuera. En cuanto controlé el leve temblor de mis manos y tomé unos importantes segundos para serenar mis pensamientos, les sostuve la mirada y rompí el prolongado silencio.
—¡Que aproveche!
Sus rostros reflejaron un contradictorio cúmulo de emociones.
La chispa de curiosidad de sus ojos se disipó y se miraron extrañados, los unos a los otros, temiendo decir algo inapropiado. Nathan, a mi lado, se aclaró la garganta fingiendo una leve tos.
—Brian, ¿qué coño ha pasado? —preguntó mientras la chispa volvía a encenderse—. Parece que te haya atropellado un camión
—Estábamos preocupados —continuó Will, mientras Chloe asentía con la mirada, acorde con sus palabras—. Cuando no volviste anoche y preguntamos, no quisieron decir nada.
Los demás se removieron en sus asientos, dejando la poca comida que quedaba sobre la mesa desatendida, inclinándose hacia delante sobre la mesa, apoyados en sus codos. Yo, por otra parte, empecé a comer, y tras unos merecidos bocados para apaciguar mi estómago, busqué la respuesta con mucha cautela. Recordé la historia que Boris me había propuesto.
—Tuve una pelea con un par de chicos —solté, evaluando con disimulo sus reacciones. Volvieron a intercambiar miradas, extrañados, por lo que decidí especificar un poco más—. Una bastante fea, es decir, eran dos. Normal que acabara hecho un cromo. Pasé la noche en la enfermería, recuperándome y recibiendo amenazas sobre lo que me pasaría si volvía a causar cualquier tipo de alboroto. De hecho, ni siquiera me dejarán saltarme el entrenamiento de hoy.
—Una... ¿pelea? —murmuró Ella, afirmando la pregunta para sí misma.
—¿Y como has acabado en una pelea contra dos tipos? —soltó Chloe, a pocos centímetros a mi derecha, más preocupada que curiosa.
La pregunta pudo haberme pillado desprevenido, de no ser por qué era obvio que me la harían y ya la tenía bien pensada.
—Empezamos a discutir sobre qué podría querer de nosotros Boris, sobre por qué estábamos aquí. Sobre qué sería eso que se supone que debíamos encontrar en la búsqueda, de la que no había regresado nadie hasta ahora. En varios momentos de la conversación insinuaron que no entendían como yo podría haber pasado la selección. No contuve la lengua y empezamos a discutir más acaloradamente. Hasta que hubo algún empujón, y otro, y de allí... Ya sabéis.
No hubieron muchas más preguntas.
Pasamos el resto de la comida en silencio. De vez en cuando levantaba la vista y sorprendía a alguien mirándome. Parecía una incómoda comida con unos primos a los que no veías más qué en navidad o nochebuena. Pero ahora que estaba tan cerca de la verdad, no dejaría que mis emociones se interpusieran en el camino. Era consciente que la realidad podría resultar muy dura, pero aún así, al menos sería la verdad.
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Las Crónicas Del Fénix
FantasiaBrian es un adolescente normal y corriente, o al menos lo era antes de que comenzaran aquellos cambios. ¿Era siquiera posible lo que le estaba pasando? Ni él mismo lo sabía. Pero lo que trajo consigo su don fueron muchas consecuencias y responsabi...